Los Post(s)-Seniors

https://youtu.be/bCHGcdtiQ2k

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Los Post(s)-Seniors

 Aprovecho la Semana Santa, cuando se saca a pasear a tant@ sant@ de otra vida,  la cual además dicen que resucita en la gloria,   para indagar un poco más en lo de  la supuesta longevidad de las canas y repostear este re-post sobre Seniors.

Los encantadores de serpientes te mercadean hoy con lo de la  segunda vida de los seniors. Y efectivamente cuando uno se levanta por la mañana e intenta adivinar cuál de las extremidades  te  puede doler menos,  y/o acudes a l@s matasan@s, — casi siempre prefiero la franqueza arrulladora de la voz femenina para  estos casos –,  las respuestas son siempre motivadoras,   porque efectivamente no has pasado a mejor vida.

Esto    me lleva    a reflexionar sobre la  intervención  (22 y 23 de marzo de 2023) en el Congreso de los Diputados español  de Ramón Tamames, dicen que antiguo militante del Partido Comunista de España a partir de  1956 hasta su fallida fuga al Centro Democrático Social de Agustín Rodríguez Sahagún  en 1989.  Ahora,  defendió una moción de censura a favor de un partido ultramontano, intolerante, impresentable, añadir el  calificativo ad hoc … — y por favor, no abusad del que empieza con f para evitar amalgamas históricas, galimatías luego difícil de desenmarañar. Partido este  de ahora con Voz Latina, con v de vizcaíno, que ya se sabe en El Quiijote, era vizcaíno por tierra, Hidalgo por mar, Hidalgo por el diablo, o sea,  el más  español  de los españoles anterior a los españoles, — el tío Paco admiraba la raza del Athletic, aunque lo pronunciaría sin el  deletreo quejicoso con  la h de la pérfida Albión, A.t.l.é.t.ic.o d.e B.i.l.b.a.o, desconociendo lo del all iron – alirón. En resumen,    que en ningún caso, lo clásico y rancio mejora en lo moderno.

“La aventura de El Vizcaíno” “D. Quijote” I,8

Por ello, quizás acercarnos a la necesidad en esos momentos de la vida, y en el caso de Tamames,  ¿post-senior?,  de cultivar  algún tipo de filosofía que nos pueda ayudar a controlar algún errado discernimiento y convencimiento,  quizás el  escepticismo en busca de  algún tipo de ataraxia ante el frenesí de las paparruchas que también manejó este  fallido aspirante a presidente del gobierno.

O bien el cinismo clásico, dentro de una estrategia perruna, no ajena a cierta interpretación abyecta de  Tamames, el cual  como Diógenes de Sinope gatuno, pareció actuar con un soterrado despecho hacia  el poder de la Voz Clásica, la cual  como Alejandro Magno se desplazó por dos veces, a este Corinto madrileño, para  luego,  apartarse de la luz solar Tamamiana de la que quiere nutrirse  la autarquía vital del cínico. Cínico inmovilismo ante el  poder (armado Tamames con el báculo  de su tercer pie) para mejor  esgrimir el áspid y escupir supuestas verdades del barquero envueltas en la soberbia disfrazada  de humildad, e instalada también en la segunda acepción moderna del cinismo, la de la hipocresía que escupe paparruchas con  pies de barro.

Por ejemplo, la de la supuesta persecución del español o castellano de la Constitución de 1978, en  Catalunya, lo cual no pueda implicar que la difusión de cualquier  lengua no esconda también estrategias de fer país, de inculcar una simiente de la sangre, de la tierra y de la lengua de raíz romántica Herderiana,   buscada  por todo nacionalismo genético en naciones con aspiraciones de estado, como Catalunya,  o en estados conformados,  como los que yo llamo las Españas, pero con problemas de cohesión nacional y prejuicios pre-edénicos o prelapsarios,  anglicismo para retrotraernos al lapsus anterior a Adán y Eva.  Por ejemplo, uno mismo que acaba de regresar de Catalunya, se ha visto  naturalmente obligado a expresarse en mi catalán de andar por casa, una vez sobrepasada la frontera de Fraga, no Iribarne, sino la del territorio de esa magnífica película Alcarràs: no poder abrir   boca con  algo que pueda recordar mi  castellano materno, para, supongo, no acabar en alguna cheka lingüística de la Generalitat, a la cual sí me debieran conducir para pulir y dar esplendor, a mi abuso de la admirada lengua de Ramón Llull. ¡Por ejemplo, para  esas tan complicadas palatales geminadas laterales (ll) de tan compleja sonoridad!

