Category: Exilio republicano español en Francia
Diásporas y Fronteras Llanes 23º Edición “El sur también existe”
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Reportajes
Erpahttps://www.rtpa.es/audio:Reportajes-RPA.-Vuelve-a-Llanes-el-Aula-de-las-Diasporas_1724745970.html
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La iniciativa académica que alcanza su edición número 23 y en esta ocasión lleva por título “El sur también existe”. Se pondrá el foco, entre otras cuestiones, en lo que Juan Ramón Jiménez reinvindicó como “política poética” o el concepto del “trastierro” que acuñó otro exiliado español, el filósofo José Gaos. El viernes, además, está programada una salida al entorno de la Sierra del Cuera, donde hace 87 años, en estas mismas fechas, tuvo lugar una batalla que sería decisiva para el devenir de la guerra en Asturias y en general en el Norte de la península. Los participantes podrán conocer, sobre el terreno, los espacios en los que se desarrolló la batalla del Mazucu. El Aula de las Diásporas es una iniciativa que dirige José María Naharro-Calderón, catedrático de Literatura Española de la Universidad de Maryland y presidente de la Asociación para el Estudio de los Exilios y Migraciones Ibéricos Contemporáneos.
Exiliados y políticas de Estado en la franja de Gaza https://www.nortes.me/2023/10/26/exiliados-y-politicas-de-estado-en-la-franja-de-gaza/
Exiliados y políticas de Estado en la franja de Gaza
Entre la estridencia del debate sobre las nacionalidades periféricas y los esfuerzos separatistas y separadores de partidos anti y pro-españolistas herderianos, se defiende desde las filas indepes y el teórico progresismo federalista, la rectitud semántica de autocalificarse, o llamar a Carles Puigdemont, y seguidores como Toni Comín: exiliados/ exiliats. Mitos del pueblo originario, épica legítimamente resistente, y destierro, a su vez resignificados entre el llamado Movimiento de Liberación Nacional Vasco, para escamotear amalgamada de antifranquismo la memoria de los gudaris del terrorismo etarra. Presente con 44 candidatos relacionados, luego retirados ante las denuncias de colectivos de víctimas, en las recientes elecciones locales de 29 de mayo de 2023, y sin crítica alguna por parte del supuesto código intransigente de EH Bildu ante cualquier violencia, así lo ha denunciado el expresidente del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, Juan Luis Ibarra, en su intervención de 26 de octubre de 2023, Los mitos con los que mataron, en el XXI Seminario Fernando Buesa.
En el caso de los políticos catalanes, en ningún caso asimilables a ninguna estrategia terrorista como a veces los han descalificado voceros manipuladores de corrientes ultras, las derivas onomásticas, el que sube la montaña, y comino, este último término además poco respetado en el acervo popular, habrían encantado a Crátilo, defensor de un signo naturalmente motivado frente al arbitrario de Hermógenes. Además, el que se tira al monte cobijado por aquellas arbitrarias leyes de desconexión del 6-7 de septiembre de 2017, o puede ser un Cristo contemplador, sermoneador y redentor desde el Monte de las Bienaventuranzas para su pueblo perdido, o bien se le puede colgar el sambenito de Anticristo apocalíptico y tentador, ante el nuevo Mesías socialista Pedro Sánchez, Segundo Satanás que se levanta en el Monte Quarantania, o, supuestamente. en el más cercano del Tibidavo, según nos recuerda su etimología, George Orwell en su Homenaje a Cataluña. Y el reelegido presidente español se condenaría para la eternidad al aceptar las indispensables riquezas de los siete representantes de Junts per Catalunya para formar su gobierno, mientras se perdería España en manos de la división, y a cambio de una amnistía para los políticos catalanes involucrados en el Procès desde 2012. Con el cratilismo del Tibidavo, parece como si la historia ya hubiera estado escrita desde los Evangelios para mayor regocijo y justificación, supongo, de los que rezan hoy el rosario ante las sedes del PSOE en Madrid.
Mientras unos y otros se tiran los trastos sobre estas posibilidades, el letrado Javier Melero, defensor de políticos indepes, ha señalado cómo Luis Jiménez de Asúa se había explayado en 1931 sobre la conveniencia de alejarse de las amnistías, ideal y románticamente, en aras de leyes justas y longevas: penúltimo presidente de la República española en el exilio (1961-1970), diputado socialista y ponente principal de la Constitución de 1931, transmisor de principios de justicia y jurisdicción universales en el exilio bonaerense a otro desterrado como Manuel de Rivacoba, fundamentales para el intento de extradición de Augusto Pinochet en 1997, y profesor de la Escuela Matritense de Estudios Superiores de la calle de la Luna 29, arrasada por el conflicto de 1936, y regida hasta 1935 por Isidro Naharro López, antepasado mío. Aquel afamado penalista acabaría desencantado por la política identitaria de los defensores de Galeusca, los cuales lograron desde el exilio hacer pervivir la idea de la autodeterminación de los pueblos, luego aceptada en Suresnes por el PSOE de la facción González-Guerra en 1974: esquizofrénico punto enfriado y hasta negado ahora por aquellas corrientes del partido, con el recuerdo de las pesadillas que produjo aquella promesa electoral de referéndum de 1984: OTAN de entrada, no.
De regreso a exilio, su abuso terminológico esconde su incorporación última al léxico
peninsular, ya que su origen galicista solo se puso en circulación a través de la presencia de refugiados españoles en América Latina, a partir de 1936-39, allí donde exilio y exil(i)ado (de éxil y éxilé, del latín exilium), eran mucho más frecuentes. Y tienen razón los defensores del término exiliados para los indepes, si les atribuimos, en este caso, la acepción segunda del diccionario de la RAE como expatriación, generalmente por motivos políticos, es decir desplazamiento motu proprio. Pero siempre habría que probar la persecución opresora de un régimen por motivos antidemocráticos, en la raíz del liberalismo constitucional participativo y protector de expulsados políticos como en el artículo 120 de la Constitución Montagnarde de 1793 en Francia, nunca aprobada pero base para el asilo de las convenciones de Ginebra para refugiados, a partir de 1920.
Y ya sé que algunas personas señalarán que el que se tiró al monte defendía dicha participación respecto de lo que Charles Tilly califica como naciones sin estado de aspiración estatal. Pero parece extraordinario, y sería una contradicción en términos y en derecho que la Unión Europea hubiera permitido, sin sanciones, que uno de sus socios utilizara la persecución política y exilio contra ciudadanos y representantes público que no cumplieron con los derechos de todos los ciudadanos, respecto del aceptado ordenamiento constitucional del territorio. Evidentemente, no implica que no se pueda alterar por cauces asumibles por todos los ciudadanos. Para las Naciones Unidas, España, dudosamente aceptada en 1955 en plena dictadura franquista, gracias a los intereses occidentales de la Guerra Fría, hoy aparece como un estado-nación de derecho, exento de colonias abiertas a la autodeterminación desde las que se pueda reprimir a los nuevos José Martí o José Rizal, deportados, exiliados o ejecutados.
Con una excepción: la de su antiguo territorio del Sáhara occidental, abandonado unilateralmente sin la pertinente aprobación del Congreso de los Diputados, por el presidente Pedro Sánchez a los intereses, curiosamente, de la geopolítica árabe-israelita-estadounidense, a favor de Marruecos en 2022. Iniciada por el yerno del presidente estadounidense Innombrable, Jared Kushner, la acaba de dinamitar Hamas a partir de su espeluznante pogromo terrorista y secuestrador de rehenes en la franja de Gaza, el 7 de octubre de 2023. Con ello ha logrado también, en su escalada de deshumanización, ascender un peldaño más por el mal radical, mientras se sigue habilitando como abyecto representante de la causa del desahuciado pueblo palestino, y provocado la esperable respuesta de máximos bélicos del ultraconservador gobierno de Israel. Justificable bajo el derecho a la autodefensa ante la agresión de Hamas, puede aparecer como sospechoso de crímenes de guerra ante el derecho humanitario por el desplazamiento forzoso en una nueva Nakba de cerca de un millón de palestinos civiles hacia el Sur de Gaza, acusaciones que sólo se podrían probar y juzgar gracias al recurso de la fuerza, habitual y paradójicamente, en manos de los victimarios.
Nos encontramos ante otro ojo por ojo del cuanto peor, mejor del descenso sin fin por los abismos del mal, bajo apoyo estadounidense fiel desde 1948 al joven estado de Ben Gurion y al lobby israelí-nacional, pero aliado entonces todavía en un último frente común anterior a la Guerra Fría con la URSS, sus satélites y la mayoría de los vencedores de la Guerra Mundial. Y muy lejos de las esperanzas de los acuerdos de Oslo de 1993 descarriladas tras la creación y atentados jihadistas de Hamas que llevaron a la segunda Intifada de 1998, el asesinato por un fundamentalista judío de Isaac Rabin en 1995, y la laxitud ante la continua ocupación de tierras palestinas y contraviolencias antijudías. Si la OLP tardó treinta años en acercarse a una mesa de negociaciones, tras otros treinta años de violencias, y con la presente guerra ¿cuántos tardaría el Hamas de la Jihad en hacerlo, espoleado de nuevo por masas enardecidas en tantas capitales árabes o la Turquía que trueca el centenario secularizado de Ataturk por nuevos fundamentalismos, y hasta en otros lugares del planeta?
Así lo han reflejado las paradójicas ambigüedades declaratorias de miembros del gobierno español que parecen proseguir por las sendas de las erráticas relaciones españolas con la zona y sus moradores. Desde el tardío reconocimiento de la soberanía de Israel en 1986, hasta la falta del mismo hacia el estado palestino hoy, o la incapacidad para entender las analogías entre el 7 de octubre de 2023 en torno a Gaza, el 11 de marzo de 2004 en Madrid, y el 17 de septiembre de 2017 en Barcelona. Una ojeada a lo que hoy se tilda de memoria democrática en España, ayudaría a visualizar la retórica judeo-masónica-anticomunista del franquismo deseoso de la victoria nazifascista en la Guerra Mundial, salvador por oportunismo y confesionalismo nacionalcatólico de unos 43.000 judíos de origen sefardita, el tradicional reconocimiento táctico de los países árabes en guerra con la joven Israel, para romper el aislamiento internacional (1946-48) a la dictadura totalitaria española, enfado mayúsculo y propagandístico judeofóbico del Generalísimo, alias Jakin Book, por la oposición de Israel para aceptar la entrada de España en la ONU, junto a una controvertida visita de Yasser Arafat que todavía lideraba una organización que utilizaba el terror como arma política al ya constitucional Madrid de 1979, mientras otra vasca, proseguía asesinando en España por los mismos métodos …
En mitad de este batiburrillo, en línea desde la Guerra del Francés de 1808-1814, con una política internacional española de disminuidos vuelos, se habría asumido ahora una del síndrome de Almanzor, abierta al tacticismo marroquí, encargado de externalizar el aliso africano mediante fondos europeos poco transparentes, ante una emigración descontrolable desde Ceuta, Melilla, y/o de las aguas canarias, mientras cuán largo se lo fían a una Bruselas sin brújula alguna en política migratoria de solidaridad intereuropea, durante la fracasada cumbre de la UE en Granada. Mientras, entre regresiones iliberales israelíes, de corrupción sátrapa árabe-norteafricana, de dominós sino-ruso-estadounidenses en torno a ese pedrero cenital de Palestina del que renegaba el emperador romano Adriano, siguen colándose estos fundamentalismos terroristas de Hamas desde Gaza, o Hezbolá desde Líbano, bajo el paraguas de Irán. Y siguen sufriendo, por todos los lados y fronteras, los pueblos de las diásporas: sociedad del espectáculo noticiable sensacionalistamente, cuando huyen, son heridos o mueren … en línea con el pionero foto-reporterismo de la penosa marcha durante el éxodo republicano de las Españas de enero-febrero de 1939. Incomparable, desde luego, la suerte de inocentes judíos, palestinos y/o saharauis al de las minorías autóctonas ibéricas actuales, algunas de ellas en Catalunya: sensibles entre su burguesía indepe por la suerte israelí, o clamante de los derechos palestinos con más gestos erráticos por parte de una antigua alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, del grupo En Comú. Cosas veredes, Sancho, entre categorías y derechos de exilios y autodeterminaciones.
Sería deseable desterrar el abuso de la semántica e historia naturalizables con la que busca legitimarse todo nacionalismo de corte cratílico-herderiano de la tierra, y/o de la sangre, y/o de la teología, representados en las Españas por abundantes ikurriñas, senyeras y estelades, bandeiras, cadenas y enseñas nacionales de todo tipo, Aberri Egunas y Euskal Herria nacionalmente ontológicas, Diadas de mitos fundacionales, nieblas célticas, Navarras forales, o presencias desde tiempos de Trajano y hasta de Atapuerca que desembocan en Sant Yago y cierra España, viajes colombinos, o modernas expatriaciones que prestigian y ocultan reconfiguraciones nacionalistas actuales de dudosa savia democrática, y hasta de raíces violentas etarras. Poco tienen que ver estas con los diversos destierros de liberales, – etimológicamente término español emanado de Cádiz en 1812, fecha que bien valdría un referéndum para marcar la efemérides revolucionaria y constitucional española, difusora y coetánea de la idea de emancipación popular para la mayoría de aquellos territorios coloniales en vías de independencia, – todavía simbolizada por el único monolito sobreviviente a la cruelísima reacción del Felón y Ominoso Fernando VII (1814, y tras el golpe de Riego de 1820, en 1823 – hace dos siglos -), en la asturiana San Agustín de la Florida-. Tampoco son análogas estas expatriaciones actuales a los ostracismos de defensores de la Primera o Segunda República, que tuvieron que huir para evitar, en el último caso, fusilamientos, penales, fosas comunes, y/o campos de concentración, para desparecer cerca de 10.000 en los de exterminio por el trabajo nazi.
Vista la historia trágica de las naciones y cómo está el patio, sería recomendable, en román paladino, un poco de ajo y agua, poéticamente el juanramoniano no le toques ya más, que así es la rosa, o el sabio principio de la Declaración de Independencia estadounidense de 1776 de no revolucionar, en este caso, lo que en España debiera ser la igualdad jurídica, fiscal y constitucional de todos los ciudadanos, adobados con la riqueza de los matices particulares de culturas y lenguas diversas de lo que seria conveniente llamar las Españas, y a pesar de los favores originarios para los vasco-navarros, gracias a los cupos de sus haciendas, en espera de una reforma equitativa de la redistribución de los recursos y deudas fiscales, tan utópica como que le toque la lotería al común de los mortales. Y desde luego, escasa comprensión posible para exiliats y prófugos etarras, regada además con teóricas contrapartidas dolosas para los supuestos derechos y bienes comunes como los ferrocarriles y sus infraestructuras en Catalunya o Euskadi de una empresa emblemáticamente de todos como RENFE, o la caja conjunta de la Seguridad Social para su gestión en Euskadi, que el PSOE de Pedro Sánchez parece querer saldar estos días, entre una falta de información contrastada.
Es el giro a favor de una controvertida amnistía, histórica, intelectual y políticamente paradójica, para facilitar un eufemístico gobierno de progreso a cambio de un puñado de votos procedentes de unos exiliats que antes propiciaron un sistema corrupto del 3% en Catalunya, leyes y actos unilaterales desprovistos de derechos para todos los votantes en Cataluña, e implícitamente ciudadanos españoles. Frente a estos supuestos desterrados, contemplamos la infinita y última ristra de refugiados de la desgraciada actualidad: renovadas generaciones de palestinos en Gaza, a los que el Sr. Sánchez y socios apoyan erráticamente, sin tener en cuenta tantas sutilezas que han posibilitado, desde el supuesto propio campo árabe-irano-fundamentalista, políticas reactivas legitimables israelís hacia nuevos cementerios, los cuales, a su vez, ha visitado desde tiempos remotos, el otro pueblo, también de lengua semita, maldito y sufriente, cuyo derecho a la existencia confesional, étnica o territorial ha aparecido siempre negado a la potenciación n: el judío.
