Exiliados y políticas de Estado en la franja de Gaza https://www.nortes.me/2023/10/26/exiliados-y-politicas-de-estado-en-la-franja-de-gaza/

Exiliados y políticas de Estado en la franja de Gaza

Entre la estridencia del debate sobre las nacionalidades periféricas y los esfuerzos separatistas y separadores de partidos anti y pro-españolistas herderianos, se defiende desde las filas indepes y el teórico progresismo federalista, la rectitud semántica de autocalificarse, o llamar a Carles Puigdemont, y seguidores como Toni Comín: exiliados/ exiliats.  Mitos del pueblo originario, épica legítimamente resistente, y  destierro, a su vez resignificados entre  el  llamado Movimiento de Liberación Nacional Vasco, para escamotear amalgamada de antifranquismo la memoria de los gudaris del terrorismo  etarra. Presente con 44 candidatos relacionados, luego retirados ante las denuncias de colectivos de víctimas,  en las recientes elecciones locales de 29 de mayo de 2023, y sin crítica alguna por  parte del supuesto código intransigente de EH Bildu ante cualquier violencia, así lo ha denunciado  el  expresidente del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, Juan Luis Ibarra, en su intervención de 26 de octubre de 2023, Los mitos con los que mataron,  en el XXI Seminario Fernando Buesa.

En el caso de los políticos catalanes, en ningún caso asimilables a ninguna estrategia terrorista como a veces los han descalificado voceros manipuladores de corrientes ultras, las  derivas onomásticas, el que sube la montaña, y comino, este último término además poco respetado en el acervo popular, habrían encantado a Crátilo, defensor de un signo naturalmente motivado frente al arbitrario de Hermógenes. Además, el que se tira al monte cobijado por aquellas arbitrarias leyes de desconexión del 6-7 de septiembre de 2017,  o puede ser un Cristo contemplador, sermoneador y redentor desde el Monte de las Bienaventuranzas para su pueblo perdido, o bien se le puede colgar el sambenito de Anticristo apocalíptico y tentador,  ante el nuevo Mesías socialista Pedro Sánchez, Segundo Satanás que se levanta en el Monte Quarantania, o, supuestamente. en el más cercano del Tibidavo, según nos recuerda su etimología, George Orwell en su Homenaje a Cataluña. Y el reelegido presidente español  se condenaría para la eternidad al aceptar las indispensables riquezas de los siete representantes de Junts per Catalunya para formar su gobierno, mientras se perdería España en manos de la división, y a cambio de una amnistía para los políticos catalanes involucrados en el Procès desde 2012. Con el cratilismo del Tibidavo, parece como si  la historia ya hubiera estado  escrita desde los Evangelios para mayor regocijo y justificación, supongo, de los que rezan hoy  el rosario ante las sedes del PSOE en Madrid.

Mientras unos y otros se tiran los trastos sobre estas posibilidades, el letrado Javier Melero, defensor de políticos indepes, ha señalado cómo Luis Jiménez de Asúa se había explayado en 1931 sobre la conveniencia de alejarse de las amnistías, ideal y románticamente, en aras de leyes justas y longevas: penúltimo presidente de la República española en el exilio (1961-1970), diputado socialista y ponente principal de la Constitución de 1931, transmisor de principios de justicia y jurisdicción  universales en el exilio bonaerense a otro desterrado como Manuel de Rivacoba, fundamentales para el intento de extradición de Augusto Pinochet en 1997, y profesor de la Escuela Matritense de Estudios Superiores de la calle de la Luna 29, arrasada por el conflicto de 1936, y regida hasta 1935 por Isidro Naharro López, antepasado mío. Aquel afamado penalista acabaría desencantado por la política identitaria de los defensores de Galeusca, los cuales lograron desde el exilio hacer pervivir la idea de la autodeterminación de los pueblos, luego aceptada en Suresnes por el PSOE de la facción González-Guerra en 1974: esquizofrénico punto enfriado y hasta negado ahora por aquellas corrientes del partido, con el recuerdo de las pesadillas  que produjo aquella promesa electoral de referéndum de 1984: OTAN de entrada, no.

De regreso a exilio, su abuso terminológico esconde su incorporación última al léxico
peninsular, ya que su origen galicista solo se puso en circulación a través de la presencia de refugiados españoles en América Latina, a partir de 1936-39, allí donde exilio y exil(i)ado (de éxil y éxilé, del latín exilium), eran mucho más frecuentes. Y tienen razón los defensores del término exiliados para los indepes, si les atribuimos, en este caso, la acepción segunda del diccionario de la RAE como expatriación, generalmente por motivos políticos, es decir desplazamiento motu proprio. Pero siempre habría que probar la persecución opresora de un régimen por motivos antidemocráticos, en la raíz del liberalismo constitucional participativo y protector de expulsados políticos como en el artículo 120 de la Constitución Montagnarde de 1793 en Francia, nunca aprobada pero base para el asilo de las convenciones de Ginebra para refugiados, a partir de 1920.