Presentació “Spain’s 1939 Exiles in the Americas and Maryland. Eighty Years Alive in our Hearts” Mar Trailero, Francisca Montiel. Andreu Espasa y Francesc Torres. La Model (Barcelona) 22 de març de 2023
Presentació “Spain’s 1939 Exiles in the Americas and Maryland. Eighty Years Alive in our Hearts” Vic 24 de marc de 2023 amb Miquel Pérez Mas i Dolors Altarriba Llibrería Foster & Wallace

Por otro lado, el  atisbo aperturtista de Tamames ante el pandemonio de la nación y las nacionalidades del título segundo de la Constitución de 1978, pudiera venir también justificado  por  su aprendizaje en una posible lectura estalinista del principio de  nación, en recuerdo de aquella Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas en las que húngaros en  1956, y checos en 1968, entendieron   a su pesar que ninguna supuesta independencia  era posible lejos de los dictados de la madre Rusia. Y recordad Ucrania, hic et nunc, aquí al ladito. (Os recomiendo Fundamentalmente fantasías para la resistencia de Alfredo Sanzol) en el sala Valle-Inclán del CDC en Madrid.  Sin obviar que la idea de la  patria o ¿es la matria? finalmente permiten reunir las posturas  enfrentadas  para  el conflicto territorial en las Españas, como si lo patriótico sirviera de bálsamo de Fierabrás para  el resto de nuestras fundamentales cuitas económicas, sociales, medioambientales, etc.  ¡Quo Vadis Españas ultramontanas, Catalunyas indepes, Euskadis postetarras et al, sin olvidar a otr@s siempre aspirantes a lo territorial en propiedad!

De todas formas, en Tamames, es archisabida  su egolatría, la cual también se desprende en cierto sentido de  su propia antroponimia: AMO (el) ÁMAME. Por lo tanto, el otro día asistimos a un nuevo ejercicio de  descinicicación  perruna-gatuna, o sea lo que el refrán ya enunciaba – no fallan ante tanto intelectual en busca de los tres pies,  como uno mismo, gracias a  la infalible prosapia popular:  A perro viejo, añado –casi –, todo son pulgas … porque la luz del pseudo cínico acaba quemándolo y envolviéndolo en  esa supuesta  autocracia absorbente que Tamames esgrimió  contra el  actual gobierno de Pedro Sánchez, mientras se escudaba entre el dudoso fastidio, en ese cinismo hipócrita de segunda generación, cuando exclamó  quid prodest (¿a quién beneficia?)  ante  lo que supongo, fue una deseada y premeditada  filtración anterior de su discurso a los supuestos medios de comunicación  podemitas.  Un cínico siempre puede esconder a un narciso.

Aunque sí hay que reconocerle a Tamames cierta acertada retranca, acuciado por la necesidad post-senior, supongo,   de aliviarse y almorzar, cuando interrumpió la perorata, ajena a casi todo lo expresado por el candidato, a través de una lectura sin fin de Pedro Sánchez, vía  unas pesadísimas  cuartillas redactadas por su equipo asesor, capaces de  dormir a los dos leones (Hipómenes y Atalanta) del Congreso. Por cierto, en esta época de cancelación, ¿cómo es que alguna  de sus señorías deshacedoras de entuertos, no ha solicitado ya  cancelar y reenviar el bronce de los felinos, extraído de los cañones de la huestes tetauníes en la batalla de Wad-Ras, a los herederos del sultán Muley el-Abbás, retratado por don Benito en Aita Tettauen? Barrunto  que para  tant@s modern@s, el Garbancero les parecería  desfasado, no sólo porque ya no puede ser carne de series de unos cuantos minutos móviles, –¡él que se hinchó de cobrar por palabra! –, y además, incapaz como hombre, supongo, de retratar a personajes femeninos como Fortunata y Jacinta  — exquisita transposición de Mario Camus –.