Monolito (1813) de la Constitución española de 1812. Plaza de la Constitución, San Agustín (Florida) EE. UU.
Foto José María Naharro-Calderón
The Eagle, the Helmsman, the Red Neck, the Exile, and September 11
The Eagle, the Helmsman, the Red Neck, the Exile, and September 11
José María Naharro-Calderón
In memoriam of Lauretta Clough, who was kind enough to chat with me about these …
The Summer of 2023 has been filled with a plethora of trivial or everyday Spain’s nationalism spots (Billig & Edensor). Therefore, I refer to what Billig, in line with Benedict Anderson’s subjectivities for imagining a national community, describes as an unconscious historical habitus, coined by Pierre Bourdieu, and Edensor’s studies through the display of the British sports’ original national superiority and moral manliness to rule in the colonies and beyond, and stereotypes about self-identity and otherness that emerge from internal or external clashing cultural contexts through daily and sporting styles.
Therefore, we read about the obituaries of Federico Martín Bahamontes, the first Spanish winner of the Tour de France in 1959; of Guillerno Timoner’s, six-time middle-distance world champion on bicycle after motorcycle between 1955 and 1965; the victory in the world championship of the Spanish women’s football (soccer) team on August 20 of this year, with the subsequent Rubiales soap-opera; a statement on September 5 about an amnesty for the Catalan Independence Processof Carles Puigdemont, always described by his supporters and by the former vice president of Pedro Sánchez’s government, Pablo Iglesias, as an exile; as well as the fiftieth anniversary of the Augusto Pinochet US sponsored coup in Chile on September 11, 1973, against the Popular Unity coalition which symbolically ended with the suicide of president Salvador Allende. In all these cases, as we shall observe, many onomastic signifiers point toward the signified, as Cratylus would had wished in this Socratic-Platonic dialogue with Hermogenes, who, on the contrary, defended an arbitrary and not naturally motivated sign.
This dialogue where Socrates eventually seems to favor the conventionalist argument would also point toward another ongoing linguistic-political controversy in Spain, now that three other official languages (Basque, Catalan and its derivatives and Galician) co-officially used in the Autonomous Communities of Euskadi, Catalonia, Valencia and Balearic Islands and Galicia – not to mention future claims by Andalusian, Arabic, Aragonese o fabla, Asturian-Leonese (Bable or Asturian, Montainous or Cantabrian, Extremadurian or Castuan, Leonese), Caló or Romaní, Canarian, Fala or Northern Caceres lingua, French, Panocha or Murcian, Portuguese and Rif lingua – shall employ translators and interpreters, I suspect, soon replaced by Artificial Intelligence, in the Spanish parliamentary chambers. Incidentally, I have never understood the reason for the political rejection, particularly in Catalonia, about the increase of shared public education of Spanish, as if due to its dominant position it could be learned by osmosis, and did not require the careful study of its syntax, history or literature, a curriculum mostly implemented in private schools attended by the students of the regional elites, such as Artur Mas, one of the politicians responsible for the present mess. Another similar petition on the use of Catalan, Basque and Galician in the European Union institutions seems to have opened the fear gates for a weakening and sparse European regionalization in view of the Russian threats, and an increasingly lack of cohesion within the 27 member states, where Brexit already sent a first set of panic waves, and Spanish is still not an official language, compared to English as lingua franca, French and German. The house by the roof?
Nevertheless, in the six nations European Market of the 1950s and 60s, when French cyclists such as Anquetil, Bovet, Darrigade, Geminiani, Poulidor, Rivière … won almost everything, Bahamontes emerged as the hero for many kids still on our four wheeled Orbeas. We worshiped his effigy on our soda caps, on our clay or crystal marbles, on our plastic made riders harboring the national team colors – soon to be wiped out by the commercial sponsors — through which we used to mime the Tour of France riders and races on any ad hoc street, sandy park or beach surfaces. A dynamic and modern French pilgrimage road industrially identified with the bicycle, in the path St James of Compostela’s, revitalized at the turn of the XX C., the landscapes, customs and wonders that today’s pilgrims retrace, as highlighted in the first known tourist guide: XII C Aimeric Picaud’s Codex Callistinus.
Anquetil, Rivière, Bahamontes, Tour 1959
The new French Bicycle Road was already more than a Tour, when the Toledo native, Bahamontes, was nicknamed in 1957, the year of the Treaty of Rome, by one of the organizers of the 1903 old legendary race, the journalist Jacques Goddet, as the Eagle of Toledo that would glide over the high peaks. It sent climbing the national memory of objects represented by the Carolingian emblem that presides over the Double Gate (Bisagra) of the Imperial city of the Tagus. But Bahamontes must have deeply disappointed mostly the Western-European Communitarian cycling sport fans of the time, and many of the Spanish patriotic followers of the rapacious Toledo native, by collapsing as if hit on his wings, and with his fall, digging again during that 1957 Tour, new trenches among two political and cycling Spains. In that year of his Aquiline baptism, he withdrew from the race after witnessing the schism in the Spanish team between Bahamontistas and Loroñistas, (in reference to another rider in the Spanish team, the 1957 winner of the Vuelta a España, Jesús Loroño Artega), amidst a phenomenal tantrum, covered up by an alleged health problem.
Bisagra Gate, Toledo
I don’t know if Goddet remembered that behind the emblematic appellation to the rancid Carolingian empire, the Franco regime had fluttered as a faint-hearted facilitator of the efforts of the Nazi-Fascist Axis during the Second World War in exchange for a substantial but denied Northern French-African colonial piece of the pie, which was about to become independent in Algeria (1962). The Spanish exiles of 1939 had suffered over there, as well as in the metropolis, multiple concentration camp hardships, without respect until 1945 for their right for political asylum that France had already recognized as one of the five nations signers of the 1933 Geneva Convention for Refugees. Toledo also represented a most decisive myth of heroism for the lacking representation justifying the Franco dictatorship, through the evocation of the heroes of Charles the Fifth’s Alcázar, a space for supposedly true Spain founding resistance and courage, illuminated by the divinity in favor of the coup plotters of 1936, who had held in the fortress from July 21 to September 27, 1936. Franco quickly understood its symbolic value, and therefore halted an imminent entry into Madrid in the Fall of 1936, in exchange for a propaganda picture that would make him undisputed Rebel Spain Generalissimo and eternal head of the government [and] of the state, thanks to his Super Brother’s alteration with the innocent copulative marker [and] before the partitive genitive preposition [of] on the October 1, 1936 nomination decree (Cabanellas).
Meanwhile, Spain’s National Delegate of Sports until 1956 had been none other than that former colonel Moscardó, defender of that Toledo shrine, whose commanding office is preserved with the supposed original furniture in what is the most visited museum today in Spain: the Army’s, located in that fortress-palace, which displays a first-rate museography, despite some debatable discourse that sometimes frames a few of its exhibits. For the trivial nationalism of Francoism, fundamentally exemplified by the two key male testosterone sports such as football (soccer) and cycling, nothing could happen without the omnipresent presence of that weak Delegation, in line with what many citizens have witnessed today through the preeminence of the Spanish Royal Sport Federations – note the pseudo morally social values attributed to the Crown that presides over Spain’s sport national emblems and its further symbolic consequences for the Rubiales affair – . And in order to further certify these alliances, in 1964 at the Santiago Bernabéu stadium in Madrid, a velodrome was improvised to honor both cycling champions (Bahamontes and Timoner). Meanwhile, football coliseums like the National in Santiago de Chile, may be solid arkeological sites for hiding horrid memories like the Chilean Pinochet USA supported coup d’état crimes against humanity, or cover up through monetary means, present day human rights abuses as performed in the 2022 World Football (Soccer) Championship organized by Qatar, Saudi Arabia rival football (soccer) league, or other whitewashing through cycling teams from Bahrein, United Arab Emirates, and even Israel, and its unsolvable? Palestinian conflict (https://blog.umd.edu/mondinaire/2022/11/27/while-generalissimo-franco-was-still-dead-on-november-20-2022-mientras-el-generalisimo-seguia-fiambre-el-20-de-noviembre-de-2022/).
José Varela, Francisco Franco, José Moscardó, Toledo Sept 27, 1936
In Franco’s National Catholic Holy Crusade Spain, rebaptized by cardinal Pla y Deniel, the logocentric transparency of names, surnames, emblems and symbols could be interpreted as a doubly holy sign to show that the nation of such supposedly divine ancestry was forever united by the matchmaking virtue of those very Catholic late medieval monarchs (Ferdinand of Aragon and Elisabeth of Castille) who had also built their mausoleum, never used for that purpose, in Toledo Saint John of the Kings monastery. Thus, Francoist Spain could only be the one chosen by the right hand of the Father in order to return to the lost earthly paradise of unity, – With the Empire towards God was another of its emblems- and thus establish itself and exemplify the triadic synthesis described by Levinger and Lytle about the foundations of national myths. They are based on the origins of a golden age, the subsequent decline and the glorious promise and recovery of the homeland. Does Make America Great Again ring a bell, springing from the 1845 Manifest Destiny?
But if the diminished, underdeveloped and autarkic Spain of the frankness of its Caudillo Franco did not achieve its imperial objectives economically or politically, at least it could display them from the high peaks from which it descended like a triumphant Hispanic Trajan, certainly quite clumsily because that certain Ba(j)ha-montes (Sp. the one that descends from the mountains) used to fear the downhills. On the other hand, Timoner (Cat. helmsman) satisfied the conquering myth that Jaime de Andrade, alias Franco, spread in his 1941 film script Raza, filmed by the Phalangist Party Founder José Antonio Primo de Rivera’s brother in law, José Luis Saenz de Heredia in 1942. As a chant to Spain’s staunch traditionalism based on the former Golden Age Catholicism of empire and military valor, Timoner represented one of those Almogavars (almogávares) who had sailed the Mediterranean in command of the Aragonese fleet, reconquering the cyclist’s native Mallorca, before claiming the Mare Nostrum for Aragon which would later deliver its flows at the Castilian Hercules Columns in order to spread Plus Ultra the Hispanic Atlantic and Pacific first globalization.
Another mythical triad could be exemplified by a less heroic reading for the deterministic Frankness of the dictatorship. In the same year in which the Toledo cycling zenith seemed to confirm the imperial recovery and exemplification of the myth, Franco who had auto proclaimed himself as the Cold War Sentinel of the West, left no room for doubt about the Spanish decadence that his regime of persecution and mass graves had brought forth. Upon inaugurating on April 1, 1959, on the remains of the Cuelgamuros concentration camp, the ominous mausoleum paradoxically named Valley of the Fallen, he highlighted twenty years later that the Spanish Civil War had not ended: “The anti-Spain was defeated, but it is not dead […] attempting to revert our Victory […] Make sure that […] that you prevent the enemy, always lurking, from infiltrating your ranks.” And as Fernando Olmeda pointed out, “with this speech, the idea of winners and losers was petrified […] on the mountain of Cuelgamuros [while] Franco once again played with the deception of reconciliation [absent from] his speech, [without mention] of the fallen Spanish loyalist Republicans, nor of reaching out to the defeated.”
Spanish Republican Forced Laborers in the Cuelgamuros Concentration Camp, from where Manuel Lamana and Nicolás Sánchez Albornoz managed to escape in 1946.
https://blog.umd.edu/mondinaire/2023/04/04/los-post-seniors/
Meanwhile, part of that anti-Spain, which had managed to preserve a wick of intelligence, perseverance and care for the res publica, clear of prisons and exile, was trying to avoid a national financial Despeñaperros (a mountain range between Castille and Andalusia meaning the cliff where dogs fall over). A small group of economists, coordinated by Fabià Estapé, was attempting to invert the eschatological meaning of that mausoleum where supposedly the good overcame evil, virtue vanquished vice or light shone over darkness. Along with Leopoldo Calvo-Sotelo, later second democratic Spain’s president and a signer of the 1977 stabilizing Moncloa Pacts, (Bustelo in Calvo-Sotelo), they were aware of José María Naharro Mora’s seminars divulging the modernity of a certain John Maynard Keynes, and among other recipes, the necessity of devaluating the overinflated Spanish peseta exchange rate from 10.95 to 60 pesetas to the US $, as an alternative to the renewal of rationing cards (1937-1952) and shortages that had desolated most of Spain during the long years of war, hunger and black market (1936-1952).This was the standard belt tightening recipe eternally advocated from the Flickering Light of El Pardo Palace (in reference to Franco’s official residence where his light supposedly would never be off).Therefore, Joan Sardá, a member of Esquerra Republicana de Catalunya, had concluded that Franco’s dismal autarchic policies could only stem from his Supreme Reading Abilities. Sardá was another anti-Spanish exile returned from Venezuela who was able to join Estapé’s team in order to shore up and stabilize the battered 1959 Spanish economy, despite Franco’s fierce opposition.
Coincidentally, it started redressing itself symbolically on July 18, 1959, date of Bahamontes’ Aquiline triumph in Paris, or the pro Franco manipulated anniversary memento for the beginning of the Fascist coup d’état that began really in the Spanish held Rif on July 17, 1936, and which lead to the War in Spain. Two decades and a day later, Fabià Estapé was anxiously waiting at Joan Sardá’s apartment for a key announcement in the official radio news censored like an army report (El Parte). After the inexhaustible proclamation of Bahamontes’ s cycling victory on Napoleonic lands still hosting 1939 anti pure Spain enemies and exiles, the announcement finally came about the admittance of Spain to the OEEC (Organization for the European Economic Co-operation and Development – OCDE), and eventually the Monetary Fund and the tapping of USA capital loans, in order to navigate out of the morass close to inflationary bankruptcy to which Paco la culona (Francisco [Paco] Franco’s large sitting area) had subjected Spain. This was another of the Generalissimo’s motoes, used by the freemason and conservative Republican general Miguel Cabanellas Ferrer, a temporary head for the plotting generals’ junta (July-October 1936) to signify that once in command (October 1, 1936) Franco’s grip would be eternal, as implied and reflected by Alejandro Amenábar 2019 film, While the War is still On. Meanwhile, the doubtful, calculating and late future Generalissimo, had previously secured himself a golden exile, as guaranteed by a finance Almogávar, the plotting Majorca banker Juan March, just in case of a completely failed coup which eventually turned into a dismal civil and international conflict. In the opposite trenches was Guillermo Cabanellas Jr., a socialist and a participant in the 1930 Republican Jaca uprising, and finally an exile to Argentina in 1937.
In an eternal cycle of Nietzsche’s repetitions or Mark Twain’s rhymes, it was on August 20, 2023, when trivial nods to that Spanish tragic history were once again tied. A few still attempt to de/re-construct Spain while unearthing Franco’s phantoms, or what I term as “To Take out the Saint on a tour for any purpose” (Sacar a pasear el santo para un roto y un descosido) despite the fact that more than two Spanish born generations and a sizeable group of immigrants and their descendants never lived under the dictatorship, and as proven by the July 23 General Elections, when the majority of the ballots have signaled non confrontational policies. Evidently, this déjà vu of a stained past is present in other nations supposedly virgin of any blemish in their democratic origins such as France, the United Kingdom or the United States, without being affected significantly on the international arena by such past stains. On the contrary, France still rides on 1789 revolutionary mementos despite Terror or Napoleon, still commemorated, no matter what, in its Paris Pantheon. The United Kingdom washes out its colonial past through The Crown, where 1714 Treaty of Utrecht claims by Spain are diluted by Churchill’s au/ocularization as the WWII statesman, and not the Gallipoli colonialist, when facing fascist symbolic images from Franco’s times without mentioning their source. And the United States balances a controversial project about its origins such as 1619 while holding unto an undemocratic slave times Electoral College that still supersedes US presidential elections, regarded world wide, as fully democratic.