Y ya sé que algunas personas señalarán que el que se tiró al monte defendía dicha participación respecto de lo que Charles Tilly califica como naciones sin estado de aspiración estatal. Pero parece extraordinario, y sería una contradicción en términos y en derecho que   la Unión Europea hubiera permitido, sin sanciones,  que uno de sus socios utilizara la persecución política y exilio  contra  ciudadanos y representantes público  que no cumplieron  con los derechos de todos los ciudadanos, respecto del aceptado ordenamiento constitucional del  territorio. Evidentemente, no  implica que no se pueda alterar por cauces asumibles por todos los ciudadanos. Para las Naciones Unidas, España, dudosamente aceptada en 1955 en plena dictadura franquista, gracias a los intereses occidentales de la Guerra Fría, hoy aparece como un estado-nación de derecho, exento de colonias abiertas a la autodeterminación desde las que se pueda reprimir a los nuevos José Martí o José Rizal,  deportados,  exiliados o ejecutados.

Con una excepción: la de su antiguo territorio del Sáhara occidental, abandonado unilateralmente sin la pertinente aprobación del Congreso de los Diputados, por el presidente Pedro Sánchez a los intereses, curiosamente, de la geopolítica árabe-israelita-estadounidense, a favor de Marruecos en 2022. Iniciada por el yerno del presidente estadounidense  Innombrable, Jared Kushner, la acaba de dinamitar Hamas a partir de su espeluznante  pogromo terrorista y secuestrador de rehenes en la franja de Gaza, el 7 de octubre de 2023. Con ello ha logrado también, en su escalada de deshumanización, ascender un peldaño más por el  mal radical, mientras se sigue habilitando   como  abyecto representante de la causa del desahuciado pueblo palestino, y provocado la esperable respuesta de máximos bélicos  del ultraconservador gobierno de Israel.  Justificable bajo  el derecho a la autodefensa ante la agresión de Hamas, puede aparecer  como sospechoso de  crímenes de guerra ante el derecho humanitario por  el desplazamiento forzoso en una nueva Nakba de cerca de un millón de palestinos civiles hacia el Sur de Gaza, acusaciones que sólo  se podrían probar y juzgar  gracias al recurso de la fuerza, habitual y paradójicamente,  en manos de  los victimarios.

Nos encontramos ante otro ojo por ojo del cuanto peor, mejor del descenso sin fin  por los abismos del mal, bajo apoyo estadounidense fiel desde 1948 al joven estado de Ben Gurion y  al lobby israelí-nacional, pero  aliado entonces todavía en un último frente común anterior a la Guerra Fría con la URSS, sus satélites y la mayoría de los vencedores  de la Guerra Mundial. Y muy lejos de  las esperanzas de los acuerdos de Oslo de 1993  descarriladas tras la creación y atentados jihadistas de Hamas que llevaron a la segunda Intifada de 1998,  el  asesinato por un fundamentalista judío de Isaac Rabin en 1995, y la laxitud ante la continua ocupación de tierras palestinas  y contraviolencias antijudías. Si la OLP tardó treinta años en acercarse a una mesa de negociaciones, tras otros treinta años de violencias, y con la presente  guerra ¿cuántos tardaría el Hamas de la Jihad en hacerlo, espoleado de nuevo por masas enardecidas  en tantas capitales árabes o la Turquía que trueca el centenario secularizado de Ataturk por nuevos fundamentalismos, y hasta en otros lugares del planeta?

Así  lo han reflejado las  paradójicas ambigüedades declaratorias  de miembros del gobierno español que parecen proseguir por las sendas de las erráticas relaciones españolas con la zona y sus moradores.  Desde el tardío reconocimiento de la soberanía de Israel en 1986, hasta la falta del mismo hacia el estado palestino hoy, o la incapacidad para entender las analogías entre el 7 de octubre de 2023 en torno a Gaza, el 11 de marzo de 2004 en Madrid, y el 17 de septiembre de 2017 en Barcelona.  Una ojeada a lo que hoy se tilda de memoria democrática en España, ayudaría a visualizar  la retórica  judeo-masónica-anticomunista del franquismo deseoso de la victoria nazifascista en la Guerra Mundial, salvador por oportunismo y confesionalismo nacionalcatólico de unos 43.000 judíos de origen sefardita, el  tradicional reconocimiento táctico de los países árabes en guerra con la joven Israel, para romper el aislamiento internacional (1946-48) a la dictadura totalitaria española, enfado mayúsculo y propagandístico judeofóbico del Generalísimo, alias Jakin Book, por la oposición de Israel para  aceptar la entrada de España en la ONU,  junto a una controvertida visita de Yasser Arafat que todavía lideraba una organización que utilizaba el terror como arma política al ya  constitucional Madrid de 1979, mientras otra vasca, proseguía asesinando  en España por los mismos métodos …