A su vez, nada nos debiera sorprender de todo lo anterior  si  lo observamos con cierta perspectiva histórica, la que reclamaba doña Rosa en el café de La colmena. Después del año de 1956,  Ramón Tamames junto con otros hijos de la burguesía, mayoritariamente vencedores de la Guerra Civil, es captado tras su estancia en la cárcel de Carabanchel, relativamente breve,  por Jorge Semprún, alias Federico Sánchez,  enviado a Madrid por el Partido Comunista de Santiago Carrillo,  para  hegemonizar de intelectuales orgánicos una anticipada Transición, cimentada por una supuesta estrategia comunista de reconciliación nacional. Mirar así hacia el futuro de  una salida democrática y constitucional, sin los daños del pasado: por ejemplo, asesinatos de abogados laboralistas a manos de la extrema derecha en los Siete días de enero  de 1977, retratados por Juan Antonio Bardem. Finalmente, caído Carrillo del caballo de una imposible ruptura, –¿verdaderamente creyó en ella el viejo zorro? –según ya le alertaban Fernando Claudín y Semprún en los años 60, el Partido Comunista de España se retra(c)ta en 1977 con el brillante Tamames sosteniendo  la bandera comunista, tan roja como la nacional española.

Protegido Tamames tras su salida de la cárcel por un catedrático de Economía Política, Naharro Mora, antiguo miliciano de la cultura del Ejército Popular de la República, pacifista armado en el cuartel de los Carabancheles de noviembre de 1936 con la Cartilla Escolar Antifascista,  — magnífica exposición en el Instituto Cervantes en Alcalá –, el joven economista publica gracias a su maestro su tesis doctoral, Estructura Económica de España en 1960, el luego posterior y sinécdoquico  Tamames de 26 ediciones. En  la Facultad de Derecho de aquella Universidad, entonces, de Madrid, hoy Complutense, en cuyos alrededores recuerdo supuraban todavía  muchas heridas del frente de Madrid, algunos catedráticos como Naharro Mora, aunque denunciados por rojos y depurados, habían logrado regresar a las aulas.  El  franquismo, me recordaba Fabián Estapé, o escribió Jorge Semprún,  no acabó  con toda la sociedad civil, entre ella, la universidad, y aquellos profesores recuperados  se mantuvieron  fieles a los principios de sus maestros institucionistas de  la universidad de la Restauración y de la  Segunda República, sin permitir dimes y diretes  a la dictadura.  Naharro Mora, luego perseguido en los 70 por los guerrilleros de Cristo Rey, ojito con los fantasmas — intentó ensanchar el caletre de sus discípulos,   — alguno dijo que poseía un destacable shit detector —.

Había bebido, entre otros, en el manantial del libre pensamiento socialista de la Academia Matritense de Estudios Superiores de la calle la Luna 29, también arrasada por aquella maldita guerra de 1936, y regida por su padre, Isidro Naharro López hasta su fallecimiento en 1935, donde había enseñado uno de los padres de la constitución republicana de 1931, el socialista Luis Jiménez de Asúa. Milagroso sobreviviente a un atentado falangista en enero de 1936, y posterior presidente de la República en el exilio en Argentina (1961-1970), Naharro Mora acudía para visitarlo al Buenos Aires del destierro. Allí, el penalista Jiménez de Asúa había plantado  la simientes de la justicia universal en un posterior  discípulo y víctima de la represión contra la FUE en la Universidad Complutense de los años 40, Manuel de Rivacoba,  compañero de Manuel Lamana y  un hijo de otro presidente republicano en el exilio,  Nicolás Sánchez Albornoz, sobreviviente y recientemente homenajeado en la Facultad de Filosofía y Letras de la Complutense que todavía desconoce los mementos de aquellos abusos contra el paisaje arquitectónico y el paisanaje pensador.

Luis Jiménez de Asúa (dcha) junto a Julián Zugazagoitia, luego secuestrado y deportado éste de Francia a España (1940),  a instancias de José Félix de Lequerica, embajador franquista en Francia, y fusilado por la dictadura de Franco

Manuel Lamana (izq) y Nicolás Sánchez Albornoz (centro) en el campo de concentración de Cuelgamuros (antiguo Valle de los Caídos) tras su detención y condena por su reivindicación de una universidad libre en 1946. Gracias a la ayuda de Bárbara Prost Salomon, entre otr@s, Lamana y Sánchez Albornoz se escaparían y exiliarían del recinto de dicho mausoleo, construido con mano de obra de prisioneros republicanos, facilitada con sueldos esclavos por la dictadura a favor de los constructores de la época. Se puede consultar: “Otros hombres, otras mujeres, otras historias.”   Insula 641 (2000): 10, 15 y 16 (https://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/de-exilios-interxilios-y-sus-literaturas-0/html/01809f0a-82b2-11df-acc7-002185ce6064_2.html#I_0_).