Meanwhile, Chile’s tense evocation of the 1973 Augusto Pinochet US backed coup that toppled Salvador Allende’s democratic elected coalition – please note the paradoxical Cratylic onomastic references to the Roman Emperor symbolic executioner and the Savior as victim – has been met by staunch memory battles between versions of a future of desire and one of destiny as coined by Desmond Bernal and recently quoted by David Rieff. It could be analogous to Spain so called Regime of 1978, a ruinous building bound to be demolished by the Podemos and Sumar coalitions and supporters, opposed to the consensual Transition, but defended by most of all of its alive protagonists. Therefore we are living through a hodgepodge obsession where recent history appears incapacitated and suspicious, trapped between all kinds of past and future paradoxes, and lost in the thick fog of the present, cut off by the imperatives of redemption from a past sought by youngish acting generations deprived of time but obsessed by it, while other youth ignore completely the past and do not even ascertain the present beyond the most recent trendy tweet on any subject. I have already written extensively about all this in my Entre alambradas y exilios. Sangrías de las Españas y terapias de Vichy (2017).
In contrast with this understandable morass, my generation believed it could anticipate a future of change and overcoming the dictatorships that devastated European societies such as the Greek, Portuguese, Spanish, those of the Iron Curtain and the U.S.S.R., or so many Latin American, African or Asian, among bloody conflicts like those in Indochina, against which I participated in the US as a student opponent. Thus, Pinochet’s Chilean coup represented a multiple painful regression for Spaniards like me who were waiting for the end of our endless dictatorship, who had studied the democratic tradition of Chile, the poetry of Pablo Neruda through his Spanish verses I explain a few things written in his Madrid apartment at the House of Flowers, and who as Chile’s Paris Consul who facilitated the 1,900 Spanish Republicans Exiles Winnipeg expedition to Valparaiso in 1939. Tears come to mind when contemplating in 2011 the grateful fortitude exhibited by those exiles behind the memory plaque placed in his Isla Negra residency, where he is buried after his mysterious death, a few days after the coup. I had the privilege of visiting Neruda’s Pacific Ocean residence with my baby daughter and her mother, a scholar at a José Donoso’s symposium, as another participant, José Saramago, was awaiting news about the Literature Nobel Prize Award which did not come in September of 1994. And again, I made a point of stopping at Isla Negra in January 2011 with my daughter and my current spouse, whose grand parents and uncles had been less fortunate 1939 exiles in France.
They all went entering the ship… and my poetry in their struggle had managed to find a homeland for them
Pablo Neruda
The Spaniards from the Winnipeg 1939-1997
Therefore, images keep creeping away to founding moments for my civic consciousness when one afternoon in May 1970 I went to the Film Series of the French Institute in Madrid on Marqués de la Ensenada Street to find out that the programmed film, Z by the Franco-Hellenic director Constantin Costa-Gavras, had been banned by the Franco dictatorship. A few, knowledgeable among the baffled public, commented that the film certified how the deep state could lead to the political involution of a nation symbolically as decisive for democratic ideas like Greece. I will point out that there was no such thing at the time as the internet, and that in addition, press and printing censorship were alive and kicking. As a privileged reader, I could circumvent them in the periodical section of the French Institute Library, where I could read Le Monde, and the chronicles about Spain by Ramón Chao.
Then I finally managed to view Z in the United States, at the arthouse cinema, Theater of the Living Arts on South Street in Philadelphia, along with other films like State of Siege or The Confession (L’aveu), interpreted by one of my favorite actors, Yves Montand. But I did not anticipate that Costa-Gavras’s cinema would be permanently linked to my own intellectual itinerary. Indeed, it had been framed by Jorge Semprún’s scripts, a multifaceted Spanish intellectual from exile, author of a stylized biography about Montand and his abject relationship with Simone Signoret, and a determined autobiographical reflection on his own militancy against Franco, in Alain Resnais’s La guerre est finie. That cinema displayed the multiplicity of angles, contradictions and threats for progressive politically motivated individuals and groups. I would later deal at length with some of Semprún’s cinematographic and concentration experiences, and his presence in Z explained many things about that Franco’s government ban of 1970. His multifaceted gaze thus freely crossed the contradictions that he had extracted from his own experience as an anti-fascist survivor in the Buchenwald Nazi concentration camp, and as a communist militant in the Central Committee of the Spanish party until his expulsion in 1964, along with Fernando Claudín’s, due to his perception of a country that was moving beyond the war and exile, despite Franco.
As memory kept flowing, I fell upon another tingle at the screening of Missing, and subsequent colloquium with Costa-Gavras himself, at the Annenberg Center of the University of Pennsylvania during the spring of 1982, accompanied by the poet of the Chilean exile, Raúl Barrientos, – I then shared many discussions and friendship with some of those exiles, who had followed the footsteps of the Spanish Republicans of 1939 in the Spanish departments of US universities -.With Barrientos, a renewing verse interpreter of American urban degradation, we read Pablo de Rocka and his polemic with Neruda, we chatted about the artificial paradises in modernism and Walter Benjamin’s view, or modernity in La Araucana, in which Alonso de Ercilla already gave a voice to the victims against the victimizers: Chile (…) the people it produces are so grandiose,/ so arrogant, gallant and bellicose,/ that they have never been ruled by a king/ nor subjected to foreign dominion. I had the good fortune to ask the director of Missing about the symbolism behind the image of that threatening black horse that opened the film. And he talked about the need to universalize the bestiality that underlays that story, in which he sought to convey particularly to US viewers, despite the distance from events, a process of self-knowledge and recognition of the abject interests behind the United States foreign policies, through the personal itinerary of the assassination of an American journalist and son of one of those conservative decent men. Furthermore, the interpretation that escalates with an increasing auto-contained irritation by a Hollywood acting icon from the times of Willy Wilder, Jack Lemmon, added a powerful aura of verisimilitude to the ins and outs of how the United States had moved its planetary interests in favor of dictatorial processes such as the Chilean, and as they may also hide their game when facing the unacceptable Russian aggression in the current conflict in Ukraine. Nowadays, the North American arms complex and all its adjacent industry and services benefit from this blood bath, after expanding its NATO hegemony beyond the promises of territorial restriction made to Glasnost Russia, which does not imply whitewashing Putin’s unjustifiable invasion. For those of us who have studied non-intervention in the conflict of the Spanish War of 1936-39 and the subsequent American collusion with the Franco dictatorship, a series of unanswered questions arise after this policy of intervention in what are also the consequences of area cleansing, as described in Blood Landsby Timothy Snyder.
During a recent re-viewing of the Chilean film by Costa-Gavras, analogies returned about the Franco’s Chilean Junta cloned dictatorship – along USA vice president, Nelson Rockefeller, the Philippines’s Imelda Marcos, Jordan King Hussein, and Monaco Prince Rainier, Pinochet was the only head of state present at Franco’s obituary in November of 1975. Therefore he used the same weapon of censorship when banning in Chile the Franco-Hellenic director’s powerful and universal message. Furthermore, it was Spanish judge Baltasar Garzón who sought in 1997 the extradition of the Chilean dictator from London to Spain, and activated the principle of universal justice that had been put in place thanks to the seeds of the penal doctrine of Luis Jiménez de Asúa and his discisple Manuel de Rivacoba from their Buenos Aires exile. The former was also the main proponent of the Spanish Republican Constitution of 1931, the penultimate president of the Spanish Republic in exile (1961-1970), and a professor at the Matritense School of Higher Studies at 29 Calle de la Luna in Madrid, devastated by the conflict of 1936, and directed until 1935 by Isidro Naharro López, my paternal grandfather.
Overall, even if Chilean deniers or others wish to try to erase or hide the disasters of the dictatorship, the basement spots where torture was carried out, the unclarified cases of missing persons, or the implied failures of a post-Pinochet unapproved constitution, art will prevail: in the cinema of Costa-Gavras, based on a journey of anagnorisis for the unconscious frames of life, liberty and the pursuit of happiness; through Patricio Guzmán’s documentaries that suture archives to capture the extensive fresco of The Battle of Chile; or thanks to Pablo Larraín’s sarcasm in The Count. All these films display how evil exists, vested interests prevent ordinary people, even within the USA democratic panacea, from obtaining justice, while our species is capable of discriminating between truths and lies thanks to our revolutionary cognitive identity in a permanent process of cultural creativity.
Meanwhile, August 20, 2023 should have represented the globally modernizing triumph of the plural Spanish women football (soccer) team over, for some Spanish nationalists, a despised English female team associated to that Gibraltar old contention stemming from the 1714 Treaty of Utrecht. The date also coincided with the long awaited first exhumation from the Francoist ossuary of Cuelgamuros, and delivery to their relatives of the remains of victims of the Franco’s conflict and repression stemming from 1936. Meanwhile it was a football (soccer) team with names with a significant Cratylic transparency which displayed Spain’s renewed national modernity: Bonmatí (Good Morning), Paredes (The Walls) or Hermoso (the Beautiful), the latter, furthermore, squeezed out from her supposed aura in the nomenclator by the arrogance of an anti-Rubiales president of Spain’s Royal Football (soccer) Federation: neither blonde, nor young, nor protocolarily adequate through his rude gestures displaying his endogenous testosterone, enhanced by some exogenous substance? He displayed what some attorneys qualify as an unjust vexation, which has now been eroded from the new Article 178 on the Spanish Penal Code which only addresses sexual aggression as a whole. Comme c’est curieux, comme c’est bizarre et quelle coincidence!/How curious, and how strange, and what a coincidence! This is how the Martins would have expressed it in the Franco-Romanian expatriate, Eugène Ionesco’s, The Bald Soprano.
But a brief perusal of the USA press these days, such as the New York Times, the most influential publication in a country where women’s soccer and other sports, – compared to American impact football are practiced massively by girls and women, in all female and coed teams – leaves no room for debate from its headlines about the negative commonplaces that unfortunately may color negatively successes from Spain. By Plural Spain (las España), I refer to the nomenclature in the Statute of Bayonne of July 7, 1808, and the pioneering 1812 Cadiz Constitution, in order to signify an incontrovertible diverse cultural geography, without impairment of the political entity of the nation called Spain, recognized for more than two centuries, and referred to for the first time in the royal title of Joseph Bonaparte (1809-1814), King of Spain, in international treaties, and of course in the Constitution of June 17, 1837, where Queen Elizabeth II was sovereign of another type of Plural Spain (las Españas as what remained also of the overseas colonies) while article 1 spoke of the territory of Spain.
The Rubiales soap-opera images became planetary, within high political tensions in Spain on all sort of touchy issues about gender and territorial nationalities, and contributed to fill in blunt covers of the summer and yellow press, to crow about trash television programs and others, and to confront even more Spain’s brothers-in-law quarrels throughout the vacation family and collective gatherings. The NYT headlined very significantly the chronicle on Spain’s women football win by Rory Smith, a journalist based in England as: For Spain, a World Cup Title Built on Talent, Not Harmony. And thus the collective effort and success of these women players in the Spanish team was immediately diminished, although, I suppose they practice, despite all problems, a team sport currently governed by FIFA, the acronym for the Fédération Internationale de Football Association [my emphasis]. This headline could be further parodied in the midst of an obsessing manosphere, as pointing out to a group of talented Quixotic actresses who would have paraded around their football spears in order to undo the wrongs to harmed needy maidens, oppressed by the abusive male giants.
In the NYT chronicle, there were implicit statements that once again replaced the apparent seny (poise) style of the other teams with a rauxa (rush) so stereotypically Catalan, as elaborated by Jaume Vicens Vives dialogically with Josep Ferrater Mora. It was sort of a note struck by chance in the style of Tomás de Iriarte’s XVIII C. tale, The Flute Donkey, glued above all by the unmatched talent of a player like the Catalan Aitana Bonmatí, the best in the tournament:
To win a World Cup, everything usually has to be perfect. The manager and the players have to exist in harmony. The squad has to be in delicate balance: between talent and tenacity, youth and experience, self-belief and self-control. A team needs momentum, and good fortune, and unity. Spain, in the year preceding this year’s Women’s World Cup, had none of those things […] It is not possible to obtain one [world cup] unless everything is just right. Unless, as Spain proved, you have the talent — bright and clear and irresistible — to make sure nothing can go wrong.
Therefore, a spontaneous, natural and arbitrary alignment of stars justified the astonishing Spanish improvisation win – I assume a Catalan fluke included, as that region’s nationalist rushed to point out the noted presence of local players – compared to the expected orderly standardized and stereotypical cultural and stylistic displays from the moral rectitude in the English sport’s birthplace. And to chance, we must add the coarseness, the rudeness, the machismo, the truculence, the arrogance coming from the Rubiales male lead surroundings of the Spanish women’s locker, which has confronted the courageous and resisting players and the Federation, certainly as a clear sign of un-Francoist changing times. It filled up the International headlines of the NYT, not its Sports section, on September 5, more than two weeks later, with the dismissal of the women’s soccer coach and finally, the resignation of Rubiales on Sept 10 and so on and so forth, as a sort of Spain’s Me Too movement. Again and again, the chronicle referred to the gap between the tradition of machismo (a global etymologically Spanish word) and a rights vanguard modernity: a spotlight on a divide between traditions of machismo and more recent progressivism that placed Spain in the European Vanguard of feminism and equality. A reference to the avant-garde with a subtle paradox for the use of the concept of modern tradition that the exile to the United States in 1936, Juan Ramón Jiménez, had already discussed through his concept of modernism, of course, distant from these cacophonous wording rallies.
I estimate that to the Spanish authorities’ regret, the image of Spain has never enjoyed a more steady stream of headlines in the NYT, if we except the time of the Cuban-Spanish-American War of 1898, and the 1936-39 Spanish Civil War. I have never understood that popular saying, – maybe a reflection of the histrionic exhibitionist digital vanity of our day -, that speaking ill of one is preferable to silence. Although the order of the factors does not alter the product mathematically, syntactic hierarchies may certainly hide or reveal cultural prejudices and/or favoritisms. Clearly, the symbolic and overwhelmingly sexist gestures of this sporting red neck and his accomplices has prolonged Spain’s negative image. Meanwhile, frequent achievements, not only in women sports, but through so many female Spanish artists, humanists, scientists, NGO volunteers, for example, the one recently killed in the war in Ukraine, etc., and their corresponding male examples, do not ever reach the headlines of any global paper such as the NYT.
These unfortunate shortcomings may be added to the supposedly democratic deficits which some also accuse the negated collective nation of Spain, while they auto proclaim themselves as exiles and they boast about Catalonia’s Contributions to the Social and Political Progress of Europe Throughout its History, in an exhibition inaugurated in the European Parliament by Carles Puigdemont and Toni Comín (etymologies, for the one who climbs the mountain, and the cumin seed, — the latter, not highly respected in the Spanish popular saying, he is hardly worth a cumin seed –). This exhibition highlights the Consolat de Mar, a pioneering institution in maritime and commercial legislation; the creation of the Remença Agrarian Union; the Court of Contrafaccions, considered a precursor of modern constitutional courts; and finally and most paradoxically, popularly known as the Canadian strike in 1919, performed also by a non-Catalan working population, affiliated to the Anarchist CNT, and who managed to obtain Spain 8hrs working days, while facing the Catalan management of the North-American founded Barcelona Traction, Light and Power Company, Limited.