En mitad de este batiburrillo, en línea desde la Guerra del Francés de 1808-1814, con una política internacional española de disminuidos vuelos, se habría asumido ahora una del síndrome de Almanzor, abierta al tacticismo marroquí, encargado de externalizar el aliso africano mediante fondos europeos poco transparentes, ante una emigración descontrolable desde Ceuta, Melilla, y/o de las aguas canarias, mientras cuán largo se lo fían a una Bruselas sin brújula alguna en política migratoria de solidaridad intereuropea, durante la fracasada cumbre de la UE en Granada. Mientras, entre regresiones  iliberales  israelíes, de corrupción sátrapa árabe-norteafricana, de dominós sino-ruso-estadounidenses en torno a  ese pedrero cenital de Palestina del que renegaba el emperador romano Adriano, siguen colándose estos  fundamentalismos terroristas de Hamas desde Gaza, o Hezbolá desde Líbano, bajo el paraguas de Irán. Y siguen sufriendo, por todos los lados y fronteras, los pueblos de las diásporas: sociedad del espectáculo noticiable sensacionalistamente, cuando huyen, son heridos o mueren … en línea con el pionero foto-reporterismo de la penosa marcha durante el éxodo republicano de las Españas de enero-febrero de 1939. Incomparable, desde luego, la suerte de inocentes judíos, palestinos y/o saharauis al de las minorías autóctonas ibéricas actuales, algunas de ellas en Catalunya:   sensibles entre su burguesía indepe  por la suerte israelí, o clamante  de los derechos palestinos con más gestos erráticos por parte de una antigua  alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, del grupo En Comú. Cosas veredes, Sancho, entre categorías y derechos de exilios y autodeterminaciones.

Sería deseable desterrar el abuso de la semántica e historia naturalizables con la que busca legitimarse todo nacionalismo de corte cratílico-herderiano de la tierra, y/o de la sangre, y/o de la teología,   representados en las Españas por abundantes ikurriñas, senyeras y estelades, bandeiras, cadenas y enseñas nacionales de todo tipo,  Aberri Egunas y Euskal Herria nacionalmente ontológicas, Diadas de mitos fundacionales, nieblas célticas, Navarras forales, o presencias desde tiempos de Trajano y hasta de Atapuerca que desembocan en Sant Yago y cierra España, viajes colombinos, o modernas expatriaciones que prestigian y ocultan reconfiguraciones nacionalistas actuales de dudosa savia democrática, y hasta de raíces violentas etarras.  Poco tienen que ver estas con los diversos destierros de liberales, – etimológicamente término español emanado de Cádiz en 1812,  fecha que bien valdría un referéndum para marcar la efemérides revolucionaria y constitucional española, difusora y coetánea de la idea de emancipación popular para la mayoría de aquellos  territorios coloniales en vías de independencia,   –   todavía simbolizada por el único monolito sobreviviente a la cruelísima reacción del Felón y Ominoso Fernando VII (1814, y tras el golpe de Riego de 1820, en 1823 – hace dos siglos -), en la asturiana San Agustín de la Florida-.  Tampoco son análogas estas expatriaciones actuales a los ostracismos  de defensores de la Primera o Segunda República, que tuvieron que huir para evitar, en el último caso, fusilamientos,  penales,   fosas comunes, y/o campos de concentración, para desparecer  cerca de 10.000 en los de exterminio por el trabajo nazi.

Vista la historia trágica de las naciones y cómo está el patio, sería recomendable, en román paladino,  un poco de ajo y agua, poéticamente el juanramoniano no le toques ya más, que así es la rosa, o el sabio principio de la Declaración de Independencia estadounidense de 1776 de no revolucionar, en este caso,  lo que  en España debiera ser la igualdad jurídica, fiscal  y constitucional  de todos los ciudadanos, adobados con la riqueza de los matices particulares de culturas y lenguas diversas de lo que seria conveniente llamar las Españas, y a pesar de los favores originarios para  los vasco-navarros, gracias a los  cupos de sus haciendas, en espera de una reforma equitativa de la redistribución de los recursos y deudas fiscales, tan utópica como que le toque la lotería al común de los mortales. Y desde luego, escasa comprensión  posible  para  exiliats y prófugos  etarras, regada además con  teóricas contrapartidas dolosas para los supuestos derechos y bienes comunes como los ferrocarriles y sus infraestructuras en Catalunya o Euskadi de una empresa emblemáticamente de todos como RENFE, o la caja conjunta de la Seguridad Social para su gestión en Euskadi, que el PSOE de Pedro Sánchez parece querer saldar  estos días, entre una falta de información contrastada.

Es el giro a favor de una  controvertida amnistía, histórica, intelectual y políticamente  paradójica, para facilitar un eufemístico gobierno de progreso a cambio de un puñado de votos procedentes de unos exiliats que antes propiciaron un sistema corrupto del 3% en Catalunya,   leyes y actos unilaterales desprovistos de derechos para todos los votantes  en Cataluña, e implícitamente ciudadanos españoles.  Frente a estos supuestos desterrados,  contemplamos   la infinita y última ristra de refugiados  de la desgraciada actualidad: renovadas generaciones de   palestinos en  Gaza, a los que el Sr. Sánchez y socios apoyan erráticamente, sin tener en cuenta tantas  sutilezas que han posibilitado, desde el supuesto  propio campo árabe-irano-fundamentalista, políticas reactivas legitimables israelís  hacia nuevos cementerios,  los cuales,  a su vez, ha visitado desde tiempos remotos, el otro pueblo, también de lengua semita, maldito y sufriente,  cuyo derecho a la existencia confesional,  étnica o territorial ha aparecido  siempre negado a la potenciación n: el judío.