 

José María Naharro Mora, catedrático   de Economía Política en la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense diserta sobre “Luis Jiménez de Asúa en el exilio” durante el simposio “Los exilios de las Españas de 1939 en Las Américas; ¿Adónde fue la canción?” celebrado en la Universidad de Maryland el 18-20 de octubre de 1989

En  1973, en el volumen séptimo de la Historia de España dirigida por Miguel Artola, Tamames había también portado su  mirada económica hacia la Guerra Civil, con  una lectura coherente de la tesis comunista sobre  la pertinencia de la defensa numantina republicana  de Juan Negrín ante la traición de Casado, la cual   abrió  las compuertas a la catarata de la  definitiva  represión criminal indiscriminada del franquismo.

Muchos años después, en 2011, Tamames sostuvo un encendido debate con   l@s asistentes al seminario Diásporas y  Fronteras, que organizo desde 2002 en Llanes, l@s cuales ya no podían compartir una mirada de futuro sin cortapisas  ante un  pasado plagado por las minas de  memorias ocultadas  e hirientes. De nuevo, no había en los propósitos de Tamames contradicción alguna, anclado en su lectura entre 1956 y 1977, en una aplicación de manual  de lo que Ortega y Gasset explicó para la teoría de las generaciones, las cuales frente a la supuesta liquidez vital de Zygmunt Bauman, por lo general quedan marcadas por momentos freudianamente fundacionales en  la existencia, incapaces de superar las bardas del corral machadiano de dicha  temporalidad,  la cual, entre la neblina de la correspondiente ideología, suele impedir  atisbar, o por lo menos,  desdibujar  la maleza y parásitos entre  los árboles del bosque.

Ramón Tamames “Diásporas y Fronteras” Llanes 24 de agosto de 2011

Décadas  después  de que Ramón Tamames, archi-privilegiado aprendiz de libre pensador  que como yo, había frecuentado el oasis de libertad de  las aulas del Liceo Francés de Marqués de la Ensenada 8 y 12, frente al Palacio de las Salesas, sede del Tribunal Supremo, pude reconstruir el perímetro de una mañana   de 18 de abril de 1963, grabada indeleblemente  en mi orbayumnémico. Gélida como si fuera una de aquellos inviernos interminables, grises, foscos, plúmbeos y pesados como una insoportable bóveda de hierro,  reflejo de toda aquella época, tirito como   alfeñique  en pantalón corto y pantorrillas heladas tras las insuficientes y espartanas medias  bajo la macilenta luz del aula, las grietas de las paredes húmedas tras la fábrica de piedra del antiguo palacio recuperado como escuela de raíz helénica,  en la que se había ido dibujando,  desde mi más remota conciencia,  la tristeza indeleble  de un país devastado frente al pausado análisis a través del método cartesiano, contradicciones  que intelectual y vitalmente me han interesado a posteriori.

El Consejo General  del Poder Judicial  en Marqués de la Ensenada 8 frente al Tribunal Supremo, antiguo recinto del Liceo Francés de Madrid. Al fondo la calle Tamayo y Baus y el Teatro María Guerrero

Aquella mañana, muchos años después, aprendí que, a pocos metros de la pizarra  donde me enseñaron las pocas letras por las que  me muevo, se estaba dictando  la trágica sentencia, para la última víctima de la Guerra Civil de 1939,   fusilada inmediatamente por aquella cruel dictadura: el compañero de clandestinidad de Jorge Semprún y de la supuesta ideología de Ramon Tamames, Julián Grimau, condenado en un pseudo juicio vía  la jurisdicción militar, luego reemplazada por el sucedáneo del Tribunal de Orden Público, hoy Audiencia Nacional,  rastro legal  de aquel tiempo, juzgado inexistente en otros países de la Unión Europea. Y aquella mañana, por los ventanales oscurecidos  de mi clase, hoy sede de ese tan mentado Consejo General del Poder Judicial, — ¡de nuevo Nietzsche y su eterno retorno! —   se filtraron los angustiosos gritos roncos, casi como estertores, ecos de la desesperación de un puñado, imagino, de compañeros de Grimau que me enseñaron  la palabra: amnistía.

