Exiliados y políticas de Estado en la franja de Gaza https://www.nortes.me/2023/10/26/exiliados-y-politicas-de-estado-en-la-franja-de-gaza/

Exiliados y políticas de Estado en la franja de Gaza

Entre la estridencia del debate sobre las nacionalidades periféricas y los esfuerzos separatistas y separadores de partidos anti y pro-españolistas herderianos, se defiende desde las filas indepes y el teórico progresismo federalista, la rectitud semántica de autocalificarse, o llamar a Carles Puigdemont, y seguidores como Toni Comín: exiliados/ exiliats.  Mitos del pueblo originario, épica legítimamente resistente, y  destierro, a su vez resignificados entre  el  llamado Movimiento de Liberación Nacional Vasco, para escamotear amalgamada de antifranquismo la memoria de los gudaris del terrorismo  etarra. Presente con 44 candidatos relacionados, luego retirados ante las denuncias de colectivos de víctimas,  en las recientes elecciones locales de 29 de mayo de 2023, y sin crítica alguna por  parte del supuesto código intransigente de EH Bildu ante cualquier violencia, así lo ha denunciado  el  expresidente del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, Juan Luis Ibarra, en su intervención de 26 de octubre de 2023, Los mitos con los que mataron,  en el XXI Seminario Fernando Buesa.

En el caso de los políticos catalanes, en ningún caso asimilables a ninguna estrategia terrorista como a veces los han descalificado voceros manipuladores de corrientes ultras, las  derivas onomásticas, el que sube la montaña, y comino, este último término además poco respetado en el acervo popular, habrían encantado a Crátilo, defensor de un signo naturalmente motivado frente al arbitrario de Hermógenes. Además, el que se tira al monte cobijado por aquellas arbitrarias leyes de desconexión del 6-7 de septiembre de 2017,  o puede ser un Cristo contemplador, sermoneador y redentor desde el Monte de las Bienaventuranzas para su pueblo perdido, o bien se le puede colgar el sambenito de Anticristo apocalíptico y tentador,  ante el nuevo Mesías socialista Pedro Sánchez, Segundo Satanás que se levanta en el Monte Quarantania, o, supuestamente. en el más cercano del Tibidavo, según nos recuerda su etimología, George Orwell en su Homenaje a Cataluña. Y el reelegido presidente español  se condenaría para la eternidad al aceptar las indispensables riquezas de los siete representantes de Junts per Catalunya para formar su gobierno, mientras se perdería España en manos de la división, y a cambio de una amnistía para los políticos catalanes involucrados en el Procès desde 2012. Con el cratilismo del Tibidavo, parece como si  la historia ya hubiera estado  escrita desde los Evangelios para mayor regocijo y justificación, supongo, de los que rezan hoy  el rosario ante las sedes del PSOE en Madrid.

Mientras unos y otros se tiran los trastos sobre estas posibilidades, el letrado Javier Melero, defensor de políticos indepes, ha señalado cómo Luis Jiménez de Asúa se había explayado en 1931 sobre la conveniencia de alejarse de las amnistías, ideal y románticamente, en aras de leyes justas y longevas: penúltimo presidente de la República española en el exilio (1961-1970), diputado socialista y ponente principal de la Constitución de 1931, transmisor de principios de justicia y jurisdicción  universales en el exilio bonaerense a otro desterrado como Manuel de Rivacoba, fundamentales para el intento de extradición de Augusto Pinochet en 1997, y profesor de la Escuela Matritense de Estudios Superiores de la calle de la Luna 29, arrasada por el conflicto de 1936, y regida hasta 1935 por Isidro Naharro López, antepasado mío. Aquel afamado penalista acabaría desencantado por la política identitaria de los defensores de Galeusca, los cuales lograron desde el exilio hacer pervivir la idea de la autodeterminación de los pueblos, luego aceptada en Suresnes por el PSOE de la facción González-Guerra en 1974: esquizofrénico punto enfriado y hasta negado ahora por aquellas corrientes del partido, con el recuerdo de las pesadillas  que produjo aquella promesa electoral de referéndum de 1984: OTAN de entrada, no.