The stridency of the debate about local nationalities and the separatist and separating partisan efforts have spread across the Spanish political aisle of the Herderian anti or pro Spanish nationalist parties, as represented mostly by Basque, Catalan and Galician nationalist groups vs the ultra right Spanish Vox, a sector in the Popular Party (PP), as well as a few militants in the Socialist PSOE. Meanwhile, the semantic rectitude of auto qualifying or calling an exile, Catalan Nationalist Carles Puigdemont (etymologically, also the one that heads to the mountain – takes to the woods), has long been defended by the pro referendum Spanish Podemos affiliated federalists such as Pablo Iglesias, who initiated a Popular Front political strategy in 2014 which has fractured Spanish politics with alliances and discourses that evoke the Second Spanish Republic clashes, certainly, without the risk of a Civil War, as guaranteed by the European Union framework. Puigdemont may then be viewed, as reincarnating a saint from the Mountain of Beatitudes, a Christ figure redeemer’s preaching a Sermon on the Mount to his lost Catalan people, or as an apocalyptic anti Christ, the devil that tempts the Spanish socialist Messiah, Pedro Sánchez, on Mount Quruntul, with all his meager but precious material riches (7 parliamentarians that may tip off in his favor the future Spanish government), while luring the prime minister into spiritual servitude by conceding an amnesty to all Catalan 2014-17 prosecuted separatists. Meanwhile, thoughtful debates confront jurists touched by various flags and ideologies in order to ruffle the loop of the post-electoral justifications for an amnesty for those accused of embezzlement for the unilateral 2014 and 2017 referenda on independence. But they are certainly politically responsible for the unilaterality of certain decisions taken in Catalonia, which by the way can always provide fuel to themselves and their foes, by confronting, among others, Catalans who are also Spanish velis/nolis in the said territory. While other voices hold angry disputes around the possibilities of further secession referenda and their various articulations. Curiously, Javier Melero, a respected penal defense attorney for some of the Catalan Referendum 2017 politicians, has quoted Jiménez de Asúa’s cautious but romantic 1931 constitutional point of view about amnesties.
Therefore, exile is a term whose terminological abuse, in this case, hides its relatively recent incorporation into the Spanish lexicon, since its French usage (from lat. Exilium) was only picked up through the presence of Spanish emigrees or refugees in Latin America from 1936-39 on., where éxil and éxilé, were much more frequent. The defenders of the term for independence in Catalonia are right if we attribute to the term the second meaning in the dictionary of the Royal Academy of the Spanish Language as expatriation, generally for political reasons, that is, motu proprio displacements. But we would be inaccurate if we were to consider expatriate as a synonym for exile, and we ignore the historical-political contexts that should color such ostracism, to which we must add ideological persecution for undemocratic reasons, due to the oppressive intolerance of a regime. Persecution, lack of fundamental rights that surround modern exiles, which only became widespread with the surge of liberal systems and constitutions which gradually guaranteed popular participation processes in the collective decisions of nations. Exiles became modern in nature from the 18th century on (in particular with the Declaration of the Rights of Man, as the French version of August 4, 1790 reads) or with article 120 of the French Montagnarde Constitution of 1793, never approved, which states that France welcomes those fleeing tyranny and will persecute those who promote it, as the origin for what would later become the 20th century Geneva Convention on Refugees.
Some readers will point out that Mr. Puigdemont precisely defended the said popular participation with respect to what Charles Tilly describes as state-seeking nationalism. But for the United Nations, Spain, despite having been dubiously admitted into that international body in 1955 during the Franco dictatorship, thanks to the Western-USA interests of the Cold War, today is a full-fledged nation-state, and therefore exempt from possessing colonies with the right to self-determination; except for its former territory in Western Sahara, abandoned unilaterally by Mr. Sánchez to Morocco’s occupying logic in 2022 in line with the Israel-USA interests. This executive Spanish decision therefore assumes an Almanzor Syndrome (Mangas in Aragón) or a blackmail foreign policy as displayed by Morocco through its erratic emigration safekeeping-open the gates tactics, particularly in Ceuta, Melilla and across the Canary Islands, while Brussels still banks on burying its head in the sand about the Mediterranean immigration pandemia.
Meanwhile, Spain presently respects the fundamental rights of its citizens, and particularly of women, through free expression at the polls, or thanks to other progressive laws, all constitutionally protected by a 1978 Magna Carta, which may of course be improved, and also messed up (as recently shown by legislation on Sexual Rights that had to be amended, popularly known as the Yes is Yes Law which its Podemos legislators and Socialist acolytes approved, despite its flaws which shortened prison sentences for prior condemned sexual offenders. Of course, this may happen to any legal text subverted by any supposedly Sapiens mind, as Hadrian expressed it in his fictional memoirs by Margarite Yourcenar when he points out that laws change less quickly than customs; that they are dangerous when they come behind the curve of social morality, and even more so when they are ahead of their times (elles changent moins que les mœurs; dangereuses quand elles retardent sur celles-ci, les le sont davantage quand elles se mêlent de les précéder).
Let’s preserve ourselves against the manipulative abuse of naturalizable semantics surrounding a Herderian style earth and blood Catalan nationalism, represented by its September 11 Diadas, the date of their supposedly 1714 freedom loss, the Basque Aberri Eguna or Basque Homeland, Misty Galician Celtic origins, or Spanish Trajan and Hadrian Roman Empire sources, and even prehistoric ones at Atapuerca. In Catalonia, the 1714 defeat and exile legitimization tends to overshadow its anti-Bourbon pro Austrian partisans’ exile within an international absolutist monarchical conflict and its economic hard liquor ties to the English trade. Let’s rather focus on the exiles suffered by XIX C. liberals (a Spanish political term from the 1812 Cádiz Constitutional Congress), still present in spirit in Florida St. Agustin Spanish Constitutional monolith), and later on the foreign plights of defenders of the First or the Second Spanish Republics, who had to flee Spain to avoid, as we know, in the latter case, Franco’s mass graves. Finally, a 2022 Law of Democratic Memory may facilitate their overdue banishment to the trash heap of history.
Plaza de la Constitución, San Agustín Florida, USA
Utopian illusory types like me hope for the erasure of these various semantic-territorial determinisms, or the pre-eminence of identity languages for new national states, compared to the obvious advantages for the Iberian polyglots, including Portugal, like the Asturian-Bable space from which I am writing, – let’s welcome the richness and cultural respect for the diversities of logos from any and everywhere, and the representation and/or political reform for the stability and accommodation for non Spanish minorities, (Basque, Catalan, Galician) already quite widely guaranteed by the constitutionalstate of the autonomies, ratified today through the usage of plural languages in the parliamentary Spanish debates. But let’s try to avoid all underground wars in order to deform national linguistic imaginaries, accommodate history and thus justify patriotic ruptures, particularly in Catalonia and Euskadi. Those territories may have been previously separated entities, but in non democratic moments distant from the unitary plurality of the present. And let’s not forget that the Spanish Magna Carta and laws ratified by the Constitutional Court do not curtail the rights to defend a hypothetical self-determination, certainly based on complex mechanisms that guarantee the constitutional stability of nations in the European Union, and of course, regulated by and for the entire Spanish electorate, not just a few privileged ones chosen by blood and earthy distinctions. War associated by François François Mitterrand to separating nationalisms has not ceased to show its marks in so many new nations (Tortella & Quiroga Valle) through the dangers of their secularized former or newer identity fleeces, and as rooted somehow in the Ukraine-Russian conflict. Therefore, let’s utter a ¿cynical? mantra about recyclables, anytime new nationalism nightmares creep up, or what the American revolutionaries pragmatically stated in the preamble of the 1776 Philadelphia Declaration of Independence: Prudence, indeed, will dictate that Governments long established should not be changed for light and transient causes; and accordingly all experience hath shewn, that mankind are more disposed to suffer, while evils are sufferable, than to right themselves by abolishing the forms to which they are accustomed.
Nor should we think about catastrophic figures and exceptional cases, for example around the supposedly longevity limits for certain political moments in Spain’s history, as referred by a disheartened novelist such as Pío Baroja, when he attributed a string of bad luck to the liberal past until the Second Republic. Recently, Felipe González referred himself to the XIX C. Restoration, Franco’s Dictatorship or the post-1978 constitutional period, as if they were the result of some repetitive Hispanic fluke. Let’s blur the vicious circle cycle of essentialist confrontations between various territorial Spains that the present egalitarian and proportionally distributive civic constitutionalism, with noted fiscal exceptions for the Basque Country and Navarre, attempts to regulate, certainly, through a maze of yearly budgetary regional disputes: What about me? Could we regenerate forms of the habitus of the past, when a president like Leopoldo Calvo Sotelo frequently received in La Moncloa Palace, whom he understood would be his successor, Felipe González, not as a political enemy but as an adversary who would have to continue taking care of the res publica (Calvo-Sotelo, López de Celis). It may teach us to stay clear of Olympian heroic discourses and away from any of the various trivial and essentialist nationalisms, including the Spanish one, in the face of the consistent and harmonious work and planning of so many citizens who, as mentioned earlier, even in moments of dictatorship and exile, have contributed to Plural Spain’s improvements in a country named Spain, where as claimed by a 1936 visitor to one of the Anarchist columns on the Aragon front, French thinker Simone Weil, human creativity seemed to focus mostly on the camp of negativity rather than goodness.
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El águila, el timonel, el patán, el exiliado, y el 11 de septiembre
El águila, el timonel, el patán, el exiliado, y el 11 de septiembre
José María Naharro-Calderón
In memoriam de Lauretta Clough, la cual tenía la gentileza de comentar estas …
El estío de 2023 ha estado plagado de hitos para el llamado nacionalismo trivial o cotidiano de Michael Billig y Tim Edensor. Por actos de nacionalismo banal, trivial o cotidiano me refiero a lo que Billig explica siguiendo a Benedict Anderson como lo imaginario de una comunidad que se olvida inconscientemente de la historia para residir en lo que Pierre Bourdieu llama el habitus, así como lo que Edensor estudia respecto de la superioridad nacional en origen a través de los deportes británicos, faros morales y masculinos para gobernar las colonias u otros territorios, gracias a estereotipos de identidad y otredad que emergen del (des)encuentro entre contextos culturales internos y externos para la cotidianidad y estilos nacionales y deportivos.
Así, nos han llegado la necrológicas de Federico Martín Bahamontes, primer vencedor español en 1959 del Tour de Francia; la de Guillerno Timoner, séxtuple campeón del mundo de medio fondo en bicicleta tras moto entre 1955 y 1965; la victoria en el campeonato del mundo de la selección española femenina de fútbol el 20 de agosto del corriente, con el subsiguiente asunto Rubiales; una declaración sobre una amnistía para el Procesisme de Carles Puigdemont, siempre calificado por sus partidarios y por Pablo Iglesias, ex vicepresidente de gobierno de Pedro Sánchez, como exiliado; también hemos recordado el 11 de septiembre el cincuentenario del golpe de estado en Chile del general Pinochet, patrocinado por los EE. UU. contra la coalición de la Unidad Popular del luego suicidado presidente Salvador Allende.
En todos estos casos, como veremos, los significantes onomásticos se confundirían con el significado como parece desear Crátilo en el diálogo socrático-platónico con Hermógenes, por su parte, aparente defensor de un signo arbitrario y no motivado naturalmente. Polémica lingüística en la que Sócrates parece inclinarse por las tesis convencionalistas, ahora que tres otras hablas oficiales como el catalán y sus derivadas, euskera y gallego, en partes de las Españas (Cataluña, País Valenciano, Baleares, Euskadi y Galicia) aspiran a dar trabajo a traductores e intérpretes en las sesiones parlamentarias de las cámaras representativas españolas. Junto a futuras peticiones analogas del andaluz, árabe, aragonés o fabla, asturleonés (bable o asturiano/u, montañés, cántabro/u, extremeño, altoextremeño o castúo, leonés), caló, canario, fala o cacereño septentrional, francés, panocha o murciano, portugués y rifeño, sospecho, que traducciones e interpretaciones, serán entonces canalizadas por la Inteligencia Artificial.
Nunca he entendido el por qué de las cortapisas políticas a que se comparta más la educación pública en castellano junto a otras lenguas oficiales de España, como si a pesar de la posición dominante del español, se aprendiera por ósmosis, y no precisara la enseñanza reglada de su sintaxis, su historia, su literatura, como me consta se practica en escuelas concertadas a las que acuden el estudiantado de las élites en las Españas, por ejemplo, Artur Mas, uno de los políticos responsables de este guirigay. Pero no quiero abrir aquí el melón de los detalles sobre la competencia en las diferentes lenguas de las Españas, empobrecidas hoy por la falta de la práctica asidua de la lectura, por ejemplo, de sus literaturas. Otra petición similar sobre el uso del catalán, euskera y gallego en las instituciones de la Unión Europea parece haber abierto la puerta a otros miedos continentales ante un mayor debilitamiento y desintegración regionales, en vistas de las amenazas rusas y la creciente falta de cohesión entre los 27 estados miembros, donde el brexit envió ya una primera oleada de pánico, y en cuyas instituciones, el español sigue sin ser idioma oficial, frente al inglés como lingua franca, el francés y el alemán. ¿La casa por el tejado?
En la Europa del Mercado Común de los seis, frente a los ciclistas franceses Anquetil, Poulidor, Geminiani, Darrigade … que entonces lo ganaban casi todo, surgió Bahamontes, al que cualquier aspirante a ciclista en nuestras Orbeas de cuatro ruedas, venerábamos con su efigie en nuestra chapas o identificábamos en nuestras canicas con las que reproducíamos la Vuelta a Francia en cualquier superficie urbana o natural (parque o playa) ad hoc. Nuevo camino francés industrialmente unido a la bicicleta, para la dinámica imagen de nuestros vecinos, ahora que el de Santiago de Compostela se revitaliza también a través de nuestras tierras y costumbres que recorren los peregrinos actuales, por el surco de la primera guía turística: el Codex Calistinus del S. XII de Aimeric Picaud.
Anquetil, Rivière, Bahamontes, Vuelta a Francia, 1959
Para más que un Tour, el toledano fue apodado en el año del Tratado de Roma (1957) por el organizador de la ya legendaria carrera, el también periodista Jacques Goddet, como el Águila de Toledo que planearía sobre las altas cumbres. Y así echó a rodar y ascender el recuerdo del nacionalismo de las cosas representado por el emblema carolingio que preside la Puerta Bisagra de la Imperial ciudad del Tajo. Pero Bahamontes debió decepcionar profundamente a aquel dirigente del ciclismo entonces casi exclusivamente del club comunitario europeo, y a muchos de los seguidores patrios de la rapaz toledana, al desplomarse como tocada del ala, y con su caída, cavar de nuevo durante aquel Tour de 1957 nuevas trincheras para las dos Españas. En aquel año de su bautismo aguileño, se retiró de la carrera tras comprobar el cisma en el equipo español entre Bahamontistas y Loroñistas, (en referencia a Jesús Loroño Artega, reciente ganador de la Vuelta a España), todo en medio de una fenomenal rabieta encubierta por un supuesto problema de salud.
Puerta Bisagra, Toledo
No sé si Goddet recordaba, que tras el emblemático apelativo al rancio imperio, aleteaba el franquismo como pusilánime facilitador de los esfuerzos del Eje nazi-fascista durante la Segunda Guerra Mundial, a cambio de un sustancial y negado trozo colonial norteafricano francés, el cual a punto estaba de independizarse entonces en Argelia (1962). Allí, los exiliados españoles de 1939 habían sufrido, como en la metrópoli, múltiples penalidades concentracionarias, sin respeto hasta 1945 al derecho de asilo político que Francia había reconocido como una de las cinco naciones firmantes inicialmente de la Convención de Ginebra para Refugiados de 1933. Toledo representaba también el mito del heroísmo más determinante para aquella endeble imagen justificadora de la dictadura, a través de la evocación de los héroes del Alcázar carolingio, espacio para la resistencia fundacional y la valentía iluminadas por la divinidad a favor de los golpistas de 1936, en cuya fortaleza habían resistido entre el 21 de julio y el 27 de septiembre de 1936. Franco rápidamente entendió su valor simbólico y por ello demoró y frustró una posible entrada en Madrid en el otoño de 1936 para lograr una foto propagandística que le hacía Generalísimo indiscutible de la España rebelde de la España rebelde, como jefe del gobierno [y] eterno del estado, tras añadir su Hermanísimo una natural y eterna conjunción copulativa sin fin al decreto del 1 de octubre de 1936 (Cabanellas).