Vista parcial de Marqués de la Ensenada 10,   Instituto Francés

Término que  mi madre no supo (o no quiso)  despejar, silente ante la presencia en  el ascensor de un prosélito del  Opus Dei, la Santa Mafia  del libro de Jesús Ynfante, con el sello de Ruedo Ibérico,  que   mi padre debió dejar  más tarde  entre alguna pila accesible a mi curiosidad, todavía hoy en alguna de mis estanterías. Miembros de la Orden  residían en un  piso inferior  del edificio  en el que  habitábamos en un destartalado  subarriendo en  la calle Tamayo y Baus frente al teatro María Guerrero. Allí, desde  mi cuarto, con la nariz pegada al ventanal, había contemplado  pasar ecos de cierta  cultura de resistencia,   a través de obras de  Valle-Inclán,   Antonio Gala,    Chejov, anunciadas en el marco neoclásico de su  vestíbulo, y había intuido  tras el título  de El círculo de tiza caucasiano de Bertolt Brecht, el escándalo ante la censura provocada por la mujer de Carrero Blanco cuando su estreno en 1971, año en que pude entrar legalmente en esa joya de nuestras salas teatrales. Paradójicamente, el Centro Dramático Nacional, cuya sede se encuentra en el María Guerrero, dinámico espejo de la escena actual dirigido hoy por el incisivo autor Alfredo Sanzol,  ha  programado recientemente  una representación de El proceso de Kafka en la que ha contado con la magnífica interpretación de Carlos Hipólito, como si fuera una  reproyección de la indefensión  que sufrían los resistentes a la dictadura, (cualquier sistema arbitrario), o/y los barullos  procedimentales que daña la renovación de cargos de  las instituciones legales españolas actuales. Y curiosamente,  compartí unos minutos tras la representación de la obra de Kafka con Gaspar Llamazares, antiguo portavoz  de IU, el cual  piensa que aquellos de entonces nunca se han ido, aunque yo  no comparta,  para explicar todos nuestros males, el recurso de sacar a pasear al santo,  ése que ahora está en el cementerio de Mingorrubio (ver mi post https://blog.umd.edu/mondinaire/2022/11/27/while-generalissimo-franco-was-still-dead-on-november-20-2022-mientras-el-generalisimo-seguia-fiambre-el-20-de-noviembre-de-2022/).

El Teatro María Guerrero en la calle Tamayo y Baus de Madrid

Además, todos  los martes por la mañana de mis recuerdos escolares, camino del Liceo, tenía que sortear una hilera de furgonetas armadas hasta los dientes, repletas de  aquellos grises uniformados por el franquismo, o los secretas de la Dirección General de Seguridad, sede hoy la Comunidad de Madrid presidida por esa señora de cuyo nombre no quiero acordarme,  donde ningún memento  recuerda las torturas a Grimau y otr@s. Y   de vez en cuando, aquellos de la siniestra  brigada político-social o los grises me paraban para inspeccionar mi pesada cartera de inocente escolar  con  cuadernos y  poemas de La Fontaine, Víctor Hugo, Antonio Machado,  o  libros con fragmentos  de Voltaire, o cómics que nos intercambiábamos de Tintín o Astérix, casi todo en lingua franca poco recomendable para la época. Solían cerrar aquel sospechoso nido en potencia de octavillas como si allá hubiera pernoctado el diablo.

Marqués de la Ensenada 12, antiguo Liceo Francés de Madrid, edificio para las aulas de    mujeres, donde también  se impartían, excepcionalmente para la enseñanza durante la dictadura franquista,   clases genéricamente mixtas, a partir del entonces llamado Bachillerato Superior. Hoy alberga las aulas del  Instituto Francés

Amnistía, con la que en 1976 se conformaría el lema de   Libertad y  Estatuto de autonomía, evocados entre las prisas hoy por el memento escultórico de “El abrazo” que reproduce el cuadro de Juan Genovés, en la plaza de Antón Martín, donde fueron asesinados  en enero de 1977, los compañeros laboralistas  de esa Manuela Carmena, que el papa Francisco ha calificado de grande.