Monolito (1813) de la Constitución española de 1812. Plaza de la Constitución, San Agustín (Florida) EE. UU.

Foto José María Naharro-Calderón

Exiliados y políticas de Estado en la franja de Gaza

Sobre lo cortés de las fablas

Sobre lo cortés de las fablas

José María Naharro-Calderón

Pieter Brueghel el Viejo La torre de Babel

Museo de Historia del Arte de Viena

Parece que las Cortes españolas serían  el espacio donde debiera primar el  debate plural en fabla  común, o lingua franca castellana,  frente a los parlamentos de comunidades con lenguas co-oficiales (Illes Balears, Catalunya, Comunitat Valenciana, Euskadi, Galiza, Navarra) o el Senado español.  Pero bienvenido lo cortés de las otras fablas, si algunas personas, que a veces parecen querer pasar un camello por el ojo  de una aguja,  así   abandonan los  argumentos de  victimismos  político-lingüístico-culturales, más allá de las filias  y   fobias reversibles  que corren por todas las Españas cuando escuchan la lengua de los “enemigos”, con un punto de vista identitario-radical.  Reúnase en el ciberespacio, por ej. a especímenes de Vox y de la CUP, o de Junts o ERC de “morro fort”, o abertzales en el entorno o izquierda de Bildu. O simplemente  hable catalán en algunos lugares de Llanes, a ver qué cara pone alguna gente que luego defendería lo “cristiano” del “bablismo” monolingüe. Cosas oiredes Sancho.

Ahora tomemos  el otro lado del argumento, para darnos  cuenta que aquella señoría  que puede expresarse en la lengua común que marca la Constitución, se supedita a una traducción o interpretación, como todas, traicionera, –traduttore-traditore– por utilizar la lengua co-oficial de su parlamento y autonomía. De todas formas, para rizar el paroxismo, las interpretaciones de sus señorías diversas en el Congreso de los Diputados y Senado se realizarán,  en todos los casos,  al castellano.  Es un gesto quizás innecesario  para la mayoría, pero … más  probablemente en detrimento de la capacidad comunicativa de la minoría hacia la mayoría. Ahora bien, una vez concedido el deseo, — otras personas hablarían de capricho –, siempre que tenga un límite asumible, — el de las sesiones plenarias y no el del funcionamiento operativo del Congreso de los Diputados, o su trasvase a la administración general, volverá  la calma lejos de la olla exprés de tertulian@s indignad@s,  a los que habría  que preguntar sobre su poliglotismo …  Ya tras los primeros días, algunas de sus  señorías, hasta  han regresado al castellano puntualmente, y  luego se expresan en la lengua madre para los suyos y sus medios de comunicación … Todo lógico y asumible en estos momentos de “rauxas” identitarias por tantas partes, como si no hubiera problemas más urgentes: los desafíos de la inteligencia artificial, los modelos de una agenda sostenible, de nuevo con objetivos irrealizables  al  crecer mediante  energías “limpias” que no lo son, a falta de nuevos metales escasos para las nuevas tecnologías, cuya extracción puede ser tan contaminante y explotadora como la de los fósiles, y desde luego sin abastecimiento suficiente para los nuevos cementerios de paneles solares …, una política hacia la migración que nadie sabe enmarcar, la educación infantil sometida a la violencia que circula por  las redes digitales, o la última llamarada en Palestina,  etc. Mucho “postureo” como dicen hoy …

Pero la democracia es también  defender el derecho de las minorías  que no ponga en riesgo a las mayorías (Tocqueville).  Por eso en mi ensayo más largo El águila, el timonel,  el patán,  el exiliado,  y el 11 de septiembre, busco el humor  al señalar cómo el resto de las fablas de las Españas buscarían luego obtener derechos lingüístico-parlamentarios similares, y ¿volver? a la Torre de Babel … Uno de los puntos que defiendo allí,  quizá un poco más claro que  en la versión escrita corta, y desde luego, en  el video,  es que la enseñanza de las lenguas co-oficiales es algo complejo, y a veces, en detrimento de la lengua común (nada se aprende por ósmosis) y de la deseable eficacia comunicativa, sin trincheras identitarias.

(https://blog.umd.edu/mondinaire/2023/09/22/el-aguila-el-timonel-el-patan-el-exiliado-y-el-11-de-septiembre/)

Evidentemente, este asunto desborda el  contexto inicial del escrito anterior.  Así, la política de “inmersión”  en Catalunya, y ahora la nueva política  en Euskadi favorecen el   conocimiento de  las lenguas autóctonas. En Euskadi, el nuevo modelo  exigirá un dominio B1 en  español/o euskera,  mientras  la enseñanza en euskera empieza  a dominar, y  las pruebas de control académico    muestran la caída  en la competencia de ambas lenguas,  [https://elpais.com/educacion/2021-11-21/el-bajon-de-resultados-en-bilinguismo-revuelve-los-cimientos-de-la-escuela-vasca.html] mientras nacen jergas nuevas como el “euskañol”, evolución siempre interesante en el momento en que conviven varias fablas.  Y por ello,   se trafica con una  apariencia  bilingüe, la cual no conduce necesariamente  a  un conocimiento “nativo” equivalente  en ambas  lenguas, a menos que se practiquen oralmente, se estudien y, sobre todo,  se lean y se escriban  asiduamente en ellas.