Alcázar de Toledo. Varela, Franco, Moscardó, Toledo 27 de septiembre de 1936
¿Conocía Goddet que el Delegado Nacional de Deportes español hasta 1956 no había sido otro que aquel antiguo coronel Moscardó, defensor del monumento toledano, cuyo despacho de mando se conserva con el supuesto mobiliario de origen? Hoy es visitable en el Museo del Ejército, el más frecuentado en las Españas, sito en aquella fortaleza-palacio, el cual dispone de una museografía de primer rango, a pesar de algún debatible discurso que a veces la enmarca. Para el nacionalismo trivial del franquismo, ejemplificado fundamentalmente por los dos deportes claves de testosterona masculina como el fútbol y el ciclismo, nada podía ocurrir sin la omnipresente presencia de aquella endeble Delegación, de la misma forma que muchos ciudadanos han descubierto hoy la preeminencia de una federación deportiva como la futbolística, cuyo escudo y título encabeza la corona real como garante de la moralidad de los supuestos valores sociales que representa. Además, los estadios de fútbol pueden ser sólidos mementos arqueológicos que, por ejemplo, blanquean las terribles memorias de aquel golpe de estado de Pinochet y los suyos, como el Nacional de Santiago de Chile, o gracias a los chanchullos financieros para cubrir otros abusos de derechos humanos en países del Golfo Pérsico. En Catar, Arabia Saudí, Barhein, o Emiratos Árabes Unidos se han desembolsado parte de sus infinitos capitales en megaproyectos futbolísticos como la Copa del Mundo o en múltiples equipos de fútbol o ciclistas, deporte en el que Israel también buscaría lavar su ¿irresoluble? conflicto palestino (Naharro https://blog.umd.edu/mondinaire/2022/11/27/while-generalissimo-franco-was-still-dead-on-november-20-2022-mientras-el-generalisimo-seguia-fiambre-el-20-de-noviembre-de-2022/).
En aquella España de la Santa Cruzada del nacional catolicismo, rebautizada por el cardenal Pla y Deniel, la transparencia logocéntrica de apellidos, emblemas y símbolos podía ser interpretada como signo doblemente divino para así mostrar que aquella nación de tan rancio abolengo, estaba para siempre unida por la virtud casamentera de unos muy católicos monarcas tardomedievales que también habían ideado su mausoleo, sin estrenar, en San Juan de los Reyes toledano. Así aquella España sólo podía ser la elegida por y para la diestra del Padre en su retorno al paraíso terrenal perdido de la unidad, – Con el Imperio hacia Dios – y así afianzarse y ejemplificar la síntesis tríadica descrita por Levinger y Lytle para los cimientos del mito de lo nacional. Este está basado en una edad de oro, su subsiguiente decadencia y la promesa y recuperación gloriosa de aquella patria. ¿Les suena a Tornar América grande de nuevo (Make America Great Again) procedente de la doctrina decimonónica de la nación del Destino Manifiesto (Manifest Destiny)?
Pero si la disminuida, subdesarrollada y autárquica España de la franqueza de su Caudillo no lograba económica ni políticamente sus objetivos imperiales, por lo menos los podía exhibir desde las altas cumbres de las que descendía como un Trajano hispano triunfante, por cierto con bastante prevención, un tal Ba(j)hamontes. O para satisfacer el mito conquistador difundido en 1941 por Jaime de Andrade, alias Franco, filmado en 1942 por el cuñado de José Antonio Primo de Rivera, José Luis Saenz de Heredia en Raza, el ciclista Timoner no habría sido otro que uno de esos almogávares que habían surcado el Mediterráneo al mando de la nave aragonesa, reconquistadora de la Mallorca natal del atleta cargado de medallas. Aquel Mare Nostrum aragonés desembocaría en las castellanas Columnas de Hércules y así permitiría Plus Ultra la globalización hispana del Atlántico y Pacífico.
Triada que se ejemplificaba con otra lectura menos heroica para aquella franqueza determinista de la dictadura. En el mismo año en el que el cénit toledano parecía confirmar la recuperación imperial del mito, el Centinela de Occidente no dejaba lugar a dudas sobre la decadencia española que había acarreado su régimen de persecución y fosas comunes, cuando al inaugurar el 1 de abril de aquel 1959, sobre los restos del campo de concentración de Cuelgamuros, el ominoso mausoleo de aquel paradójico Valle de los Caídos, remarcaba que veinte años más tarde, la guerra no había terminado. “La anti-España fue vencida y derrotada, pero no está muerta […] desde el exterior se intentó la reversión de nuestra Victoria […] Interesa que […] que evitéis que el enemigo, siempre al acecho, pueda infiltrarse en vuestras filas”. Y así Fernando Olmeda señaló que “con este discurso, la idea de vencedores y vencidos qued[aba] petrificada […] en la montaña de Cuelgamuros [mientras] Franco volvía a jugar con el engaño de la reconciliación [ausente de] su discurso, [sin mención] a los caídos republicanos, ni tender la mano a los vencidos”.
Prisioneros republicanos de un batallón disciplinario en el campo de concentración de Cuelgamuros del que se fugaron, Manuel Lamana y Nicolás Sánchez Albornozhttps://blog.umd.edu/mondinaire/2023/04/04/los-post-seniors/
Mientras tanto, parte de aquella anti-España, la cual había logrado preservar algún mimbre de inteligencia, perseverancia y cuidado de la res publica, fuera de las cárceles o el exilio, se ocupaba entonces de evitar un Despeñaperros nacional financiero, e invertía el sentido escatológico de aquel mausoleo donde dormía el bien sobre el mal, la virtud sobre el vicio o la luz sobre las tinieblas. Y así, Fabià Estapé, Joan Sardá, militante de Esquerra Republicana de Catalunya, exiliado regresado antiespañol, o luego un futuro presidente y firmante de los Pactos de la Moncloa de 1977, Leopoldo Calvo-Sotelo, a través de José María Naharro Mora, se harían eco de la modernidad de un tal John Maynard Keynes. Precipitada la economía por el Único Lector desde la lucecita de El Pardo hacia una inédita suspensión de pagos contemporánea, y nuevas tarjetas de racionamiento, en el parte radiofónico del 18 de julio de 1959, tras las trompetas del falseado inicio bélico salvador en 1936, y el de las fanfarrias de la victoria aguileña ciclista en Francia, ambos economistas catalanes escucharon que España, de paso, había entrado en la OCDE de París, para poder devaluar la moneda en un 600% frente al $ de EE. UU., e iniciar una estabilización, para así ¿evitar abyectamente? el hundimiento final del régimen gracias a la bancarrota inflacionaria de Paco la culona.
Era el mote de su correligionario de golpe, aunque masón y republicano, Miguel Cabanellas Ferrer, para significar que su mando sería eterno, cuestión irónicamente reflejada en el título de la entrega cinematográfica de Alejandro Amenábar, Mientras dure la guerra (2019). Cabanellas también conocía las garantías de exilio dorado que le había prometido al dubitativo y calculador futuro Generalísimo, otro almogávar de las finanzas, Juan March, para asegurarse su tardía presencia, manipulada en las efemérides de la fracasada intentona que desembocó en aquella terrible guerra civil. En la trinchera opuesta, se encontraba Guillermo Cabanellas hijo, socialista y participante en la sublevación de Jaca de 1930, y exiliado a partir de 1937, finalmente a Argentina.
Y en ese eterno ciclo de repeticiones a lo Nietzsche o de rimas a la Mark Twain, el 20 de agosto de 2023 de nuevo se cruzaron guiños triviales de la historia de aquellas Españas. Todavía algunos la certifican como franquistamente desenterrada/ble, lo que califico como Sacar a pasear el santo para un roto y un descosido, a pesar de que más de dos generaciones de nacidos en España, y sobre todo, de inmigrantes y descendientes, jamás conocieron aquella dictadura, y así lo han mostrado las recientes elecciones del 23 de julio, con una mayoría adscrita a una estabilidad política pactista. Evidentemente, estos déja vu de un pasado manchado están igual de presentes en otras naciones vírgenes de tacha en sus orígenes como Francia, Reino Unido o los EE. UU., sin que parezca afectarles internacionalmente el sambenito de una sucia historia inextinguible. Al contrario, Francia todavía pedalea sobre los momentos revolucionarios de 1789 a pesar del Terror, o de la figura de un Napoleón conmemorado, sin ambages, en su Panteón parisino. El Reino Unido lava parte de su lastre colonial gracias a la exitosa serie The Crown, donde las peticiones españolas en torno al Gibraltar del tratado de Utrecht de 1714 se diluyen gracias a la presencia del Churchill antifascista de la Segunda Guerra Mundial, no el colonialista de Gallipoli, ante inequívocas imágenes franquistas, pero sin mencionar ni su origen ni su localización. Mientras tanto, en los Estados Unidos se equilibra un proyecto sobre sus orígenes como el de 1619 con un colegio electoral censitario procedente de aquellos tiempos esclavistas, el cual todavía sobresee las elecciones presidenciales, consideradas mundialmente, como plenamente democráticas.
Finalmente, la tensa evocación del 50 aniversario del golpe de estado en Chile de Augusto Pinochet contra la coalición democráticamente elegida de Salvador Allende – anotemos las referencias cratílicas al emperador romano y simbólico verdugo de su Crística víctima – ha estado sembrada por una serie de batallas memoriosas entre versiones de un futuro del deseo y otro del destino, según nomenclatura de Desmond Bernal, recientemente citada por David Rieff. Análogamente, podría asimilarse a lo que en España se caracteriza como Régimen del 78, supuesto edificio ruinoso en demolición para los partidarios de Podemos y ahora Sumar, frente a la España de la Transición consensuada y defendida por la mayoría de sus protagonistas. Todo ello, en medio de este batiburrillo de la obsesión en el que la historia, y en particular la española, aparece incapacitada y sospechosa, atrapada entre todo tipo de paradojas pasadas y futuras, y perdida entre la espesa niebla del presente, segado por los imperativos redentores para un pasado buscado por juvenistas desprovistos del tiempo pero obsesionados por éste, mientras otr@s se despreocupan completamente del pasado, sin fijarse en el presente más allá del más reciente tweet tendencioso sobre cualquier tema. A esto ya me he referido ampliamente en mi Entre alambradas y exilios. Sangrías de las Españas y terapias de Vichy (2017).
Frente a este comprensible marasmo, mi generación creía poder anticipar un futuro de cambio y de superación de las dictaduras que asolaban sociedades europeas como la griega, la portuguesa, la española, aquellas del telón de acero y la U.R.S.S., o tantas latinoamericanas, africanas o asiáticas entre sangrientos conflictos como los de Indochina, contra los que participé en EE. UU. como opositor estudiantil. Así el golpe chileno de Pinochet representó una involución múltiplemente dolorosa para los españoles que esperábamos el fin de nuestra dictadura sin fin, que conocíamos la tradición democrática de Chile, o la poesía de Pablo Neruda, en particular los versos de Explico algunas cosas, escritos en la madrileña Casa de las Flores por el cónsul chileno en París y facilitador de la expedición de 1900 republicanos españoles del Winnipeg a Valparaíso en 1939. Y me sigue emocionando el recuerdo del lugar de memoria de una placa de agradecimiento en 1997 de aquellos desterrados exhibida en su residencia de Isla Negra, donde yace el poeta, tras su misteriosa muerte pocos días después del golpe en Chile.
La visité dos veces, junto a mi hija y su madre, la cual había acudido a un último simposio en homenaje a José Donoso, mientras otro de sus participantes, José Saramago, esperaba ansiosamente la noticia nunca certificada en aquel septiembre de 1994 de la concesión del premio Nobel de Literatura; y en una segunda ocasión en enero de 2011, de nuevo junto a mi hija ya adulta, y mi cónyuge, cuyos abuelos y tíos habían sufrido los dolores de un exilio francés menos afortunado.
Y por ello, la memoria ha proseguido remontado a uno de los momentos fundacionales de mi conciencia ciudadana, cuando una tarde de mayo de 1970 acudía a la Filmoteca de Instituto Francés de Madrid en la calle Marqués de la Ensenada para encontrarme que la película programada, Z, del director franco-heleno, Constantin Costa-Gavras, había sido prohibida por decisión gubernativa de la dictadura franquista. Los más avezados comentaban ante la puerta cerrada del edificio la forma en que aquella cinta certificaba cómo las cloacas del estado podían llevar a la involución política de una nación simbólicamente determinante para la idea democrática como Grecia. Hay que recordar que entonces no existían las redes digitales, y que además, campaba la censura que yo sorteaba entre algunos escogidos lectores en la hemeroteca del Instituto Francés en la que podía leer Le Monde, y para España, las crónicas de Ramón Chao.
Logré finalmente ver Z años más tarde en los Estados Unidos, en el cine de Arte y Ensayo, Theater of the Living Arts en la calle South de Filadelfia, junto a otras entregas como Estado de sitio o La confesión, películas en las que aparecía uno de mis actores favoritos: Yves Montand. Pero no anticipaba todavía que el cine de Costa-Gavras estaría permanentemente ligado a mi propio itinerario intelectual. Efectivamente, tras aquellas películas que mostraban la multiplicidad de ángulos y contradicciones en las que pueden involucrarse individuos y colectividades preocupados por la mejoría política de los suyos, se encontraba la pluma de un multifacético intelectual español del exilio, amigo de Montand, autor de una estilizada biografía sobre el actor y su abyecta relación con Simone Signoret, y de su propio reflejo como militante antifranquista en La guerre est finie de Alain Resnais. Se trataba de Jorge Semprún, de cuya obra cinematográfica y concentracionaria me ocuparía por extenso en algunos de mis trabajos, y su presencia en Z explicaba muchas cosas sobre aquella prohibición gubernativa franquista de 1970. Su poliédrica mirada atravesaba así libremente las contradicciones que había extraído de su propia experiencia como antifascista sobreviviente en el campo de concentración nazi de Buchenwald, y como militante comunista en el Comité Central del partido español hasta su expulsión en 1964, junto a Fernando Claudín,debido a su análisis sobre un país más allá de la guerra y el exilio, a pesar de Franco.
Así me viene de nuevo el cosquilleo del recuerdo ante la proyección de la película Missing, y posterior coloquio con Costa-Gavras en el centro Annenberg de la Universidad de Pensilvania durante la primavera de 1982, acompañado por el poeta expatriado chileno, Raúl Barrientos, – compartí entonces amistad y tertulias con algunos de aquellos desterrados, que habían seguido en los departamentos de español de la universidades estadounidenses el itinerario de los españoles republicanos de 1939 -. Con Barrientos, renovador intérprete versicular de la degradación urbana estadounidense, leíamos a Pablo de Rocka y su polémica con Neruda, charlábamos sobre los paraísos artificiales en el modernismo y la mirada de Walter Benjamin, o la modernidad en La Araucana, en la que Alonso de Ercilla daba voz a las víctimas frente a victimarios: Chile (…) la gente que produce es tan granada,/ tan soberbia, gallarda y belicosa,/ que no ha sido por rey jamás regida/ ni a extranjero dominio sometida. Tuve entonces la fortuna de preguntarle al director de Missing sobre el simbolismo tras la imagen de aquel amenazante caballo negro que inundaba la pantalla inicialmente. Y habló de la necesidad de universalizar la bestialidad que subyacía tras aquella historia, en la que buscaba trasladar a los espectadores, en particular estadounidenses, a pesar de la distancia temporal, un proceso de autoconocimiento y reconocimiento de los abyectos intereses de la política internacional de los Estados Unidos, a través de la experiencia real e itinerario personal ante la desaparición de su hijo en los primeros días del golpe, de uno de esos hombres decentes de ideología conservadora. Además, la interpretación que escala por la creciente irritación siempre retenida ante la verdad de un icono actoral del Hollywood de Willy Wilder, Jack Lemmon, añadió una potente áurea de verosimilitud a los entresijos de cómo los Estados Unidos habían movido sus intereses planetarios tras intervenciones abiertamente favorables a procesos dictatoriales como el chileno, o bien, por extensión, podrían tirar la piedra pero esconder la mano ante inaceptables agresiones rusas en un conflicto actual como el de Ucrania. En éste, velis/nolis se benefician de esta sangría el complejo armamentístico norteamericano y toda su industria y servicios adyacentes, tras expandir su hegemonía de la OTAN más allá de las promesas de restricción territorial hechas a la Rusia de la Glasnost, lo cual no significa blanquear la invasión injustificable de Putin. A los que conocemos la no-intervención en el conflicto de la guerra de España de 1936-39 y la posterior connivencia estadounidense con la dictadura franquista, nos surgen una serie de preguntas no despejadas tras esta política de intervención, en lo que son también las secuelas de conflictos y represiones endémicas, según lo descrito en Blood Lands por Timothy Snyder.