El Abrazo, escultura en la plaza de Antón Martín, Madrid

De nuevo, la defensa hacia la historia que realizó  Tamames con un respeto casi litúrgico, me reporta a la sagaz tesis  de Nietzsche respecto de la necesidad de una ciencia  crítica que navegue  en aguas salutíferas del olvido para evitar la  locura platónica de un Ireneo Funes borgiano.  Replicado por la diputada Yolanda Díaz, ésta  se bañó  en  el flujo de la  memoria gremial del partido en el que teóricamente militó  Tamames, pero desconocedora también de  las falacias de ésta, de las que también nos alertó  el compañero de Jorge Semprún, fallecido en Buchenwald,  Maurice Halbwachs. Y Tamames no pudo reconocer que la supuesta historia en  cuyos surcos se forjaron  los límites memoriosos de su punto de vista de 1956-77, aunque para la mayoría represente un espacio yermo y deshabitado, necesitado de reconstrucción subjetivamente científica como para  todo relato histórico, en algunos casos, 87 años después a partir de 1936, sigue siendo, para nuestro ensimismado e incompleto presente, como toda actualidad,  no un erial desconocido para tant@s, sino, a su vez, memoria arqueológicamente viva. Por ella, algún@s otr@s  post-seniors, buscan todavía las fosas comunes cavadas y repletas, mayormente por l@s fusilad@s de  la dictadura triunfante tras el fallido golpe de estado con trama fascista transnacional de 17 de julio de 1936 y consecuente Guerra Civil, para que se logre establecer el archivo forense de l@s anteseniors suy@s, y por lo menos,  ¿un día? poder completar relatos históricamente coherentes, sin por ello obviar esas causalidades avant la lettre,  revocadas por Tamames en línea con historiadores franquistas como Joaquín Arrarás o  divulgadores cual  Pío Moa:  la existencia del golpe revolucionario socialista y anarcosindicalista asturiano, o indepe catalán de octubre de 1934, y todo lo que pudiera ser pertinente. Pero todo en su sitio … Non foteu

Y hasta cuando apelaba Tamames al pasado remoto, habría que evitar sonrojarse con los panfletos como los de María  Elvira Roca Barea que pido critiquen mis estudiantes para mejor  dilucidar desde las sombras imperiales, no sólo  las  leyendas  negras de los demás, gracias  al  tu quoque y/o tú más,        — ya que la aspiración a la bondad sólo nos inclina al infierno de Pascal –.   Mejor   divulgar, desde luego, sin ápice de culpabilidad hoy, aquello de lo que no somos responsables, pero sí hacia lo que estamos educativamente obligados a conocer, como  la oscuridad de la trata y la esclavitud, tan prolongadas en nuestro pasado colonial, para así contrastarlas a las luces, p. ej., de debates teológicos que nos acercarían  a los insatisfactorios y metafísicos derechos humanos actuales. ¿Por qué tenemos que esperar a que sea el Museo Metropolitano de la ciudad de Nueva York el que inaugure próximamente una gran exposición en torno al esclavo de Velázquez, luego libertado a instancias del rey Felipe IV,  Juan de Pareja y el tema de la esclavitud áurea? ¿Por qué no somos capaces de tomar  la iniciativa para presentar un problema que atañe específicamente  a nuestro pasado  cultural, y del que podríamos dilucidar pertinentes conclusiones desde la extraordinaria riqueza de nuestra pinacoteca del Prado? Quizás porque siempre es más fácil, perdonad por otro refrán sanchesco al canto, fijarse en la paja en el ojo  ajeno para olvidar la viga en el propio, o los que nos preocupamos por las llamadas hoy memorias democráticas,  conocemos como el síndrome de la hipermnesia (Ver mi Entre alambradas y exilios. Sangrías de las Españas y terapias de Vichy, Biblioteca Nueva, 2017).

Diego Velázquez-“Juan de Pareja”

Por todo lo anterior, en época de espeso lenguaje de degüello, cualquier descendiente legalmente pertrechado por  el recurso de invocar  la dolorosa pero salutífera discreción,  debería utilizar con moderación pero mano firme,  la inhabilitación de sus mayores, — ojo no el de enviarnos al pudridero de la residencia para gagás, — os recomiendo El padre de Florian Zeller, literalmente reencarnado en cuerpo y alma post-senior  en el histórico Teatro Romea de Barcelona por el maestro Josep María Pou, momento y memento únicos para nuestra  salud senior –.   

