Cada capítulo de Adiós a la universidad se abre con un episodio autobiográfico que sirve para introducir un panorama que traza la historia de la universidad en Europa, analiza el papel cada vez más residual de los intelectuales y, sobre todo, desmonta las “coartadas” del Plan Bolonia. ¿Un espacio común europeo? “Solo es posible con un idioma común y ¿cuántos estudiantes españoles dominan el inglés?” ¿Adaptación a las necesidades de la sociedad? “La universidad se ha convertido en una empresa”, dice Llovet, que en su libro recuerda que “el capitalismo tiene una lógica, pero no una moral”. Por eso insiste en la preocupación moral y política de su obra: “La universidad no debe formar sabios sino ciudadanos. Debe civilizar a los estudiantes, politizarlos. Cuando la democracia está en situación de debilidad, como hoy, hay que reforzar la educación, no recortarla”. Si no la refuerzan los poderes públicos, apunta, los privados se encargarán de hacerlo.”

via La mala hora de las humanidades · ELPAÍS.com.