El caso que mejor conozco sobre el terreno  es el de  la Catalunya Central, donde observo con mi  deformación de filólogo “asesino” cuando pío en mi catalán de andar con mi santa que me enseña y me corrige, cómo  allí el catalán es claramente mayoritario en    el ámbito  familiar y  sistema educativo  de  inmersión,   pero  donde las personas teóricamente “bilingües” suelen acabar con una competencia menor en castellano:  “La disparidad mayor se da en Girona, Catalunya Central y Maresme-Vallès Oriental, que quedan lejos en el dominio de castellano. Y en catalán pinchan Tarragona y el área metropolitana de Barcelona” (https://www.lavanguardia.com/vida/20181029/452608744159/plan-linguistico-escolar-cataluna-nivel-barcelona-objetivo.html) En  las pruebas de acceso a la Universidad de 2018, la nota media de lengua castellana en Cataluña fue, según datos del Ministerio de Educación, de 6,41, levemente inferior a la media española (6,45). (https://elpais.com/elpais/2018/02/20/hechos/1519155828_032955.html) Pero en la distribución geográfica,  “en lengua catalana, las medias más altas corresponden a las comarcas más catalanoparlantes  de Terres de l’Ebre (78,5) y de la Catalunya Central y Lleida (77,8), mientras que la más baja es la de Barcelona Comarques (74,2). En lengua castellana, la puntuación media más alta la obtiene Tarragona (80,3), mucho más castellano-parlante,  y la más baja es la del Baix Llobregat, Catalunya Central y  el Vallès Occidental (76,6)”. (https://www.elperiodico.com/es/sociedad/20211205/alumnos-catalanes-altamente-competentes-catalan-12924569)

Y muy probablemente, hay una diferencia  significativa entre  las   generaciones de la inmersión de hoy  menos competentes en castellano que aquellos hablantes,  cercanos a un  bilingüismo de nivel  C-1  con   nivel avanzado de competencia apropiado para tareas más complejas de trabajo y estudio y que proceden generacionalmente del antiguo sistema “opresor” del monolingüismo castellano heredado del franquismo,  y que luego lograron competencias de expresión escrita adecuadas en catalán, en épocas anteriores a la digitalización.

Para mi postura  en el Partido Radical de los Ilusos,   el  estudiantado   debería poder elegir en una proporción de comunicación cercana al 75% la enseñanza en la EGB en  la lengua de no competencia familiar en  la  co-oficialidad  territorial  en la que se encuentre,  para luego complementar la lengua familiar en un 25% de enseñanza restante, para luego continuar más allá de la EGB en la lengua de su elección, complementada por la otra co-oficial. Todo ello se puede organizar, sobre todo,  con todos los recursos de la IA actuales, para preparar programas escolares co-bilingües reversibles, etc., a los que hay que añadir la competencia del inglés. Y en principio, representa una de las modificaciones que instauró Ensyament en Catalunya en 2018, sin saber finalmente si fueron papel mojado: “El nuevo modelo da libertad a los centros para mejorar las competencias de comunicación de sus alumnos en función de la realidad de las lenguas que hablan. El catalán se mantiene como lengua vehicular y de comunicación con los padres, pero las escuelas pueden modificar la exposición a la lengua según convenga para mejorar el resultado de los alumnos. En los centros de Catalunya Central y Girona se ofrecería más exposición al castellano, mientras que en los de Tarragona y Baix Llobregat, al catalán. No obstante, la evaluación de competencias básicas de la Generalitat, en la que participaron 66.000 alumnos, mide la comprensión lectora y la expresión escrita, pero no la oralidad. En este sentido, el reciente estudio de la Universitat de Barcelona Language, culture and curriculum indica que todos los alumnos en Catalunya tienen una confianza lingüística elevada, esto es, la mayoría se siente capaz de hablar en casi cualquier contexto” .https://www.lavanguardia.com/vida/20181029/452608744159/plan-linguistico-escolar-cataluna-nivel-barcelona-objetivo.html

Pero tenemos que saber también que la competencia  del llamado castellano en el resto del estado — por cierto terminología machacona del franquismo — como mencionaba antes  en el decreto de nombramiento del “Caudillo”, de la que se apoderaron los nacionalistas periféricos, — en particular el PNV de Arzallus– no es precisamente glorioso, con escolares que desconocen la ortografía, y no leen literatura  en lengua alguna, etc.  “En 4º de la ESO en 2020-21, en el apartado de faltas de ortografía, los resultados, no muy positivos, salen mejor en castellano que en catalán. Así, la media de faltas por alumno se sitúa en 7,6 en lengua catalana y en 7,4 en lengua castellana”.  (https://www.elperiodico.com/es/sociedad/20211205/alumnos-catalanes-altamente-competentes-catalan-12924569). El    tener  el castellano una ortografía más regularizable,  podría explicar el menor número de faltas, y el aprendizaje activo de dos lenguas, desde luego,    incide en mejores niveles de competencia en dichas comunidades bilingües, los cuales, de todas formas,  siguen siendo relativamente poco espléndidos, y sobre todo, sólo en la oralidad.    En fin, por lo general, que en tierras de ciegos, el tuerto es el rey.

