Los ingrávidos es una novela que se mueve a partir de desdoblamientos del tiempo, del espacio, de personajes y de la misma narración (novelas dentro de la novela). A su vez, estos desdoblamientos se entrecruzan entre sí. Ya desde el inicio leemos en la página 11: “Todo empezó en otra ciudad…” (desdoblamiento espacial) “…y en otra vida, anterior a esta de ahora pero posterior a aquélla.” (desdoblamiento temporal) “Por eso no puedo escribir esta historia como yo quisiera –como si todavía estuviera ahí y fuera sólo otra persona.” (desdoblamiento del personaje).
El primer desdoblamiento, el espacial, corresponde a su vez a un desdoblamiento temporal y de personajes: frente al presente que transcurre en México en la cual la ¿narradora? es una mujer casada con hijos, que encerrada en su casa escribe una novela; tenemos un tiempo pasado que transcurre en Nueva York en el cual la ¿narradora? trabaja para una editorial y lleva una vida de soltera. Esto a su vez se refleja en la narración: el mismo relato se ve desdoblado en estas dos narraciones que nosotros leemos, y también se va desdoblando en las dos novelas que la narradora escribe, la que deja para que lea el marido y la “otra”, o sea, la que es sobre Gilberto Owen y la que se llama Filadelfia. En este momento es cuando se produce una transición hacia un nuevo desdoblamiento, entre la narradora y el relato de Gilberto Owen que se narra en primera persona: “…la diferencia entre estar vivo y estar muerto radica sólo en el punto de vista: los vivos miran desde el centro hacia afuera, y los muertos desde la periferia hacia algún centro. Tal vez me congelé, tal vez morí esa noche de hipotermia. En todo caso, ésa fue la primera noche que tuve que pasar con el fantasma de Gilberto Owen (…) comencé, poco a poco, a existir como habitada por otra posible vida que no era la mía, que bastaba imaginar para abandonarme a ella por completo” (33). Y el relato de/sobre Owen está desdoblado entre el tiempo presente de Owen y el relato de los sucesos de su propio pasado. En este sentido, empieza una especie de paralelismo con la narradora: “Empezar así: todo sucedió en otra ciudad y en otra vida” (64). A partir de este momento, el relato que lo tiene a Owen como narrador (¿o a la narradora tomando la voz de Owen?) va ganando lugar en la novela, de modo que los episodios del presente y pasado de la “narradora” comienzan a ser más esporádicos.
Sin embargo, todos estos desdoblamientos empiezan a confluir cada vez más. Y a partir de esas confluencias, las distintas narraciones van a comenzar a mezclarse hasta las últimas páginas de la obra. Hay varios puntos que sirven para esto. Por un lado, está el metro como punto central de encuentro entre tiempos y personajes: “Entre esa gente había una mujer de cara morena y ojeras profundas que vi en repetidas ocasiones” (92), “Homer sí me creyó cuando le dije que había visto a Ezra Pound en el metro y que había una mujer a la que siempre veía en otro tren. Lo que te pasa a ti, me dijo, es que tú también puedes recordar el futuro” (110). Por otro lado, el naranjo que Owen abandonara en la terraza del edificio y que también funciona como punto en que los desdoblamientos temporales, espaciales y de personajes confluyen, a partir de los papeles que la “narradora” fue colgando en sus ramas: “La novela estaría narrada en primera persona, por un árbol una mujer de rostro moreno y ojeras hondas que tal vez ya se haya muerto. La primera línea se la voy a robar a Emily Dickinson: Escuché el zumbido de una mosca al morirme” (114). A su vez, ya casi al final de la novela la madre, el hijo mediano y la bebé desdoblados en los tres gatitos de Owen:“Los niños y yo deambulamos como tres gatos por rincones oscuros” (140), y Owen como el fantasma que ve el mediano: “Soy un sinciego consincara” (140), pareciera que vuelven a confluir.
La misma narración que se ve desdoblada en toda la novela podría volver a confluir en la planta muerta: “Un día la narradora se roba una maceta con un arbolito muerto de la casa de un vecino y empieza a escribir una novela sobre lo que ve esa planta desde una esquina de su departamento. La planta empezaría a dominar la voz de la narradora hasta suprimirla por completo. El árbol muerto narra desde una esquina, a un lado de la entrada, donde se ve la cocina, la pequeña sala-comedor, y parte de la recámara” (138). Pero si la narración está hecha por la planta, hay otro desdoblamiento que es el que narra esta escena.
Para finalizar, es interesante también pensar los desdoblamientos en relación a Los ingrávidos que aparece como título de la novela. Algo ingrávido es algo que no está sometido a las leyes de la gravedad, algo liviano. Aquí los personajes, así como la planta, son ingrávidos, fantasmas, y es esta cualidad tal vez la que les permite esos múltiples desdoblamientos.