De regreso a exilio, su abuso terminológico esconde su incorporación última al léxico
peninsular, ya que su origen galicista solo se puso en circulación a través de la presencia de refugiados españoles en América Latina, a partir de 1936-39, allí donde exilio y exil(i)ado (de éxil y éxilé, del latín exilium), eran mucho más frecuentes. Y tienen razón los defensores del término exiliados para los indepes, si les atribuimos, en este caso, la acepción segunda del diccionario de la RAE como expatriación, generalmente por motivos políticos, es decir desplazamiento motu proprio. Pero siempre habría que probar la persecución opresora de un régimen por motivos antidemocráticos, en la raíz del liberalismo constitucional participativo y protector de expulsados políticos como en el artículo 120 de la Constitución Montagnarde de 1793 en Francia, nunca aprobada pero base para el asilo de las convenciones de Ginebra para refugiados, a partir de 1920.

Y ya sé que algunas personas señalarán que el que se tiró al monte defendía dicha participación respecto de lo que Charles Tilly califica como naciones sin estado de aspiración estatal. Pero parece extraordinario, y sería una contradicción en términos y en derecho que   la Unión Europea hubiera permitido, sin sanciones,  que uno de sus socios utilizara la persecución política y exilio  contra  ciudadanos y representantes público  que no cumplieron  con los derechos de todos los ciudadanos, respecto del aceptado ordenamiento constitucional del  territorio. Evidentemente, no  implica que no se pueda alterar por cauces asumibles por todos los ciudadanos. Para las Naciones Unidas, España, dudosamente aceptada en 1955 en plena dictadura franquista, gracias a los intereses occidentales de la Guerra Fría, hoy aparece como un estado-nación de derecho, exento de colonias abiertas a la autodeterminación desde las que se pueda reprimir a los nuevos José Martí o José Rizal,  deportados,  exiliados o ejecutados.

Con una excepción: la de su antiguo territorio del Sáhara occidental, abandonado unilateralmente sin la pertinente aprobación del Congreso de los Diputados, por el presidente Pedro Sánchez a los intereses, curiosamente, de la geopolítica árabe-israelita-estadounidense, a favor de Marruecos en 2022. Iniciada por el yerno del presidente estadounidense  Innombrable, Jared Kushner, la acaba de dinamitar Hamas a partir de su espeluznante  pogromo terrorista y secuestrador de rehenes en la franja de Gaza, el 7 de octubre de 2023. Con ello ha logrado también, en su escalada de deshumanización, ascender un peldaño más por el  mal radical, mientras se sigue habilitando   como  abyecto representante de la causa del desahuciado pueblo palestino, y provocado la esperable respuesta de máximos bélicos  del ultraconservador gobierno de Israel.  Justificable bajo  el derecho a la autodefensa ante la agresión de Hamas, puede aparecer  como sospechoso de  crímenes de guerra ante el derecho humanitario por  el desplazamiento forzoso en una nueva Nakba de cerca de un millón de palestinos civiles hacia el Sur de Gaza, acusaciones que sólo  se podrían probar y juzgar  gracias al recurso de la fuerza, habitual y paradójicamente,  en manos de  los victimarios.

Nos encontramos ante otro ojo por ojo del cuanto peor, mejor del descenso sin fin  por los abismos del mal, bajo apoyo estadounidense fiel desde 1948 al joven estado de Ben Gurion y  al lobby israelí-nacional, pero  aliado entonces todavía en un último frente común anterior a la Guerra Fría con la URSS, sus satélites y la mayoría de los vencedores  de la Guerra Mundial. Y muy lejos de  las esperanzas de los acuerdos de Oslo de 1993  descarriladas tras la creación y atentados jihadistas de Hamas que llevaron a la segunda Intifada de 1998,  el  asesinato por un fundamentalista judío de Isaac Rabin en 1995, y la laxitud ante la continua ocupación de tierras palestinas  y contraviolencias antijudías. Si la OLP tardó treinta años en acercarse a una mesa de negociaciones, tras otros treinta años de violencias, y con la presente  guerra ¿cuántos tardaría el Hamas de la Jihad en hacerlo, espoleado de nuevo por masas enardecidas  en tantas capitales árabes o la Turquía que trueca el centenario secularizado de Ataturk por nuevos fundamentalismos, y hasta en otros lugares del planeta?