 

Josep María Pou conversa a la salida del teatro Romea tras su representación de “El padre” de Florian Heller

Así  se debería apartar   del recurso  infantil  al pataleo, a estos  post-seniors obnibulados  por la mercadería  de la eterna juventud: el no saber envejecer ¿con cierta sabia dignidad?  y evitar tanta batallita de la abuelitis, frente a la búsqueda del sereno relato de lo ajeno a través de lo propio,  o en el caso de Tamames,   la tuerta   reivindicación   de Isabel la Católica,   cuya decimonónica estatua frente al Museo Nacional de Ciencias Naturales  de Madrid, precisaría de una salutífera resignificación  histórica como tanta estatuaria trasnochada que no eliminable o cancelable ¡Ojo al parche!

Estatua de Isabel la Católica, Madrid

Estos quijotes degradados, tipo Tamames, tampoco  podrían esgrimir la lanza astillada en  la edad de hierro de la culpabilidad sin distingos de la falacia de los dos demonios de 1936, ma non troppo.  Cual caballero cegado por quevedos desenfocados entre ocularizaciones transhumanas para  trascender las cataratas de cualquier  visión generacionalmente siempre limitada por señas de identidad indelebles,  la triste figura  de Tamames no atendió a los requerimientos de l@s Sanch@s, que  le advertían  acabaría apaleado por venteros y huéspedes más actuales, aunque desde luego,  no  cultivados en tantas áreas inútiles para la retórica de Twitter y Tik Tok.  Y en el campo de la hiel, sería ridiculizado allí donde  los molinos de la memoria giran con obsesivo destiempo,  a la búsqueda del remiendo al pasado entre  generaciones, o ajenas al tiempo histórico, o  excedidas por la falta de resolución histórica ante la  candente arqueología bélica del mal,  y las postmemorias traficadas por una cándida inclinación al bien, lo cual me evoca un importante título de Tzvetan Todorov: Memorias del mal, tentación del bien.

Para así  no  privarnos a los seniors ad aeternitatem, de por lo menos,  aspirar a  regresar a nuestra  aldea natal,         — roda el món i torna al Born — derrotados por la entropía, pero al menos, sosegados en busca de alguna  honrosa aunque  escéptica nirvana entre los incansables y desapacibles  gigantes de la historia, de nuestra historia …

 

 

 

 

Momentos Senior: “El acento”

 

 

 

 

 

 

"Fundamentalmente fantasías para la resistencia" (2023) de Alfredo Sanzol
“Fundamentalmente fantasías para la resistencia” (2023) de Alfredo Sanzol

 

Momentos “Senior(s)”

Vivimos en una época de sonido y furia, desde luego, cercana al sentido del sinsentido que le otorgaba William  Faulkner  en su novela sobre su imaginario Deep South, a partir de una cita de Shakespeare. Es difícil permanecer en silencio, y mucho más intentar cohesionar discursos que mantengan cierta coherencia interna, ya que la relación extra textual de todo enunciado con sus receptores a través del  potente lanzallamas ideológico-paparruchero-digital, de cualquier naturaleza, puede llegar a calcinar cualquier intento creativo sin posibilidad de cortafuegos.

Mi reciente asistencia a las representaciones de Fundamentalmente fantasías para la resistencia de Alfredo Sanzol y Los pálidos de Lucia Carballal  en el Centro Dramático Nacional,  me retrotraen a pensar en la dificultad que puede tener cualquier persona creadora hoy en un espacio público maniatado por el juicio por la opinión. Y a su vez, atisbo la nimiedad de la teórica longevidad en la cresta de la ola, y/o el compromiso que se le exige a cualquier  autor   para que combine  recepción exitosa y temática abrazada a esa santidad ética siempre rayana con lo diabólico, de la que ya nos advertía Pascal.

En parte, es uno de los problemas con los que se enfrenta, en la obra de Sanzol, la imaginaria autora, en el sentido etimológico  de los corrales de comedias de nuestro teatro aureo, como creadora y directora de una actualizada compañía de teatro, bajo las bombas rusas, hoy en Kiev. O el viejo debate  de cómo deben comportarse artistas y otros intelectuales cuando las letras son sustituidas por las armas.