Durante un reciente re-visionado de la película chilena de Costa-Gavras, retornaron algunas analogías entre las dictaduras franquista y pinochetista. Como clon de la primera – hay que recordar que junto al vicepresidente de los EE. UU., Nelson Rockefeller, Imelda Marcos, el rey Hussein y el príncipe Rainiero, Pinochet fue el único jefe de estado presente en las obsequias de Franco -, en Chile se usaron las mismas armas de censura ante el potente y universal mensaje del arte del director franco-heleno. O que fuera el juez español Baltasar Garzón el que buscó la extradición del dictador chileno desde Londres a España, accionando el principio de justicia y jurisdicción universales, en parte, gracias a las simientes de la doctrina penalista de Luis Jiménez de Asúa transmitidas en el exilio bonaerense a otro desterrado como Manuel de Rivacoba. Aquél había sido el penúltimo presidente de la República española en el exilio (1961-1970), diputado socialista y ponente principal de la Constitución republicana de 1931, y profesor de la Escuela Matritense de Estudios Superiores de la calle de la Luna 29, arrasada por el conflicto de 1936, y regida hasta 1935 por Isidro Naharro López, mi abuelo paterno.(https://blog.umd.edu/mondinaire/2023/04/04/los-post-seniors/)
Por ello, ya pueden los negacionistas chilenos u otros intentar borrar u ocultar los desastres de la dictadura, de los sótanos donde se torturaba, de los todavía casos de desaparecidos sin aclarar, de atacar los supuestos fallos de una constitución post-pinochetista no aprobada, el cine de Costa-Gavras basado en un itinerario de anagnórisis para el inconsciente de la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad estadounidenses, el documental de Patricio Guzmán que sutura archivos para plasmar el extenso fresco de La batalla de Chile, o el del sarcasmo de El conde de Pablo Larraín, proseguirán mostrando cómo el mal existe, los intereses creados impiden que la gente corriente, hasta en la panacea democrática estadounidense, obtengan justicia, y que nuestra especie está capacitada para discriminar entre verdades y mentiras gracias a nuestra revolucionaria identidad cognitiva en permanente proceso de creatividad cultural.
Paradójicamente, este 20 de agosto de 2023 del triunfo globalmente modernizador de las mujeres balompédicas españolas, coincidió con la exhumación del osario franquista de Cuelgamuros, y entrega a sus familiares de los restos de víctimas del conflicto y la represión iniciada en 1936, mientras que sospecho que algunos apegados a los imaginarios del nacionalismo antisajón aplaudían la victoria reivindicadora sobre la Pérfida Albión. Mientras, se significaba urbi et orbi otra selección de apellidos de indudable transparencia significativamente cratílica: Bonmatí, Paredes o Hermoso, esta última, además, estrujada en la supuesta belleza del nomenclator por la patanería y lo que algun@s letrad@s califican como una vejación injusta, ahora no discriminable a partir de la reforma del artículo 178 del Código Penal español que lo enmarca todo como agresión sexual, de este anti-Rubiales: ni rubio, ni joven, ni protocolariamente acorde por sus zafios gestos de testosterona endógena desbocada, ¿dopada también por alguna sustancia exógena? Comme c’est curieux, comme c’est bizarre et quelle coincidence!/¡qué curioso, y qué extraño y vaya coincidencia!, como lo habrían expresado meridianamente el matrimonio Martín en La cantatriz calva del franco-rumano expatriado Eugène Ionesco.
Pero un breve recorrido por la prensa estadounidense de estos días, como el New York Times, influyente publicación de un país en donde el fútbol femenino y otros deportes, — frente al fútbol estadounidense de contacto, son practicados masivamente por niñas y mujeres, en equipos femeninos y mixtos – no deja lugar a dudas por sus titulares sobre los lugares comunes que prosiguen tiñendo muchos éxitos procedentes de las Españas. Por las Españas, me refiero a la nomenclatura plural que aparecía en el Estatuto de Bayona de 7 de julio de 1808 y la Constitución de Cádiz de 19 de marzo de 1812. La utilizo en otras publicaciones, desde un punto de vista cultural incontrovertible, sin menoscabo de la entidad política de nación llamada España, reconocida desde hace más de dos siglos, y así referida por primera vez en el título real de José Bonaparte, rey de España, en tratados internacionales, o en la Constitución de 17 de junio de 1837, donde la reina Isabel II es soberana de las Españas (para referirse también a otras representadas por lo que quedaban de colonias ultramarinas) mientras que el artículo 1 habla del territorio de España.
Antes de que apareciesen las imágenes de todo el grosero folletín que ha permitido rellenar portadas romas de prensa amarilla y del verano, cacarear a programas basura televisivos y otros, y enfrentar aún más a los cuñaos de las ya cansinas tertulias familiares y colectivas, el NYT titulaba muy significativamente la crónica de Rory Smith, periodista basado en Inglaterra: For Spain, a World Cup Title Built on Talent, Not Harmony/ Para España, un título mundial basado en el talento, no la armonía. Y así parecía disminuirse el esfuerzo y éxito colectivo de las jugadoras del equipo de las Españas, que supongo practican, a pesar de todo, un deporte de equipo regido en la actualidad, por la FIFA, siglas transnacionales de la Fédération Internationale de Football Association, [mi énfasis], en su origen, un deporte en común. Dicho titular, se podría parodiar en aires de la manosfera de estos tiempos, para apuntar de nuevo a una especie de talentosas Quijotas que se habrían paseado lanza en ristre para así deshacer los entuertos que dañaban a menesterosas doncellas, oprimidas por los abusivos gigantes masculinos.
To win a World Cup, everything usually has to be perfect. The manager and the players have to exist in harmony. The squad has to be in delicate balance: between talent and tenacity, youth and experience, self-belief and self-control. A team needs momentum, and good fortune, and unity. Spain, in the year preceding this year’s Women’s World Cup, had none of those things […] It is not possible to obtain [a world cup] unless everything is just right. Unless, as Spain proved, you have the talent — bright and clear and irresistible — to make sure nothing can go wrong. Para ganar una copa del mundo, normalmente todo tiene que ser perfecto. El entrenador y las jugadoras tienen que convivir en armonía. El equipo tiene que conseguir un delicado equilibrio: entre el talento y la tenacidad, entre la juventud y la experiencia, entre el autoconvencimiento y el autocontrol. Un equipo necesita una dinámica positiva, buena suerte y unidad. España en el año precedente a esta Copa del Mundo femenina no tenía nada de esas cosas. No es posible ganar […] a menos que todo esté en su punto. A menos, como lo probó España que tengas el talento — brillante, despejado e irresistible — para asegurarte que nada irá mal.
Una alineación arbitraria de las estrellas, casi inevitable en los imaginarios culturales sobre lo español, lo catalán incluido, que vuelve y revuelve en muchos discursos foráneos, a los que hay que añadir, la zafiedad, la grosería, el machismo, la truculencia, la chulería, la extorsión procedentes de los aledaños de la caseta femenina española que han enfrentando a la Federación española y a las valientes y resistentes jugadoras – condimenten a su gusto la ristra de estos despropósitos para más enjundia del NYT y otros observadores -. Así anunciaba este mismo periódico en su sección de Internacional, no la de Deportes, el 5 de septiembre, más de dos semanas después, el cese del entrenador de fútbol femenino o la dimisión el 10 de los corrientes del presidente, dentro de una especie de nuevo Me Too español, el cual certificaría que nos encontramos, desde luego, en tiempos muy poco franquistas. Y así se refería paradójicamente a la fosa entre la tradición machista (palabra de origen española asimilada a tantas lenguas) y un aparente progresismo vanguardista, sutil paradoja también para el uso del concepto de tradición que el exiliado en 1936 a EE. UU., Juan Ramón Jiménez, ya había explicado con su modernismo, lejos de este cacofónico peloteo periodístico: divide between the country’s traditions of machismo and more recent progressivism that has put Spain in the European vanguard on issues of feminism and equality/La división entre las tradiciones locales del machismo y el progresismo reciente que ha situado a España en la vanguardia europea en temas como el feminismo y la igualdad.
No creo confundirme, cuando afirmo que la imagen de España nunca había gozado de más titulares seguidos en dicho diario, si exceptuamos la época de la guerra cubano-hispano-estadounidense de 1898, y de la Civil española de 1936-39. Nunca he entendido ese dicho, reflejo de la histriónica vanidad exhibicionista de estos tiempos, de ser preferible el que hablen mal de uno al silencio, y si el orden de los factores no altera el producto matemáticamente, el de la jerarquía sintáctica sí puede desvelar prejuicios y favoritismos. La imagen de España seguiría así encadenada más al país de sanbenito por los gestos simbólica y abrumadoramente machistas de dicho patán deportivo y adláteres, que al de los logros, no sólo deportivos de esas mujeres, sino de tantas artistas, científicas, humanistas, voluntarias, etc. españolas, – una de ellas recientemente fallecida en Ucrania – y de sus correspondientes ejemplos masculinos que no muestran un ápice de dicho repulsivo comportamiento, y que casi nunca aparecen en portadas y noticias. Y todo, claro, con el máximo respeto en estos días de alto voltaje habitual sobre temas de género, de nacionalidades patrias…
Una retahíla de cortacircuitos que se añaden a esos déficits democráticos de los que algunos siguen acusando también a la negada nación colectiva, hasta tildarse de exiliados, mientras se ufanan de Las contribuciones de Catalunya al progreso social y político de Europa a lo largo de su historia, exposición inaugurada en el Parlamento Europeo por Carles Puigdemont y Toni Comín (etimologías respectivas para el que sube a la montaña, y de comino, – éste último, además poco respetado en el acervo popular -). Se destacaba en la citada muestra, el Consolat de Mar, institución pionera en la legislación marítima y mercantil; la creación del Sindicat agrario Remença; el Tribunal de Contrafaccions, considerado un antecedente de los tribunales constitucionales modernos; y finalmente, la huelga de la Canadiense en 1919, en la que también participó una población obrera no catalana y de otros sectores, procedente de otros lugares del territorio español, antiburguesa e internacionalista de la CNT en su lucha contra la patronal catalana en la Barcelona Traction, Light and Power Company, Limited, de fundación canado-estadounidense, tras la que se logró la aprobación de la jornada laboral de 8 horas en toda España.
Entre la estridencia del debate sobre las nacionalidades periféricas y los esfuerzos separatistas y separadores de partidos anti y pro-españolistas Herderianos, hace tiempo que se defiende desde las filas indepes y el teórico progresismo federalista como el esgrimido por Pablo Iglesias et al, la rectitud semántica de autocalificarse o llamar a Carles Puigdemont, exiliat/exiliado, onomásticamente el que se tira al monte. Depende del prisma con el que se le enfoque: puede ser un Cristo contemplador, sermoneador y redentor desde el Monte de las Beatitudes a su pueblo perdido, o un Anticristo apocalíptico y tentador, Segundo Satanás que se levanta en el Monte Quarantania ante el Mesías socialista Pedro Sánchez, al que se le entregarían las escasas pero únicas riquezas materiales de los siete representantes de Junts per Catalunya para formar su gobierno, mientras se perdería espiritualmente España en manos de la división y a cambio de una amnistía para los políticos catalanes involucrados en el Procès desde 2014. Sesudos debates enfrentan a juristas tocados por diversas banderas para rizar el rizo de la justificación postelectoral de la amnistía sobre procedimientos judiciales en marcha contra estos expatriados y otros, acusados de malversación, sin duda, responsables políticamente últimos de la unilateralidad de ciertas decisiones tomadas en Catalunya, que como siempre pueden servir para enfrentar, entre otros, a catalanes, también españoles velis/nolis en dicho territorio. Mientras, otros se tiran los platos sobre las posibilidades de referendos de secesión y sus diversas articulaciones. Curiosamente, según el letrado Javier Melero, defensor de políticos catalanes involucrados en el Procès, Jiménez de Asúa se había explayado en 1931 sobre la conveniencia de alejarse de las amnistías, ideal y románticamente, en aras de leyes justas y longevas, muy desencantado posteriormente a partir de la guerra de España por la política de los defensores de Galeusca, los cuales lograron desde el exilio hacer pervivir la idea plurinacional en democracia, hasta en las filas del PSOE.
De regreso a exilio, se trata de término, cuyo abuso terminológico esconde su incorporación relativamente reciente al léxico peninsular, ya que su origen galicista, solo se puso en circulación a través de la presencia de desterrados, emigrados, o refugiados, españoles en América Latina, a partir de la Guerra de las Españas de 1936-39, allí donde los galicismos, éxil y éxilé, del latín exilium, eran mucho más frecuentes. Y tienen razón los defensores del término para los indepes si les atribuimos, en este caso, estrictamente la acepción segunda del diccionario de la Real Academia de la Lengua Española como expatriación, generalmente por motivos políticos, es decir desplazamiento motu proprio, donde siempre hay que probar la persecución opresora de un régimen por motivos antidemocráticos. Pero se yerra si consideramos expatriado como sinónimo de exiliado, y se obvian los contextos histórico-políticos que deben colorear dicho ostracismo por prohibición ideológica y razones totalitarias, debido a la intolerancia opresora de un régimen. Persecución, falta de derechos fundamentales que rodean los exilios modernos, los cuales se generalizan a partir de la aparición de sistemas liberales con constituciones que garantizaban procesos de participación paulatinamente populares en las decisiones colectivas de las naciones. Exilios que cobran carta de naturaleza moderna a partir del S. XVIII (en particular la Declaración de Derechos del Hombre, así lee la francesa del 4 de agosto de 1790) o el artículo 120 de la Constitución Montagnarde de 1793, nunca aprobada, que señala que Francia daba acogida a los huidos de la tiranía y debía perseguir a quienes la fomentaban, como origen de lo que sería la convención de Ginebra del siglo XX sobre refugiados.
Y ya sé que algun@s lectores aducirán que el señor Puigdemont precisamente defendía dicha participación popular respecto de lo que Charles Tilly califica como naciones sin estado de aspiración estatal (state-seeking nationalim). Pero es que para las Naciones Unidas, España, dudosamente aceptada en 1955 en plena dictadura franquista, gracias a los intereses occidentales de la Guerra Fría, hoy es un estado-nación de pleno derecho constitucional, exento de colonias abiertas a la autodeterminación: excepto la de su antiguo territorio del Sáhara occidental, abandonado unilateralmente por el Sr. Sánchez a los intereses israelo-estadounidenses de Marruecos en 2022, al asumir una política del síndrome de Almanzor (Mangas en Aragón) por la que ha descubierto el flanco sur al errático y chantajista tacticismo marroquí, a través de una emigración descontrolable desde Ceuta, Melilla o de las aguas canarias, mientras cuán largo se lo fían a Bruselas, sin brújula para la inmigración. España respeta hoy los derechos fundamentales de sus ciudadan@s, desde luego, mediante la libre expresión en las urnas, o gracias a otras leyes muy avanzadas, todo constitucionalmente amparado por una Carta Magna de 1978, mejorable desde luego, y hasta desmejorable como para cualquier texto legal (como lo mostró recientemente la ley conocida y enmendada como la del Sí es Sí). Así puede ocurrir para cualquier escrito trastocado por cualquier mente supuestamente Sapiens, como lo expresa Adriano en sus memorias fictivas de Margarite Yourcenar cuando señala que las leyes cambian menos deprisa que las costumbres; son peligrosas cuando llevan retraso sobre estas; y aún más cuando se adelantan a sus tiempos (elles changent moins que les mœurs; dangereuses quand elles retardent sur celles-ci, elles le sont davantage quand elles se mêlent de les précéder).