Así  lo han reflejado las  paradójicas ambigüedades declaratorias  de miembros del gobierno español que parecen proseguir por las sendas de las erráticas relaciones españolas con la zona y sus moradores.  Desde el tardío reconocimiento de la soberanía de Israel en 1986, hasta la falta del mismo hacia el estado palestino hoy, o la incapacidad para entender las analogías entre el 7 de octubre de 2023 en torno a Gaza, el 11 de marzo de 2004 en Madrid, y el 17 de septiembre de 2017 en Barcelona.  Una ojeada a lo que hoy se tilda de memoria democrática en España, ayudaría a visualizar  la retórica  judeo-masónica-anticomunista del franquismo deseoso de la victoria nazifascista en la Guerra Mundial, salvador por oportunismo y confesionalismo nacionalcatólico de unos 43.000 judíos de origen sefardita, el  tradicional reconocimiento táctico de los países árabes en guerra con la joven Israel, para romper el aislamiento internacional (1946-48) a la dictadura totalitaria española, enfado mayúsculo y propagandístico judeofóbico del Generalísimo, alias Jakin Book, por la oposición de Israel para  aceptar la entrada de España en la ONU,  junto a una controvertida visita de Yasser Arafat que todavía lideraba una organización que utilizaba el terror como arma política al ya  constitucional Madrid de 1979, mientras otra vasca, proseguía asesinando  en España por los mismos métodos …

En mitad de este batiburrillo, en línea desde la Guerra del Francés de 1808-1814, con una política internacional española de disminuidos vuelos, se habría asumido ahora una del síndrome de Almanzor, abierta al tacticismo marroquí, encargado de externalizar el aliso africano mediante fondos europeos poco transparentes, ante una emigración descontrolable desde Ceuta, Melilla, y/o de las aguas canarias, mientras cuán largo se lo fían a una Bruselas sin brújula alguna en política migratoria de solidaridad intereuropea, durante la fracasada cumbre de la UE en Granada. Mientras, entre regresiones  iliberales  israelíes, de corrupción sátrapa árabe-norteafricana, de dominós sino-ruso-estadounidenses en torno a  ese pedrero cenital de Palestina del que renegaba el emperador romano Adriano, siguen colándose estos  fundamentalismos terroristas de Hamas desde Gaza, o Hezbolá desde Líbano, bajo el paraguas de Irán. Y siguen sufriendo, por todos los lados y fronteras, los pueblos de las diásporas: sociedad del espectáculo noticiable sensacionalistamente, cuando huyen, son heridos o mueren … en línea con el pionero foto-reporterismo de la penosa marcha durante el éxodo republicano de las Españas de enero-febrero de 1939. Incomparable, desde luego, la suerte de inocentes judíos, palestinos y/o saharauis al de las minorías autóctonas ibéricas actuales, algunas de ellas en Catalunya:   sensibles entre su burguesía indepe  por la suerte israelí, o clamante  de los derechos palestinos con más gestos erráticos por parte de una antigua  alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, del grupo En Comú. Cosas veredes, Sancho, entre categorías y derechos de exilios y autodeterminaciones.

