El cuerpo: resistente a ser narrado

Si pensamos en el cuerpo, o más bien la concepción del cuerpo, como uno de los temas centrales de Anatomía de la memoria– cabría entonces pensar también en que es el cuerpo como elemento de metaficción, uno de los que más contribuye al desarrollo del texto .Según Patricia Waugh en su texto “What is metafiction?”,

Each metafictional novel self-consciously sets its individual parole against the langue of the novel tradition. […] It suggests, in fact, that there may be as much to be learnt from setting the mirror of art up to its own linguistic or representational structures as from directly setting it up to a hypothetical ‘human nature’ that somehow exists as an essence outside historical systems of articulation. (11)

Con lo que propone que los textos de metaficción ponen de cara a cara sus propias estructuras lingüísticas y representativas para de cierta manera evidenciar lo que consideramos como naturaleza humana. O de manera más simple, hacen evidente estructuras lingüísticas que a su vez demuestran la propia composición de las estructuras. Si pensamos en esta idea de Waugh, podemos directamente atarla con la representación del cuerpo como tema en la novela de Ruiz Sosa. En el pasaje en el texto en el que dice:

La tía Norma entraba en la habitación de Eliot Román cuando era de noche, con la luz apagada y un abata encima del cuerpo desnudo y un temblor en las piernas y un aleteo en la barriga: de pie al lado de la cama se levantaba la bata hasta por encima de los pechos, como si se la fuera a quitar, pero sin quitársela, y se acostaba al lado de su sobrino, que se hacía el dormido siempre, y ella se ponía sobre la cabeza la bata, tapándose la cara pero destapándose el cuerpo, con los brazos recargados en la cabecera de la cama, y entonces, como si aquello fuera un acuerdo no hablado, Eliot Román si viraba hacia ella y fingiendo que aquello era un movimiento natural y no un forzado gesto que pretendía una especie de sonambulismo amoroso, se ponía sobre ella, que apretaba los ojos y abría las piernas y no se quitaba de la cara la bata porque acaso así, con esa frontera, con ese velo que la convertía en una especie de fantasma, Norma Carrasco no era la tía Norma, y cuando Eliot Román acercaba su boca a la boca de ella en el justo momento en que la carne era una niebla[…] no se conocieron el cuerpo de ninguna otra manera[…](402-403)

Lo que se observa a lo largo de este pasaje es una transición de la conceptualización del cuerpo como algo que “conocemos” a través del lenguaje, a través de cómo lo significamos. Ahora, a manera de que procede el pasaje, el propio lenguaje va des familiarizando el cuerpo y cómo narramos el cuerpo. Si se retoma la frase final que dice “no se conocieron el cuerpo de otra manera” se puede pensar en las limitaciones de significación que tiene el cuerpo. Que en este caso solo se puede “conocer” a través del acto sexual, pero que incluso de esta manera  se evidencia ser estructurado de un modo específico de significarlo.

De esta manera se puede volver a pensar en que la metaficción en el caso particular de la novela de Ruiz Sosa hace posible el reconocimiento de estas estructuras y que de manera significativa contribuyen al desarrollo del tema del cuerpo y más del estudio del cuerpo y el estudio del cuerpo de la memoria a lo largo de la novela.

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