Por ello, eduquemos ante el abuso manipulador de la semántica e historia naturalizables con la que buscan legitimarse los nacionalismos de corte Herderiano de la tierra y de la sangre modernamente representado por sus Diadas en Cataluña, Aberri Eguna en Euskadi, nieblas célticas en Galicia, o presencias remotamente hispanas desde tiempos de Trajano o Adriano, y hasta de Atapuerca. Y en el caso catalán, a través de un supuesto origen de derrota y exilio para sus partidarios austracistas antiborbónicos en un conflicto internacional de intereses monárquicos absolutistas mundiales, y con intereses económicos para los industriales locales del aguardiente probritánicos. Poco tienen que ver con los diversos destierros de liberales (etimológicamente término español emanado del Cádiz de 1812 y todavía presente en el único monolito sobreviviente de aquella constitución en San Agustín de la Florida) o de defensores de la Primera o Segunda República, que tuvieron que huir para evitar, como sabemos en el último caso, las fosas comunes. Esperemos que la ley de Memoria Democrática de 2022 permitirá desterrarlas, por fin, a los archivos de la historia.
Plaza de la Constitución, San Agustín de la Florida, EE. UU.
Hora de los ilusos para quizás empezar a olvidar los determinismos semántico-territoriales, la preeminencia de lenguas identitarias en nuevos estados nacionales frente a las obvias ventajas de l@s políglotas comunicadoras ibéricas, incluida Portugal, por ejemplo, como la del espacio bablista desde el que escribo. Las convenciones de Hermógenes frente al teórico naturalismo de Crátilo, sin olvidar los peros de Sócrates, allí donde habitan la riqueza y el respeto cultural a las fablas de y por todas partes, y la representación y/o reforma política para la estabilidad y acomodo de las minorías muy ampliamente garantizadas por el estado de las autonomías. Pero evitemos los ánimos subterráneos de fer país al reconformar imaginarios lingüísticos, acomodar la historia, reconstruir el habitus y así justificar rupturas patrias, con el espectro de la Torre de Babel europea al fondo, de lo que antes estuvo separado en momentos que poco tenían que ver con la pluralidad unitaria pero democrática del presente. Y siempre con exquisita observación de los derechos de los disidentes sin detrimento para las mayorías, y sin tácticas subterráneas, sobre todo, por parte del poder estatal: esencia de la democracia. Y sin olvidar que esta tampoco cercena los derechos a una hipotética autodeterminación, a partir ciertamente de complejos mecanismos que garantizan la estabilidad constitucional de las naciones de la Unión Europea, y reglados por y para todo el electorado español, no sólo unos cuantos acogidos a una parte de la tierra, y hasta elegidos por la sangre.
Y cordura ante los nacionalismos separadores que François Mitterrand asociaba a la guerra, y que no han dejado de mostrar en tantas naciones de nuevo cuño los peligros de sus vellocinos secularizados por la supuesta identidad (Tortella Casares & Quiroga Valle), o como lo exhiben algunas raíces del conflicto de Ucrania, del que se ha hecho muy poca pedagogía, a partir de lo que significa la agresión injustificable de Putin –nunca es todo unilateralidad –. Y recitar en momentos de nuevas pesadillas nacionalistas cual ¿cínico? mantra ante lo reciclable, parte de lo escrito en el preámbulo de la Declaración de Independencia estadounidense de Filadelfia en 1776: La prudencia, de hecho, dictará que los gobiernos establecidos desde hace mucho tiempo no deben cambiarse por causas ligeras y transitorias. Y en consecuencia, toda la experiencia ha demostrado que la humanidad está más dispuesta a sufrir, mientras que los males sean sufribles, que a corregirse aboliendo las formas a las que están acostumbrados.
Tampoco mentemos guarismos catastróficos y casos excepcionales, por ejemplo en torno a un supuesto tope de longevidad en momentos políticos de nuestra historia. De ello hablaba un descreído Pío Baroja al atribuirle mala suerte a nuestro pasado liberal hasta la Segunda República, o recientemente Felipe González al referirse a la Restauración, Dictadura de Franco y período constitucional post 1978, como si fueran fruto de algún azar repetitivamente hispano, círculo vicioso de enfrentamientos esencialistas entre varias Españas. Un constitucionalismo ciudadano, igualitaria y proporcionalmente distributivo puede ser garantía para evitar y superar dicho catastrofismo. Todo ello, ante las diferencias fiscales del cupo que benefician significativamente a Euskadi y Navarra, frente al cansino negociado presupuestario anual del resto, adscrito a la insolidaridad interterritorial o ¿Qué hay de lo mío? Y así, regenerar formas del habitus del pasado, cuando un presidente como Leopoldo Calvo-Sotelo recibía frecuentemente en La Moncloa, al que entendía sería su sucesor, Felipe González, no como enemigo político sino como un adversario que tendría que seguir encargándose de la res publica (Calvo-Sotelo, López de Celis). Y descreer de héroes y heroínas del Olimpo de los diversos nacionalismos triviales y esencialistas, frente al trabajo y la planificación consistente y armónica de tantos ciudadan@s que, como referido, hasta en momentos de dictadura y exilio, y desde luego en democracia, siempre han contribuido en sus Españas a la mejora de aquel y este país llamado España, donde como reclamaba para la producción artística de la especie, la visitante de 1936, Simone Weil, la mayoría parece atender más al arte de lo negativo que al de la bondad.
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Los Post(s)-Seniors
https://www.youtube.com/watch?v=bCHGcdtiQ2khttps://youtu.be/bCHGcdtiQ2k
Los Post(s)-Seniors
Aprovecho la Semana Santa, cuando se saca a pasear a tant@ sant@ de otra vida, la cual además dicen que resucita en la gloria, para indagar un poco más en lo de la supuesta longevidad de las canas y repostear este re-post sobre Seniors.
Los encantadores de serpientes te mercadean hoy con lo de la segunda vida de los seniors. Y efectivamente cuando uno se levanta por la mañana e intenta adivinar cuál de las extremidades te puede doler menos, y/o acudes a l@s matasan@s, — casi siempre prefiero la franqueza arrulladora de la voz femenina para estos casos –, las respuestas son siempre motivadoras, porque efectivamente no has pasado a mejor vida.
Esto me lleva a reflexionar sobre la intervención (22 y 23 de marzo de 2023) en el Congreso de los Diputados español de Ramón Tamames, dicen que antiguo militante del Partido Comunista de España a partir de 1956 hasta su fallida fuga al Centro Democrático Social de Agustín Rodríguez Sahagún en 1989. Ahora, defendió una moción de censura a favor de un partido ultramontano, intolerante, impresentable, añadir el calificativo ad hoc … — y por favor, no abusad del que empieza con f para evitar amalgamas históricas, galimatías luego difícil de desenmarañar. Partido este de ahora con Voz Latina, con v de vizcaíno, que ya se sabe en El Quiijote, era vizcaíno por tierra, Hidalgo por mar, Hidalgo por el diablo, o sea, el más español de los españoles anterior a los españoles, — el tío Paco admiraba la raza del Athletic, aunque lo pronunciaría sin el deletreo quejicoso con la h de la pérfida Albión, A.t.l.é.t.ic.o d.e B.i.l.b.a.o, desconociendo lo del all iron – alirón. En resumen, que en ningún caso, lo clásico y rancio mejora en lo moderno.
Por ello, quizás acercarnos a la necesidad en esos momentos de la vida, y en el caso de Tamames, ¿post-senior?, de cultivar algún tipo de filosofía que nos pueda ayudar a controlar algún errado discernimiento y convencimiento, quizás el escepticismo en busca de algún tipo de ataraxia ante el frenesí de las paparruchas que también manejó este fallido aspirante a presidente del gobierno.
O bien el cinismo clásico, dentro de una estrategia perruna, no ajena a cierta interpretación abyecta de Tamames, el cual como Diógenes de Sinope gatuno, pareció actuar con un soterrado despecho hacia el poder de la Voz Clásica, la cual como Alejandro Magno se desplazó por dos veces, a este Corinto madrileño, para luego, apartarse de la luz solar Tamamiana de la que quiere nutrirse la autarquía vital del cínico. Cínico inmovilismo ante el poder (armado Tamames con el báculo de su tercer pie) para mejor esgrimir el áspid y escupir supuestas verdades del barquero envueltas en la soberbia disfrazada de humildad, e instalada también en la segunda acepción moderna del cinismo, la de la hipocresía que escupe paparruchas con pies de barro.
Por ejemplo, la de la supuesta persecución del español o castellano de la Constitución de 1978, en Catalunya, lo cual no pueda implicar que la difusión de cualquier lengua no esconda también estrategias de fer país, de inculcar una simiente de la sangre, de la tierra y de la lengua de raíz romántica Herderiana, buscada por todo nacionalismo genético en naciones con aspiraciones de estado, como Catalunya, o en estados conformados, como los que yo llamo las Españas, pero con problemas de cohesión nacional y prejuicios pre-edénicos o prelapsarios, anglicismo para retrotraernos al lapsus anterior a Adán y Eva. Por ejemplo, uno mismo que acaba de regresar de Catalunya, se ha visto naturalmente obligado a expresarse en mi catalán de andar por casa, una vez sobrepasada la frontera de Fraga, no Iribarne, sino la del territorio de esa magnífica película Alcarràs: no poder abrir boca con algo que pueda recordar mi castellano materno, para, supongo, no acabar en alguna cheka lingüística de la Generalitat, a la cual sí me debieran conducir para pulir y dar esplendor, a mi abuso de la admirada lengua de Ramón Llull. ¡Por ejemplo, para esas tan complicadas palatales geminadas laterales (ll) de tan compleja sonoridad!
Por otro lado, el atisbo aperturtista de Tamames ante el pandemonio de la nación y las nacionalidades del título segundo de la Constitución de 1978, pudiera venir también justificado por su aprendizaje en una posible lectura estalinista del principio de nación, en recuerdo de aquella Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas en las que húngaros en 1956, y checos en 1968, entendieron a su pesar que ninguna supuesta independencia era posible lejos de los dictados de la madre Rusia. Y recordad Ucrania, hic et nunc, aquí al ladito. (Os recomiendo Fundamentalmente fantasías para la resistencia de Alfredo Sanzol) en el sala Valle-Inclán del CDC en Madrid. Sin obviar que la idea de la patria o ¿es la matria? finalmente permiten reunir las posturas enfrentadas para el conflicto territorial en las Españas, como si lo patriótico sirviera de bálsamo de Fierabrás para el resto de nuestras fundamentales cuitas económicas, sociales, medioambientales, etc. ¡Quo Vadis Españas ultramontanas, Catalunyas indepes, Euskadis postetarras et al, sin olvidar a otr@s siempre aspirantes a lo territorial en propiedad!
De todas formas, en Tamames, es archisabida su egolatría, la cual también se desprende en cierto sentido de su propia antroponimia: AMO (el) ÁMAME. Por lo tanto, el otro día asistimos a un nuevo ejercicio de descinicicación perruna-gatuna, o sea lo que el refrán ya enunciaba – no fallan ante tanto intelectual en busca de los tres pies, como uno mismo, gracias a la infalible prosapia popular: A perro viejo, añado –casi –, todo son pulgas … porque la luz del pseudo cínico acaba quemándolo y envolviéndolo en esa supuesta autocracia absorbente que Tamames esgrimió contra el actual gobierno de Pedro Sánchez, mientras se escudaba entre el dudoso fastidio, en ese cinismo hipócrita de segunda generación, cuando exclamó quid prodest (¿a quién beneficia?) ante lo que supongo, fue una deseada y premeditada filtración anterior de su discurso a los supuestos medios de comunicación podemitas. Un cínico siempre puede esconder a un narciso.
Aunque sí hay que reconocerle a Tamames cierta acertada retranca, acuciado por la necesidad post-senior, supongo, de aliviarse y almorzar, cuando interrumpió la perorata, ajena a casi todo lo expresado por el candidato, a través de una lectura sin fin de Pedro Sánchez, vía unas pesadísimas cuartillas redactadas por su equipo asesor, capaces de dormir a los dos leones (Hipómenes y Atalanta) del Congreso. Por cierto, en esta época de cancelación, ¿cómo es que alguna de sus señorías deshacedoras de entuertos, no ha solicitado ya cancelar y reenviar el bronce de los felinos, extraído de los cañones de la huestes tetauníes en la batalla de Wad-Ras, a los herederos del sultán Muley el-Abbás, retratado por don Benito en Aita Tettauen? Barrunto que para tant@s modern@s, el Garbancero les parecería desfasado, no sólo porque ya no puede ser carne de series de unos cuantos minutos móviles, –¡él que se hinchó de cobrar por palabra! –, y además, incapaz como hombre, supongo, de retratar a personajes femeninos como Fortunata y Jacinta — exquisita transposición de Mario Camus –.
A su vez, nada nos debiera sorprender de todo lo anterior si lo observamos con cierta perspectiva histórica, la que reclamaba doña Rosa en el café de La colmena. Después del año de 1956, Ramón Tamames junto con otros hijos de la burguesía, mayoritariamente vencedores de la Guerra Civil, es captado tras su estancia en la cárcel de Carabanchel, relativamente breve, por Jorge Semprún, alias Federico Sánchez, enviado a Madrid por el Partido Comunista de Santiago Carrillo, para hegemonizar de intelectuales orgánicos una anticipada Transición, cimentada por una supuesta estrategia comunista de reconciliación nacional. Mirar así hacia el futuro de una salida democrática y constitucional, sin los daños del pasado: por ejemplo, asesinatos de abogados laboralistas a manos de la extrema derecha en los Siete días de enero de 1977, retratados por Juan Antonio Bardem. Finalmente, caído Carrillo del caballo de una imposible ruptura, –¿verdaderamente creyó en ella el viejo zorro? –según ya le alertaban Fernando Claudín y Semprún en los años 60, el Partido Comunista de España se retra(c)ta en 1977 con el brillante Tamames sosteniendo la bandera comunista, tan roja como la nacional española.
Protegido Tamames tras su salida de la cárcel por un catedrático de Economía Política, Naharro Mora, antiguo miliciano de la cultura del Ejército Popular de la República, pacifista armado en el cuartel de los Carabancheles de noviembre de 1936 con la Cartilla Escolar Antifascista, — magnífica exposición en el Instituto Cervantes en Alcalá –, el joven economista publica gracias a su maestro su tesis doctoral, Estructura Económica de España en 1960, el luego posterior y sinécdoquico Tamames de 26 ediciones. En la Facultad de Derecho de aquella Universidad, entonces, de Madrid, hoy Complutense, en cuyos alrededores recuerdo supuraban todavía muchas heridas del frente de Madrid, algunos catedráticos como Naharro Mora, aunque denunciados por rojos y depurados, habían logrado regresar a las aulas. El franquismo, me recordaba Fabián Estapé, o escribió Jorge Semprún, no acabó con toda la sociedad civil, entre ella, la universidad, y aquellos profesores recuperados se mantuvieron fieles a los principios de sus maestros institucionistas de la universidad de la Restauración y de la Segunda República, sin permitir dimes y diretes a la dictadura. Naharro Mora, luego perseguido en los 70 por los guerrilleros de Cristo Rey, ojito con los fantasmas — intentó ensanchar el caletre de sus discípulos, — alguno dijo que poseía un destacable shit detector —.