Sería deseable desterrar el abuso de la semántica e historia naturalizables con la que busca legitimarse todo nacionalismo de corte cratílico-herderiano de la tierra, y/o de la sangre, y/o de la teología,   representados en las Españas por abundantes ikurriñas, senyeras y estelades, bandeiras, cadenas y enseñas nacionales de todo tipo,  Aberri Egunas y Euskal Herria nacionalmente ontológicas, Diadas de mitos fundacionales, nieblas célticas, Navarras forales, o presencias desde tiempos de Trajano y hasta de Atapuerca que desembocan en Sant Yago y cierra España, viajes colombinos, o modernas expatriaciones que prestigian y ocultan reconfiguraciones nacionalistas actuales de dudosa savia democrática, y hasta de raíces violentas etarras.  Poco tienen que ver estas con los diversos destierros de liberales, – etimológicamente término español emanado de Cádiz en 1812,  fecha que bien valdría un referéndum para marcar la efemérides revolucionaria y constitucional española, difusora y coetánea de la idea de emancipación popular para la mayoría de aquellos  territorios coloniales en vías de independencia,   –   todavía simbolizada por el único monolito sobreviviente a la cruelísima reacción del Felón y Ominoso Fernando VII (1814, y tras el golpe de Riego de 1820, en 1823 – hace dos siglos -), en la asturiana San Agustín de la Florida-.  Tampoco son análogas estas expatriaciones actuales a los ostracismos  de defensores de la Primera o Segunda República, que tuvieron que huir para evitar, en el último caso, fusilamientos,  penales,   fosas comunes, y/o campos de concentración, para desparecer  cerca de 10.000 en los de exterminio por el trabajo nazi.

Vista la historia trágica de las naciones y cómo está el patio, sería recomendable, en román paladino,  un poco de ajo y agua, poéticamente el juanramoniano no le toques ya más, que así es la rosa, o el sabio principio de la Declaración de Independencia estadounidense de 1776 de no revolucionar, en este caso,  lo que  en España debiera ser la igualdad jurídica, fiscal  y constitucional  de todos los ciudadanos, adobados con la riqueza de los matices particulares de culturas y lenguas diversas de lo que seria conveniente llamar las Españas, y a pesar de los favores originarios para  los vasco-navarros, gracias a los  cupos de sus haciendas, en espera de una reforma equitativa de la redistribución de los recursos y deudas fiscales, tan utópica como que le toque la lotería al común de los mortales. Y desde luego, escasa comprensión  posible  para  exiliats y prófugos  etarras, regada además con  teóricas contrapartidas dolosas para los supuestos derechos y bienes comunes como los ferrocarriles y sus infraestructuras en Catalunya o Euskadi de una empresa emblemáticamente de todos como RENFE, o la caja conjunta de la Seguridad Social para su gestión en Euskadi, que el PSOE de Pedro Sánchez parece querer saldar  estos días, entre una falta de información contrastada.

Es el giro a favor de una  controvertida amnistía, histórica, intelectual y políticamente  paradójica, para facilitar un eufemístico gobierno de progreso a cambio de un puñado de votos procedentes de unos exiliats que antes propiciaron un sistema corrupto del 3% en Catalunya,   leyes y actos unilaterales desprovistos de derechos para todos los votantes  en Cataluña, e implícitamente ciudadanos españoles.  Frente a estos supuestos desterrados,  contemplamos   la infinita y última ristra de refugiados  de la desgraciada actualidad: renovadas generaciones de   palestinos en  Gaza, a los que el Sr. Sánchez y socios apoyan erráticamente, sin tener en cuenta tantas  sutilezas que han posibilitado, desde el supuesto  propio campo árabe-irano-fundamentalista, políticas reactivas legitimables israelís  hacia nuevos cementerios,  los cuales,  a su vez, ha visitado desde tiempos remotos, el otro pueblo, también de lengua semita, maldito y sufriente,  cuyo derecho a la existencia confesional,  étnica o territorial ha aparecido  siempre negado a la potenciación n: el judío.

Monolito (1813) de la Constitución española de 1812. Plaza de la Constitución, San Agustín (Florida) EE. UU.

Foto José María Naharro-Calderón

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