O como, en el caso de la obra de Carballal, un grupo de guionistas de series televisivas son sistemáticamente vapuleados por los intereses mercantiles  y populistas de la recepción ante diversos capítulos de un nuevo folletín, el cual, velis nolis,  tendría  que estar sometido a la tetralogía  del sexo (amor imposible), (temor a) la muerte, cumplimiento de los sueños y vengar el agravio, pero donde se instalan nuevos empoderamientos de todes en la encrucijada de la dicotomía irresoluble del dentro o fuera pero ¿de qué?

El acento

Así estos días, hemos asistido a un furibundo debate sobre la pertinencia de la acentuación selectiva en sólo. Juan Ramón Jiménez (JRJ)  también buscó suprimir en unidades consonánticas  las  de relajación oral tal  b,  p, n: o(b)scuro,  se(p)tiembre,  tra(n)slaticio. En todos estos casos y otros, el inglés   conserva  y marca la etimología —  mientras que el español ha aceptado el atajo, salvo, p. ej.: septembrino. Sencillez, simplificación y odio a lo inútil, decía JRJ en defensa de una escritura de lo hablado y rechazo a la pedantería de hablar como se escribe … Algunos, hasta de sus enemigos literarios más furibundos, buscaron también la sencillez de lo hablado en la escritura, que no en la ortografía  (Luis Cernuda, por ej.)  

¿Hace? – fugit  irreparabile tempus –, el editor de la Tercera Antolojía  de JRJ, Eugenio Florit, me defendía con pasión la pureza ortográfica por respeto y conocimiento etimológico. Pero en el rosario del incontable número de leyes educativas a la que se añade la de Celaá, que no Cela –   fundamental tilde prosódica y diacrítica -, ya se había ido suprimiendo el conocimiento del latín, no digamos del griego, la  cronología, o la importancia de the facts frente a las opiniones,  que hubiera remarcado el inspector Clouseau.

Harto difícil, entonces,  atisbar algún tipo de historia crítica  como maestra de vida, sobre la cual  Nietzsche recomendaba temperancia hacia su  uso y abuso  (al modo de Platón para  la mirada hacia el ocaso e Ireneo Funes para  la del amanecer)  y así intentar  avanzar, mientras desentrañaba el papel de la historia anticuaria y monumental. Tras aquel hundimiento del régimen de historicidad teleológico, sin embargo, el pasado ha regresado para ahora convertirse en tabla de salvación ética a la carta,  para muchos de los que no atisban futuro desde el precariado,  subclase actual  de la  estructura económica,  cuya long history  parece haber desaparecido.   Al contrario, se estila el recurso al eterno retorno actualizado para revisionismos varios a partir de lecturas deterministas con tufos de  positivismo diabólico,  todo lo cual hubiera alienado aún más al filólogo de Zaratrusta.  Ante las angustias cotidianas, se cancelan las paradojas de pasado y los atisbos de futuro (¡con el ángel del progreso de Walter Benjamin en el equipo!), privados del recurso al desparpajo de los emperadores romanos que decapitaban las estatuas de sus antecesores, aunque buscaran mantener el imaginario halo de la permanencia de Parménides …

En momentos de los pollos sin cabeza, — ojo con las erratas y el lenguaje inclusivo — esta expresión castiza, supongo, será tildada de manócrata:  neologismo esdrújulo anglo-latino-heleno que no se entronca necesariamente con ¿manes?, por esa manía escolar de husmear primero en las etimologías clásicas y no ir directamente al tráfico de la lingua franca, paradójicamente mucho más conservadora que nuestro español.

En fin que es posible sentirse más biforme que Jano, porque dicen que al futuro tra(n)shumano no se le espera, ya está aquí, — todavía con ¿n?— en la IA del GPT 4, la computación cuántica,  probetas rellenables ad infinitum  que nos ahorrarán cualquier  indigestión cognoscitiva y debate ornamental,  mientras  el pasado, o tempora, [n’] est plus un long fleuve tranquille, parte del relevante título de una película de Étienne Chatiliez,  ni los ríos van a dar en la mar …

¿Ergo, refugiarse de nuevo en  JRJ,  quien clamaba in deserto cuando se refería a la falta de acento entre los líricos de su época, a los que consideraba, a pesar de todo, cual  Mallarmé, como  mejor dotados para dar sentido a las palabras de la tribu …  en las que se supone, entraban tildes y otros adornos sintácticos como pelillos a la mar?