Quiero incidir que tampoco   comparto la terminología  de castellano frente a la de español, ya  que aquella se referiría restrictivamente  a la lengua de  un momento y espacio histórico-geográfico,  y no a la nomenclatura asumida a partir del XVIII como imagen de la  difusión geográfica de dicha lengua por las Españas y las Américas, más allá de lo que representaba un proyecto normativo de dominio cultural, enraizado en la creación de la RAE y su “Diccionario de Autoridades”. Es verdad que la mitad de las constituciones latinoamericanas  se refieren  también al  castellano, y por lo tanto se trata de una cuestión de nomenclatura  en la que también puede  incidir  el debate histórico-político.Sin embargo, la mención del castellano en  la Constitución Española de 1978 fue una concesión  defendida, por ejemplo, por Camilo José Cela, ante  los deseos de Jordi Pujol, cuya administración posteriormente, y   gracias a la  política de  transferencia de las competencias de educación por parte de la administración central a todas las comunidades autónomas,   aceleró por la inmersión lingüística  el proceso de “fer país” y del  “Avui paciència, demà independència”.  Y por aquí, volveríamos a darnos de bruces con el  nominalismo de Crátilo frente al convencionalismo de Hermógenes.

En Galiza, el modelo del bilingüismo   “implantado  desde el año 2010 es el denominado de conjunción de lenguas, que consiste en que hay una única línea de enseñanza, con la prohibición expresa de separar al alumnado de centro o de aula por razón de lengua”. En este modelo, “a la lengua gallega se le otorga la prerrogativa de lengua vehicular de la enseñanza, y se reparte la docencia con el castellano en ‘porcentajes iguales’, por lo que ‘no contempla la posibilidad de la implantación del modelo de inmersión lingüística’. Se puede afirmar, pues, que no existen limitaciones a la enseñanza del gallego en Galicia, sino el seguimiento de un sistema de enseñanza bilingüe que, por otra parte, avalan múltiples estudios científicos, así como los resultados obtenidos”. Sin embargo este modelo es atacado por los galleguistas que “censuran la postura del Gobierno central  conformado por PSOE y Unidas Podemos después de todas las movilizaciones en defensa del gallego y contra este modelo. Al respecto “[se] ha recordado las cifras de desconocimiento del idioma en menores de 15 años, que alcanzan el 25 por ciento, y sus carencias en ámbitos como el audiovisual o el ocio juvenil como resultado de ‘una política muy agresiva.” (https://www.europapress.es/galicia/noticia-informe-gobierno-avala-modelo-linguistico-xunta-niega-limitaciones-gallego-ensenanza-20210216171055.html)

También diría que el nivel de competencia del castellano, para de nuevo usar la terminología constitucional, que observo, a veces, en  algunas intervenciones en el Congreso o Senado, sería de nivel  B-2/C-1 donde algunos  usuarios podrían hasta rozar el B1 al desenvolverse en la mayor parte de las situaciones que pueden surgir durante un viaje por zonas donde se utiliza la lengua objeto de estudio, o lo exigible a los Erasmus. Mientras que el B2 indica que la persona puede desenvolverse con hablantes nativos con un grado suficiente de fluidez y naturalidad, de modo que la comunicación se realice sin esfuerzo por parte de los interlocutores, sin la fluidez del C1 con   nivel avanzado de competencia apropiado para tareas más complejas de trabajo y estudio, o el C-2 que no representa, sin embargo,  la competencia nativa.   Algo de esto tiene que ver también con la pobreza retórica y parlamentaria de las intervenciones, a veces también observada entre los castellano parlantes de raíz.  En particular, recuerdo la dificultosa competencia en castellano de Marta Rovira de ERC cuando vino a defender un  proyecto de referéndum de autodeterminación catalán  al Congreso de los Diputados en abril de  2014. Tras  la jubilación de Joan Sardá,  dicha formación se ha  cuidado de enviar a Gabriel Rufián como portavoz, — de nuevo el cratilismo-el cual,  paradójicamente, adolece de una competencia menor en catalán, al ser él mismo de lengua materna castellana.  Y recuerdo cómo furibundos indepes de morro fort, con pasados diversos en el espectro ideológico,  clamaban cuando el charnego José Montilla llegó con su “barreja de català”   al Palau de la Generalitat en 2006.  Algunas personas en la política se expresan  con mayor dificultad en un castellano o lengua autonómica  que conocen peor frente a la lengua familiar y/o a la de su formación educativa, mientras  que además, a veces  esperan  proyectar y representar políticamente el sentido identitario que les da esa lengua del entorno familiar y/o autonómico. Dicha identidad  no se puede negar ni separar del lado comunicativo, sobre todo en las personas que aspiran a tener su propio marco nacional-estatal, y así regresamos al debate de lo natural frente a lo convencional.