Había bebido, entre otros, en el manantial del libre pensamiento socialista de la Academia Matritense de Estudios Superiores de la calle la Luna 29, también arrasada por aquella maldita guerra de 1936, y regida por su padre, Isidro Naharro López hasta su fallecimiento en 1935, donde había enseñado uno de los padres de la constitución republicana de 1931, el socialista Luis Jiménez de Asúa. Milagroso sobreviviente a un atentado falangista en enero de 1936, y posterior presidente de la República en el exilio en Argentina (1961-1970), Naharro Mora acudía para visitarlo al Buenos Aires del destierro. Allí, el penalista Jiménez de Asúa había plantado la simientes de la justicia universal en un posterior discípulo y víctima de la represión contra la FUE en la Universidad Complutense de los años 40, Manuel de Rivacoba, compañero de Manuel Lamana y un hijo de otro presidente republicano en el exilio, Nicolás Sánchez Albornoz, sobreviviente y recientemente homenajeado en la Facultad de Filosofía y Letras de la Complutense que todavía desconoce los mementos de aquellos abusos contra el paisaje arquitectónico y el paisanaje pensador.
Luis Jiménez de Asúa (dcha) junto a Julián Zugazagoitia, luego secuestrado y deportado éste de Francia a España (1940), a instancias de José Félix de Lequerica, embajador franquista en Francia, y fusilado por la dictadura de Franco
Manuel Lamana (izq) y Nicolás Sánchez Albornoz (centro) en el campo de concentración de Cuelgamuros (antiguo Valle de los Caídos) tras su detención y condena por su reivindicación de una universidad libre en 1946. Gracias a la ayuda de Bárbara Prost Salomon, entre otr@s, Lamana y Sánchez Albornoz se escaparían y exiliarían del recinto de dicho mausoleo, construido con mano de obra de prisioneros republicanos, facilitada con sueldos esclavos por la dictadura a favor de los constructores de la época. Se puede consultar: “Otros hombres, otras mujeres, otras historias.” Insula 641 (2000): 10, 15 y 16 (https://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/de-exilios-interxilios-y-sus-literaturas-0/html/01809f0a-82b2-11df-acc7-002185ce6064_2.html#I_0_).
En 1973, en el volumen séptimo de la Historia de España dirigida por Miguel Artola, Tamames había también portado su mirada económica hacia la Guerra Civil, con una lectura coherente de la tesis comunista sobre la pertinencia de la defensa numantina republicana de Juan Negrín ante la traición de Casado, la cual abrió las compuertas a la catarata de la definitiva represión criminal indiscriminada del franquismo.
Muchos años después, en 2011, Tamames sostuvo un encendido debate con l@s asistentes al seminario Diásporas y Fronteras, que organizo desde 2002 en Llanes, l@s cuales ya no podían compartir una mirada de futuro sin cortapisas ante un pasado plagado por las minas de memorias ocultadas e hirientes. De nuevo, no había en los propósitos de Tamames contradicción alguna, anclado en su lectura entre 1956 y 1977, en una aplicación de manual de lo que Ortega y Gasset explicó para la teoría de las generaciones, las cuales frente a la supuesta liquidez vital de Zygmunt Bauman, por lo general quedan marcadas por momentos freudianamente fundacionales en la existencia, incapaces de superar las bardas del corral machadiano de dicha temporalidad, la cual, entre la neblina de la correspondiente ideología, suele impedir atisbar, o por lo menos, desdibujar la maleza y parásitos entre los árboles del bosque.
Décadas después de que Ramón Tamames, archi-privilegiado aprendiz de libre pensador que como yo, había frecuentado el oasis de libertad de las aulas del Liceo Francés de Marqués de la Ensenada 8 y 12, frente al Palacio de las Salesas, sede del Tribunal Supremo, pude reconstruir el perímetro de una mañana de 18 de abril de 1963, grabada indeleblemente en mi orbayumnémico. Gélida como si fuera una de aquellos inviernos interminables, grises, foscos, plúmbeos y pesados como una insoportable bóveda de hierro, reflejo de toda aquella época, tirito como alfeñique en pantalón corto y pantorrillas heladas tras las insuficientes y espartanas medias bajo la macilenta luz del aula, las grietas de las paredes húmedas tras la fábrica de piedra del antiguo palacio recuperado como escuela de raíz helénica, en la que se había ido dibujando, desde mi más remota conciencia, la tristeza indeleble de un país devastado frente al pausado análisis a través del método cartesiano, contradicciones que intelectual y vitalmente me han interesado a posteriori.
Aquella mañana, muchos años después, aprendí que, a pocos metros de la pizarra donde me enseñaron las pocas letras por las que me muevo, se estaba dictando la trágica sentencia, para la última víctima de la Guerra Civil de 1939, fusilada inmediatamente por aquella cruel dictadura: el compañero de clandestinidad de Jorge Semprún y de la supuesta ideología de Ramon Tamames, Julián Grimau, condenado en un pseudo juicio vía la jurisdicción militar, luego reemplazada por el sucedáneo del Tribunal de Orden Público, hoy Audiencia Nacional, rastro legal de aquel tiempo, juzgado inexistente en otros países de la Unión Europea. Y aquella mañana, por los ventanales oscurecidos de mi clase, hoy sede de ese tan mentado Consejo General del Poder Judicial, — ¡de nuevo Nietzsche y su eterno retorno! — se filtraron los angustiosos gritos roncos, casi como estertores, ecos de la desesperación de un puñado, imagino, de compañeros de Grimau que me enseñaron la palabra: amnistía.
Término que mi madre no supo (o no quiso) despejar, silente ante la presencia en el ascensor de un prosélito del Opus Dei, la Santa Mafia del libro de Jesús Ynfante, con el sello de Ruedo Ibérico, que mi padre debió dejar más tarde entre alguna pila accesible a mi curiosidad, todavía hoy en alguna de mis estanterías. Miembros de la Orden residían en un piso inferior del edificio en el que habitábamos en un destartalado subarriendo en la calle Tamayo y Baus frente al teatro María Guerrero. Allí, desde mi cuarto, con la nariz pegada al ventanal, había contemplado pasar ecos de cierta cultura de resistencia, a través de obras de Valle-Inclán, Antonio Gala, Chejov, anunciadas en el marco neoclásico de su vestíbulo, y había intuido tras el título de El círculo de tiza caucasiano de Bertolt Brecht, el escándalo ante la censura provocada por la mujer de Carrero Blanco cuando su estreno en 1971, año en que pude entrar legalmente en esa joya de nuestras salas teatrales. Paradójicamente, el Centro Dramático Nacional, cuya sede se encuentra en el María Guerrero, dinámico espejo de la escena actual dirigido hoy por el incisivo autor Alfredo Sanzol, ha programado recientemente una representación de El proceso de Kafka en la que ha contado con la magnífica interpretación de Carlos Hipólito, como si fuera una reproyección de la indefensión que sufrían los resistentes a la dictadura, (cualquier sistema arbitrario), o/y los barullos procedimentales que daña la renovación de cargos de las instituciones legales españolas actuales. Y curiosamente, compartí unos minutos tras la representación de la obra de Kafka con Gaspar Llamazares, antiguo portavoz de IU, el cual piensa que aquellos de entonces nunca se han ido, aunque yo no comparta, para explicar todos nuestros males, el recurso de sacar a pasear al santo, ése que ahora está en el cementerio de Mingorrubio (ver mi post https://blog.umd.edu/mondinaire/2022/11/27/while-generalissimo-franco-was-still-dead-on-november-20-2022-mientras-el-generalisimo-seguia-fiambre-el-20-de-noviembre-de-2022/).
Además, todos los martes por la mañana de mis recuerdos escolares, camino del Liceo, tenía que sortear una hilera de furgonetas armadas hasta los dientes, repletas de aquellos grises uniformados por el franquismo, o los secretas de la Dirección General de Seguridad, sede hoy la Comunidad de Madrid presidida por esa señora de cuyo nombre no quiero acordarme, donde ningún memento recuerda las torturas a Grimau y otr@s. Y de vez en cuando, aquellos de la siniestra brigada político-social o los grises me paraban para inspeccionar mi pesada cartera de inocente escolar con cuadernos y poemas de La Fontaine, Víctor Hugo, Antonio Machado, o libros con fragmentos de Voltaire, o cómics que nos intercambiábamos de Tintín o Astérix, casi todo en lingua franca poco recomendable para la época. Solían cerrar aquel sospechoso nido en potencia de octavillas como si allá hubiera pernoctado el diablo.
Amnistía, con la que en 1976 se conformaría el lema de Libertad y Estatuto de autonomía, evocados entre las prisas hoy por el memento escultórico de “El abrazo” que reproduce el cuadro de Juan Genovés, en la plaza de Antón Martín, donde fueron asesinados en enero de 1977, los compañeros laboralistas de esa Manuela Carmena, que el papa Francisco ha calificado de grande.
De nuevo, la defensa hacia la historia que realizó Tamames con un respeto casi litúrgico, me reporta a la sagaz tesis de Nietzsche respecto de la necesidad de una ciencia crítica que navegue en aguas salutíferas del olvido para evitar la locura platónica de un Ireneo Funes borgiano. Replicado por la diputada Yolanda Díaz, ésta se bañó en el flujo de la memoria gremial del partido en el que teóricamente militó Tamames, pero desconocedora también de las falacias de ésta, de las que también nos alertó el compañero de Jorge Semprún, fallecido en Buchenwald, Maurice Halbwachs. Y Tamames no pudo reconocer que la supuesta historia en cuyos surcos se forjaron los límites memoriosos de su punto de vista de 1956-77, aunque para la mayoría represente un espacio yermo y deshabitado, necesitado de reconstrucción subjetivamente científica como para todo relato histórico, en algunos casos, 87 años después a partir de 1936, sigue siendo, para nuestro ensimismado e incompleto presente, como toda actualidad, no un erial desconocido para tant@s, sino, a su vez, memoria arqueológicamente viva. Por ella, algún@s otr@s post-seniors, buscan todavía las fosas comunes cavadas y repletas, mayormente por l@s fusilad@s de la dictadura triunfante tras el fallido golpe de estado con trama fascista transnacional de 17 de julio de 1936 y consecuente Guerra Civil, para que se logre establecer el archivo forense de l@s anteseniors suy@s, y por lo menos, ¿un día? poder completar relatos históricamente coherentes, sin por ello obviar esas causalidades avant la lettre, revocadas por Tamames en línea con historiadores franquistas como Joaquín Arrarás o divulgadores cual Pío Moa: la existencia del golpe revolucionario socialista y anarcosindicalista asturiano, o indepe catalán de octubre de 1934, y todo lo que pudiera ser pertinente. Pero todo en su sitio … Non foteu …
Y hasta cuando apelaba Tamames al pasado remoto, habría que evitar sonrojarse con los panfletos como los de María Elvira Roca Barea que pido critiquen mis estudiantes para mejor dilucidar desde las sombras imperiales, no sólo las leyendas negras de los demás, gracias al tu quoque y/o tú más, — ya que la aspiración a la bondad sólo nos inclina al infierno de Pascal –. Mejor divulgar, desde luego, sin ápice de culpabilidad hoy, aquello de lo que no somos responsables, pero sí hacia lo que estamos educativamente obligados a conocer, como la oscuridad de la trata y la esclavitud, tan prolongadas en nuestro pasado colonial, para así contrastarlas a las luces, p. ej., de debates teológicos que nos acercarían a los insatisfactorios y metafísicos derechos humanos actuales. ¿Por qué tenemos que esperar a que sea el Museo Metropolitano de la ciudad de Nueva York el que inaugure próximamente una gran exposición en torno al esclavo de Velázquez, luego libertado a instancias del rey Felipe IV, Juan de Pareja y el tema de la esclavitud áurea? ¿Por qué no somos capaces de tomar la iniciativa para presentar un problema que atañe específicamente a nuestro pasado cultural, y del que podríamos dilucidar pertinentes conclusiones desde la extraordinaria riqueza de nuestra pinacoteca del Prado? Quizás porque siempre es más fácil, perdonad por otro refrán sanchesco al canto, fijarse en la paja en el ojo ajeno para olvidar la viga en el propio, o los que nos preocupamos por las llamadas hoy memorias democráticas, conocemos como el síndrome de la hipermnesia (Ver mi Entre alambradas y exilios. Sangrías de las Españas y terapias de Vichy, Biblioteca Nueva, 2017).
Por todo lo anterior, en época de espeso lenguaje de degüello, cualquier descendiente legalmente pertrechado por el recurso de invocar la dolorosa pero salutífera discreción, debería utilizar con moderación pero mano firme, la inhabilitación de sus mayores, — ojo no el de enviarnos al pudridero de la residencia para gagás, — os recomiendo El padre de Florian Zeller, literalmente reencarnado en cuerpo y alma post-senior en el histórico Teatro Romea de Barcelona por el maestro Josep María Pou, momento y memento únicos para nuestra salud senior –.
Así se debería apartar del recurso infantil al pataleo, a estos post-seniors obnibulados por la mercadería de la eterna juventud: el no saber envejecer ¿con cierta sabia dignidad? y evitar tanta batallita de la abuelitis, frente a la búsqueda del sereno relato de lo ajeno a través de lo propio, o en el caso de Tamames, la tuerta reivindicación de Isabel la Católica, cuya decimonónica estatua frente al Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid, precisaría de una salutífera resignificación histórica como tanta estatuaria trasnochada que no eliminable o cancelable ¡Ojo al parche!
Estos quijotes degradados, tipo Tamames, tampoco podrían esgrimir la lanza astillada en la edad de hierro de la culpabilidad sin distingos de la falacia de los dos demonios de 1936, ma non troppo. Cual caballero cegado por quevedos desenfocados entre ocularizaciones transhumanas para trascender las cataratas de cualquier visión generacionalmente siempre limitada por señas de identidad indelebles, la triste figura de Tamames no atendió a los requerimientos de l@s Sanch@s, que le advertían acabaría apaleado por venteros y huéspedes más actuales, aunque desde luego, no cultivados en tantas áreas inútiles para la retórica de Twitter y Tik Tok. Y en el campo de la hiel, sería ridiculizado allí donde los molinos de la memoria giran con obsesivo destiempo, a la búsqueda del remiendo al pasado entre generaciones, o ajenas al tiempo histórico, o excedidas por la falta de resolución histórica ante la candente arqueología bélica del mal, y las postmemorias traficadas por una cándida inclinación al bien, lo cual me evoca un importante título de Tzvetan Todorov: Memorias del mal, tentación del bien.
Para así no privarnos a los seniors ad aeternitatem, de por lo menos, aspirar a regresar a nuestra aldea natal, — roda el món i torna al Born — derrotados por la entropía, pero al menos, sosegados en busca de alguna honrosa aunque escéptica nirvana entre los incansables y desapacibles gigantes de la historia, de nuestra historia …
Spain’s 1939 Exiles in the Americas and Maryland Eighty Years: “Alive in our Hearts” Presentation December 8, 2022 Cultural Office Embassy of Spain Washington D.C.
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Presentation December 8, 2022 Cultural Office Embassy of Spain Washington D.C.
Spain’s 1939 Exiles in the Americas and Maryland Eighty Years: “Alive in our Hearts”
REVIEWS AND PRESENTATIONS “ENTRE ALAMBRADAS Y EXILIOS”
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María Pilar Rodríguez Sobre exilios Grand Place-1rhbz9z
Cartelera Turia. Extra octubre 2017-1hiql2l
1616ReseñaJavierSánchezZapatero-sprc48
Interview Diario de Cádiz 28 NOV 2018-18n3mta
- 2018.11.29.psf.málaga.jose.maria.naharro-2nfmfc8
- Cartel Presentación Jimena 30-11-18-1naeaqi
- Entre alambradas Cáceres 14_6_2018-2mwremk
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A Conversation on Catalonia
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