Por ello,  no habría que dar razón alguna para que nadie se queje  de discriminación lingüística-cultural en el Congreso de los Diputados,  si eso vale  algunos traductores e intérpretes (puestos de trabajo  que estoy seguro acabarán en la IA), a pesar de que el nivel de competencia lingüístico de sus futuros representados no deje de declinar. Así lo corrobora , el  último informe del del Consell Superior d’Avaluació, del de Transformació Educativa catalán del 12 de octubre de 2023: “Ninguna de las dos lenguas [catalán, castellano] alcanza el 30% deseable de excelentes. De todas las competencia comunicativas, la expresión escrita es la que presenta el peor resultado (un 15% no alcanza el nivel básico). En prueba oral, que se añadió este año, aprueban de forma satisfactoria.” (https://www.lavanguardia.com/vida/20231012/9294689/competencias-basicas-caen-castellano-catalan-matematicas-remonta.html)

 Además por ejemplo, el catalán es lengua  que se codea en números de hablantes con  el finés,  danés o noruego, mientras que el gallego hablado en Galiza por unos dos millones y en ultramar,  también merece por volumen atención, seguido del millón aproximado de hablantes del  euskera batúa,  idioma normalizado en 1968 para superar su importante   división dialectal. Luego  las circunstancias históricas  marcaron   que unos espacios políticos conformaran un estado-nación  liberal, como España,  y otros no. Mientras,  tanto gallego como catalán, como castellano, ahora sí es pertinente esta denominación histórica, proceden de la misma familia latina, y por ello, no habría que estrujarse los sesos, para por lo menos, que los escolares de las Españas tuvieran un conocimiento mínimo, un “bañito”  de sus primas idiomáticas, — el euskera es otra familia bastante más alejada — y habría  que dedicarle  muchas más  horas para llegar a alguna mínima competencia.

En  los EE. UU.,   no hay  ninguna mención  en su constitución federal sobre la lengua, pero sí en  las constituciones estatales, mientras que los escasos territorios de las reservas indígenas conservan, a duras penas, sus diferentes lenguas autóctonas, arrasadas por la “conquista del oeste”. El bilingüismo en la enseñanza escolar con el español en EE. UU., originario de 1967 — no lo hay  para la importante comunidad de origen asiático como la china – ha cambiado con  una  enmienda de 2002.  Busca  “asimilar”  la diferencia de los que llegan  hablando  español para que pasen rápidamente a  las clases monolingües, y que muchos inmigrantes “renuncien” a su lengua materna para no ser “discriminados” como no pertenecientes a la comunidad angloparlante. No Child Left Behind (NCLB), (No Dejarse Atrás a Ningún Niñ@) de 2002 impactó significativamente en la  educación bilingüe  del Bilingual Education Act de 1967 que ha pasado a denominarse English Language Acquisition, Language Enhancement, and Academic Achievement Act,  al focalizarse en el control examinador de las competencias en inglés,  y  no el bilingüismo, que queda a disposición de las diversas  políticas locales y estatales de enseñanza. “Aumenta así el síndrome del converso” asimilado de las últimas generaciones de inmigrados o ya ciudadanos nacidos por  el derecho de suelo, que pueden llegar a tratar a los recién llegados de los flujos migratorios actuales, despectivamente  como “chanchis”.   En ciertas escuelas, algunos profesores más ilustrados y con políticas locales y/o estatales más diversas,   buscan proteger  a esos estudiantes bilingües que en realidad poseen  una riqueza añadida  para  poder comunicarse en dos lenguas. Pero en general, la lengua de herencia queda ahora supeditada al dominio del inglés, y los estudiantes tienen más dificultades para conservarla, practicarla y asumirla como propia, hasta llegar, algunos privilegiados, a las universidades, donde se pueden fomentar  sus raíces, a través de   estudios reglados de lengua de herencia y  “latinx”. Mientras,   la parte siempre  eficaz y “beneficiosa”  del capitalismo consumista  ha buscado que el español no represente  una barrera comunicativa, y para ello,  fomenta un bilingüismo pragmático  en cartelería, mercado, etc.

En fin, nada de todo  esto es una calle unidireccional en ningún lugar, y desde luego, las lenguas tampoco  pueden ser armas arrojadizas como para separatistas y separadores en las Españas. Evidentemente, “una sociedad bilingüe no puede aspirar a una ilusa y plena competencia en ambas lenguas, [pero] sí puede aspirar a sacar la lengua del debate político” https://elpais.com/opinion/2021-11-30/la-lengua-no-es-el-problema.html), y  a la riqueza y diversidad.

Otro tema  son las  concesiones  a partir de lo que representa los intereses y derechos fundamentales de todo el mundo  en las Españas y España … cimentados para alejarse  de desencuentros muy sangrientos (tres conflictos carlistas y el  de la España in-civil en  los dos últimos siglos):   supuesto derecho a una  autodeterminación unilateral, basada fundamentalmente, en el fomento identitario y sentimientos de las minorías del suelo y de la sangre, principalmente  en  Catalunya y Euskadi, mucho más difusos en Galiza, sin olvidar los episodios de violencia etarras, el discurso xenófobo del ultra nacionalismo español, y la guerra subterránea por parte del poder estatal, tanto en Euskadi [GAL], y Catalunya (Operación Catalunya de los Fernández, Villarejo et al, espionaje Pegasus, etc.) Debates sobre encajes de bolillos que deben producirse autónomamente y luego proyectarse nacionalmente,  pero sin arrojarse  niñ@s,  aguas y palancanas.

Y todo ello,    sobre todo, entre el  oteo de  la historia del nacionalismo urbi et orbi — ante el candente conflicto de Ucrania, y de nuevo, el horror proyectado sobre ese pedregal llamado Palestina por los romanos, y sin excusar en ningún sentido la agresión de  Putin, o el nuevo pogromo terrorista de Hamas que como todo acto de terror desde su inferioridad busca la  explicable reacción israelí que pueda  retroalimentar el abyecto odio binario. Casos  de libro de desencuentros históricos en el que siguen muriendo miles de gentes y  sufriendo lo indecible por unos palmos de terreno. En Ucrania,  “Tierras de sangre” las califica Timothy Snyder) donde el complejo armamentístico mundial se está, como siempre, y sobre todo el de EE. UU. y su boyante economía, forrándose.  Y a pesar del supuesto papel irredento-paradójico  de los políticos republicanos, cercanos a ese ex-presidente “Innombrable”. Y esto  en un mundo en el que, sin embargo,  hemos renunciado mayoritariamente al conflicto armado y la violencia, por ambos lados del teórico espectro  desdibujado de derechas e izquierdas.

En los casos de las “diferencias” nacionales en “Las Españas”,  terminología que ayudaría a limar  algunas falacias, de nuevo la nomenclatura podría   ubicarnos  con mejor claridad  en el mundo. Por eso,  creo que tampoco se pueden aceptar  esos comentarios fuera de lugar como “bueno, pues que se independicen”, sin pensar en los problemas reales de las personas, probablemente mayoritarias, que no desean para nada dicho pasotismo, que buscan una solución de continuidad, sin traumas ni nuevas estridencias locales. Ese pase de página irresponsable   está relacionado con  la ignorancia populista que  los sentimientos nacionalistas pueden escalar  hasta  saturar el ciberespacio de las  redes sociales, en un momento en que la globalización uniformadora  del mercado – “es el mercado, amigo” y no el mercado amigo — amenaza también la ansiedad de las identidades locales. Y en el contexto de lo que ha representado para la UE, la irresponsabilidad británica del brexit.

Hoy   leemos  una noticia sobre  la lluvia de millones que Europa sigue vertiendo sobre las Españas para que avancemos hacia un futuro donde el propio proyecto europeo está en entredicho, entre otras razones, por la ausencia de una fiscalidad común, pero sin embargo, con un horizonte de consenso que nos pueda alejar de nuevas  catastrófes, a pesar de nuestro envejecimiento. Es asunto de vida o de muerte, en un continente que se encanece rápidamente con un aumento de la tasa de dependencia de las personas mayores de 65 años   (https://ec.europa.eu/eurostat/statistics-explained/index.php?oldid=510186) y sin  un proyecto viable  que  nos lleve  a un consenso migratorio europeo, y   que además revierta  los horrores de las nuevas costas da morte, no en el litoral gallego, sino en el gaditano-malagueño-almeriense y canario …, en el  griego, en Lampedusa … Esto  explica, en parte, la demagogia y  el ascenso de Vox, Le Pen, Meloni,  etc.  de turno — de nuevo Crátilo  — . Pero “¿ande yo caliente” … y como el suicida que cae por el piso 45 del Empire State Building, “por ahora, bien”?

Y para los Ilusos que hemos creído desde hace bastante que hay que huir de las identidades metafísicas de los pueblos como de la peste, la cual, como sabe la ciencia, y señaló Camus para el  fascismo, no desaparece, a lo mejor en algo nos valió la pena  llevar la cáscara encima, y  no creernos todo eso de la patria chica, y que la tortilla (con o sin cebolla) de casa era única en el mundo,  frente a lo de “go west” que decían, o “les voyages forment  la jeunesse”.

En fin, el “conllevar-se” de Ortega, otro   buen maridaje cratílico-hermogénico, “l@s otr@s a l@s un@s”, añado, y si posible  con leyes justas y longevas como suspiraba Luis Jiménez de Asúa …

He  aprovechado  el  amable comentario de Marisa en (https://blog.umd.edu/mondinaire/2023/09/22/el-aguila-el-timonel-el-patan-el-exiliado-y-el-11-de-septiembre/) para incidir en algunas aspectos no amplificados anteriormente.y  perdona,  lo prolijo de estas notas que me han permitido  revisar algunos conceptos que pueden  interesar en torno a migraciones y exilios, y diversidades lingüísticas …